“Seguimos contemplando posturas de un cinismo supino, con el mismo patrón que mantiene esta oligarquía de partidos, donde se critican los excesos del otro, pero se aprovechan en sentido propio cuando toca”
OPINIÓN. El ademán espetao. Por Jorge Galán
Artista visual y enfermero
23/06/21. Opinión. El artista visual Jorge Galán escribe en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los indultos: “El indulto está fundamentado en razones de equidad, justicia o conveniencia pública. También se supone que es una medida excepcional. Felipe González otorgó entre 1982 y 1996 la "excepcional" cifra de 5.944 indultos, el siguiente gobierno, el de Aznar, superó al anterior concediendo 5.948...
...indultos. Destaca el año 2000: sólo en esos 12 meses se concedieron unos "excepcionales" 1.744 indultos”.
Indultos sí, pero no
La polémica está servida con el último asunto que enfrenta a la política en nuestro país; el previsto indulto a los líderes catalanes condenados por el proceso independentista. Como sabemos, incluso con una gran manifestación el pasado 13 de junio en la Plaza de Colón.
No valoraré una acción legítima como es la manifestación, más bien corresponde al Gobierno de turno. Lo que sí resulta paradójico son las alegaciones que hilvanaron en sus discursos algunos dirigentes que acudieron a esta manifestación. Se apuntó a la causa política de estos indultos, efectivamente la tiene, todos lo sabemos. Desde luego y como suscribe el presidente de la CEOE Garamendi, la normalización de un problema político que nunca debió trasladarse al terreno judicial puede ser causa suficiente de justificación. Lo que resulta una incoherencia es que se está denunciando una característica que desde hace ya mucho tiempo -por no decir que le es inherente- forma parte de la única explicación que ha mantenido viva esta medida de gracia, que es la justificación política, en todo el amplio sentido del término.
El indulto está fundamentado en razones de equidad, justicia o conveniencia pública. También se supone que es una medida excepcional. Felipe González otorgó entre 1982 y 1996 la "excepcional" cifra de 5.944 indultos, el siguiente gobierno, el de Aznar, superó al anterior concediendo 5.948 indultos. Destaca el año 2000: sólo en esos 12 meses se concedieron unos "excepcionales" 1.744 indultos, unos "excepcionales" 150 indultos al mes, o "excepcionalmente" 5 indultos por día. En sólo un Consejo de Ministros Acebes concedió 1328 "excepcionales" indultos. Con Zapatero, los indultos se redujeron. Se ejecutaron unos "excepcionales" 3.381 perdones. Una tendencia a la baja que seguiría Mariano Rajoy, entre 2011 y 2018 se practicaron un total de 898. Durante el Gobierno de Pedro Sánchez, en 2019 se concedieron hasta 40 indultos, y en 2020, 30 indultos.
¿Podemos decir entonces que el indulto es excepcional? rotundamente NO. Se han concedido más de 15.000. Se ha abusado de esta figura hasta la saciedad, aunque es cierto que con notable tendencia a la baja, curiosamente el presidente menos indultador con bastante diferencia ha sido Pedro Sánchez, aunque con menos tiempo en el cargo que el resto.
Para hablar de equidad o conveniencia pública en el indulto es necesario repasar sólo algunos de los más célebres para comprobar que esta figura ha sido utilizada demasiado frecuentemente por motivos de conveniencia partidista, no pública, salvo que entendamos que los intereses de un partido político representan los intereses públicos. El indulto es un procedimiento habitual y la historia de esta medida demuestra que se ha utilizado para muchos y variados casos, desde condenados por delitos menores a personajes públicos con graves delitos en sus espaldas.
Es complicada la justificación de la equidad o utilidad pública del indulto en innumerables casos, como el de Vera y Barrionuevo, condenados por el secuestro de Segundo Marey. Los comandantes sanitarios del Yak-42, que falsearon la identidad de 30 cadáveres en el accidente. Alfredo Sáenz, entonces consejero delegado del Banco Santander. El general Armada, uno de los autores del golpe de Estado del 23F. Tres Mossos d’Esquadra condenados por delitos de torturas y lesiones para hacer a la víctima confesar un robo que no había cometido. El miembro del GRAPO Sebastián Rodríguez, condenado a 84 años de cárcel por participar en varios atentados con explosivos y por el asesinato del empresario andaluz Rafael Padura. El juez Javier Gómez Liaño, condenado y apartado de la carrera judicial por prevaricación continuada en el caso Sogecable. Tres de los condenados por el caso Filesa –de financiación irregular del PSOE–. A Jesús Gil se le indultó hasta en dos ocasiones. El Guardia Civil Manuel Arbesú, que grabó una agresión sexual. El ex jugador de la Real Sociedad José Antonio de la Hoz, condenado por colaboración con banda armada. Carlos Anzúlez, el kamikaze que acabó con la vida de otro conductor en Valladolid e hirió a otros tres, tras saltarse una barrera de la Guardia Civil. Incluso ha habido indultos revocados, ante las flagrantes pruebas de ser arbitrarios, como el de otro conductor kamikace que provocó la muerte del conductor de otro vehículo, y que salpicó a Gallardón y al despacho de abogados de su hijo.
La ley del indulto tiene origen medieval, es una figura heredada de épocas absolutistas, se redactó y aprobó en 1870 y ha llegado hasta hoy, siglo y medio después, con apenas modificaciones. Muchos juristas coinciden en la necesidad de una reforma a fondo, que adapte esa figura a los niveles de exigencia democrática que exige la ciudadanía, para que deje de usarse de forma arbitraria y por intereses políticos según el Gobierno de turno. En 2015 tuvo un mínimo retoque que lo excluía de ciertos tipos de delitos, pero de nada sirve cuando sigue habiendo barra libre para otros.
Seguimos contemplando posturas de un cinismo supino, con el mismo patrón que mantiene esta oligarquía de partidos, donde se critican los excesos del otro, pero se aprovechan en sentido propio cuando toca, no se hace nada para corregirlos, porque les interesa a todos. ¿Por qué se critica el indulto de forma concreta y no como una figura propia de otros tiempos con fines puramente partidistas? ¿Es más criticable indultar secesionistas ahora como Junqueras que golpistas de pistola en mano como Armada en el pasado? ¿Por qué no hacen un ejercicio de decencia, se acuerda de una vez extinguirlos o reformarlos profundamente y se deja de hacer demagogia barata?
Si se está en contra de los indultos, que puede ser una postura muy razonable, es muy hipócrita hacerlo con los que no te gustan o coinciden con tus posturas: los que realiza el otro, además desde la posición de haber otorgado indultos con motivos y justificaciones mucho más espúreas, partidistas y con mayor interés particular que éstos.
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