“Descubres zarpazos en el cuello de ese animal salvaje que es el tiempo. El calendario corporal no miente; has dado otra vuelta al sol”

OPINIÓN. Relatos torpes. Por Dela Uvedoble

Hilvanadora de historias

11/06/21. Opinión. La conocida escritora malagueña, Dela Uvedoble, es colaboradora habitual del EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com semanalmente. Esta hilvanadora de historias nos regala dos textos originales con dos imágenes, de las que también es autora, dentro de su sección Relatos torpes. Hoy nos ofrece ‘Por piernas’ y ‘Vuelta’...

Por piernas


Llamaron al timbre en buena hora. Andaba Hombre en un rato muerto así que se sentía en disposición de ser amable.


—Buenas tardes, soy el agente 1.114, vengo a ofrecerle algo que no podrá rechazar.

Cargaba al hombro varias fundas como de escopetas, pero al parecer menos pesadas. Las dejó con cuidado en el suelo, quedándose con una en las manos. Al bajar la larga cremallera apareció una pierna humana seccionada por el muslo, con el muñón rematado en coqueta blonda.

—Toque sin miedo, es resistente. Comprobará que, a pesar del embalsamado, la piel permanece jugosa y las articulaciones flexibles.

Sin duda era de mujer: depilada y con las uñas luciendo pedicura francesa. Hombre, asustado, empujó la puerta, pero el vendedor era avezado en su oficio y logró entrar.

—¿No ha echado nunca en falta, en las noches solitarias, una pierna con la que enroscarse? Las tenemos estándar, pero puede encargarla de cualquier género y a su total gusto.
—Haga el favor de marcharse o llamo a la autoridad- la amenaza sonó débil, lo que menos deseaba eran problemas con la brigada de Orden y Moral.

El vendedor arrastró la mercancía dentro, cerrando la puerta tras sí.

—Según nuestros archivos a usted le va esto.
—¡Salga de mi cubículo!

El agente 1.114 elevó la comisura de su labio superior izquierdo en un remedo de sonrisa: “usted no es libre de rehusar el producto, por eso dije al presentarme “algo que no podrá rechazar”. Si no quiere que sus jefes sepan de su afición a la necrofilia deberá escucharme”.

Hombre carraspeó y el funcionario siguió la perorata:

—En 2.066, cuando se implantó la VUD (Vacuna Universal Definitiva) no sólo nos inmunizaron de forma vitalicia contra todo virus, también introdujeron un transmisor conectado a la conciencia futura. Nadie, salvo la población del tercer mundo a la que manejamos con políticas de hambre y muros de contención, puede tener pensamientos no convencionales sin que lo sepamos. Así, conociendo las debilidades de cada cual, el Estado fabrica packs de filias, acercándoselo al propio domicilio de forma que, personas como usted, no tengan que acudir a sórdidas artimañas para satisfacer sus delirios.
—¡No soy un degenerado!

1.114 negó con la cabeza, chasqueando la lengua.

—Esa no es la palabra sino “ciudadanos con necesidades peculiares”. Sabemos que le excita el roce con animales muertos. Pronto los matará usted mismo y seguirá con humanos. Así que este producto, -dicho esto volvió a hablar como vendedor- hará más agradable sus veladas sin ocasionar perjuicio a nadie. Acabarán los días de correrse sobre una pata de jamón o frotándose con un bistec putrefacto. Ahora podrá tener orgasmos sin culpa, acariciando cadáveres certificados y con sello de sanidad. Garantizamos que no se deshacen por muy salvajes que sean sus manejos. Vienen con accesorios de estiletos y ligas. Vellos si así le gusta. Perfume a escoger entre los clásicos o naturales de pies o carroña.

A Hombre solo le quedó una duda: ¿si encargo dos pares, tendré descuento?

Vuelta


Descubres zarpazos en el cuello de ese animal salvaje que es el tiempo. El calendario corporal no miente; has dado otra vuelta al sol.


Te cuesta más subir las escaleras, parecen alargarse cada mes. También aumenta la altura de los peldaños o serán tus tendones acobardándose.

Cumpleaños, esa palabra compuesta te descompone. Exceptuando alguna gozosa ocasión que confirma la regla, siempre recibes bombones amargos.

Lees a Emily comprendiendo su clausura: “… Viga de raso y techo de piedra”. Fuera siempre llueve y ambas encogéis ante los otros.

Resignada, asimilas el nuevo dígito para cuando el médico te pregunte la edad. Al menos no tendrás que oírle más eso de “¿cree usted que podría estar embarazada?” al prescribirte rayos X.

Puede leer aquí anteriores entregas de Dela Uvedoble