En España, la última cifra publicada de contagios de sanitarios es de más de 19.000 a 6 de abril (el 15% del total de contagios). Una cifra muy lejos de los porcentajes de cualquier país, a una distancia ya que se podría calificar como vergonzosa

OPINIÓN. El ademán espetao. Por 
Jorge Galán
Artista visual y enfermero

08/04/20. 
Opinión. El artista visual Jorge Galán nos habla en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el coronavirus y los sanitarios contagiados: “En el colmo del desatino, ahora que empieza a escasear la munición malgastada (los sanitarios) el Ministerio de Sanidad se saca de la manga otro nuevo comodín, y lo coloca boca arriba en la mesa: conforme dicta el nuevo protocolo (31 de marzo)...

...los sanitarios contagiados que tengan síntomas leves (ausencia de fiebre o síntomas respiratorios) volverán a su labor asistencial a la semana, simplemente se colocarán guantes y mascarilla (como si hubiese alternativa) y evitarán pacientes inmunodepremidos”.

Repúblicavirus 3.0 -Sanitarios ¿kamikaces o fungibles?-

Ante la perseverancia del Ministerio de Sanidad en la perpetuación de sus errores estratégicos a nivel sanitario ante esta pandemia, no queda otra opción que insistir en la exposición y visibilización de tanto despropósito, frente a una visión más globalizada del problema que dejaremos para más adelante, ahora que ya tenemos más información acerca del comportamiento de este virus en la mayor parte del planeta.

Ya explicamos en Repúblicavirus 1.0 el primer gran error en cuanto al protocolo de actuación clínica que ordenó el Ministerio en los primeros días, frente a sospechas de casos positivos, que nos ha llevado a desbancar ya a Italia en lo que se refiere a propagación nacional y pronto lo haremos también en fallecimientos. Recordaremos que toda prueba médica o protocolo para detectar cualquier patología tiene dos parámetros: sensibilidad y especificidad.

  • La sensibilidad nos indica la capacidad de nuestro test para dar como casos positivos los casos realmente enfermos; proporción de enfermos correctamente identificados. Es decir, la sensibilidad caracteriza la capacidad de la prueba para detectar la enfermedad en sujetos enfermos.
  • La especificidad nos indica la capacidad de nuestro test para dar como casos negativos los casos realmente sanos; proporción de sanos correctamente identificados. Es decir, la especificidad caracteriza la capacidad de la prueba para detectar la ausencia de la enfermedad en sujetos sanos.

El primer plan de actuación, como se explicó en el primer artículo, estaba sobrado de especificidad, pero la sensibilidad era mínima porque se testeaba muy poca muestra de población, cuestión que hizo que, si había al principio alguna posibilidad de contener los contagios, cuando los casos eran pocos, se fuese al traste a pasos de gigante, como ha sucedido.

Como se explica posteriormente en Repúblicavirus 2.0, el sanitario de a pié en primera línea detectó rápidamente la carencia de este plan de actuación, que dejaba mucho que desear, y sucedió lo inevitable, multitud de casos positivos a coronavirus permanecían dos y tres días realizándose otros test que marcaba el protocolo en los centros hospitalarios, sin medidas de protección, lo cual disparó las posibilidades de contagio del personal sanitario.

No en vano, muchos de los casos de contagios de sanitarios se produjeron bajo estas premisas. Ésto a su vez, provocó que el sanitario, mucho antes de la declaración del estado de alarma, ya planteara una tediosa lucha por reclamar material de protección en su centro, para atender a estos enfermos. Situación que empeoró al multiplicar el crecimiento exponencial de casos el consiguiente crecimiento en el consumo de recursos de este tipo.


https://www.youtube.com/watch?v=unyy8mM4l8s

Es necesario recordar las cifras que demuestran todo este despropósito en nuestro territorio, que nó solo tiene como protagonista al Ministerio con sus protocolos y decretos, sino que también es acompañado por las consejerías de salud autonómicas, que desde principios de marzo colaboraron en la falta de previsión y materiales de protección para el personal sanitario. En España, la última cifra publicada de contagios de sanitarios es de más de 19.000 a 6 de abril (el 15% del total de contagios). Una cifra muy lejos de los porcentajes de cualquier país, a una distancia ya que se podría calificar como vergonzosa.

Pero resulta que esta cifra de contagios en personal sanitario tiene aún una peor y más triste cara en nuestra autonomía, pues en Andalucía, a pesar de la menor incidencia en casos, se eleva ya hasta un 23%. Datos que confirman las hipótesis y evidencias expuestas en toda la serie Repúblicavirus. Aclaración que realizo a todos esos escuderos de la vergüenza que ahora propugnan una unión cuasi espiritual y ausente de espacios de crítica en todos los frentes, o a esos otros que convierten un discurso técnico en puramente ideológico para su propio interés, ni una cosa ni la otra.

Situémonos ahora en el presente, y prosigamos exponiendo una nueva directriz que vuelve a dejar ojiplático a todo el sector sanitario. En el colmo del desatino, ahora que empieza a escasear la munición malgastada (los sanitarios) el Ministerio de Sanidad se saca de la manga otro nuevo comodín, y lo coloca boca arriba en la mesa: conforme dicta el nuevo protocolo (31 de marzo), los sanitarios contagiados que tengan síntomas leves (ausencia de fiebre o síntomas respiratorios) volverán a su labor asistencial a la semana, simplemente se colocarán guantes y mascarilla (como si hubiese alternativa) y evitarán pacientes inmunodepremidos. Toma castaña. Viva la prevención. De nuevo la improvisación en las medidas marca la dirección estratégica y contradice cualquier evidencia científica, los períodos de convalecencia deben ser respetados por todos, salvo que se pretenda, que es la impresión que da, que a costa de extraerle una gota más al sector sanitario, se siembren auténticas bombas de relojería en los propios hospitales. Inconcebible.

Ya podemos imaginar las situaciones de conflicto y discriminación que puede generar esta medida entre el propio personal sanitario, que tiene que compartir vestuario, estancia y mesa con estos futuros "apestados profesionales". O visto desde el otro lado, el aislamiento laboral que se pueden imponer algunos sanitarios convalecientes a costa de su propia salud mental. Sencillamente increíble.

En estos días en los que escuchamos al gobierno plantearse el uso obligatorio de mascarillas para la población en la calle, podemos evidenciar otra incongruencia más. Pues según el protocolo de uso de material de seguridad en las zonas hospitalarias aún vigente y dictado por ellos mismos, se indica que resulta innecesario el uso de mascarilla en el 80% de dichas zonas hospitalarias. Podemos encontrarnos con la situación de que tengamos que ir a trabajar obligados a ponernos la mascarilla en la calle y al llegar a nuestro hospital donde trabajamos nos las tengamos que quitar. Un absoluto atentado al sentido común producto de la improvisación y modificación de los protocolos sin criterios mínimamente serios que atienden a razones de necesidad y no de ciencia.

A la pregunta de por qué había en España tantos sanitarios contagiados, contestó hace unos días el filibustero Simón; el motivo era que cuando uno daba positivo, se hacía el test a todos los compañeros, afirmación que tuvo que rectificar ante el aluvión de críticas al día siguiente. Aparte de afiliarse al engaño, hay que tener -como la frase de Groucho Marx-, unos principios para cada gusto, y los suyos parecen ser del gusto de sus superiores políticos, lo cual desbarata todo su fantástico currículo con una cuestión tan simple como la integridad y la responsabilidad adquirida por el cargo. A día de hoy se sigue sin testear a un gran número de sanitarios, al igual que a la población; si no hay síntomas no entras en la ecuación. Cabe aquí preguntarse (en referencia al subtítulo del artículo) si los sanitarios somos aquí una especie de kamikaces, como expone la portada de The New York Times el 31 de marzo, o verdaderamente lo que está sucediendo es que estamos siendo tratados como una categoría nueva de fungibles vivos, usar y tirar.

Ya se ha recalcado por muchos expertos, que el número de infecciones detectadas depende en gran medida de los test que se realicen. En España, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias asegura que se realizan 20.000 pruebas diarias, si tiramos de calculadora harían falta más de 6 años para testear a toda la población española (sin repetirlos a nadie). La cifra de mortalidad del coronavirus aquí (muy superior al resto de países) nos aporta un fuerte indicio de que existen muchísimos positivos sin detectar, que desarrollan la enfermedad de manera leve y asintomática, pero que no están excluídos de la posibilidad de contagiar al resto. Actualmente somos el 2º país en número de contagios, pero descendemos hasta el 6º puesto en número de test realizados. Con cifras de 6/04/2020 en España (135.032 casos detectados y 13.169 fallecidos) si aplicamos una tasa de letalidad similar a otros estados (como EEUU, Francia o Alemania: 1-2%) significa que muy probablemente el número de contagios en España puede superar el medio millón de personas. Estudios más exagerados, como el del Imperial College británico (bastante cuestionado) se van hasta los siete millones.

Finalmente, después de tanto dato, vamos a desplegar una tabla de prevención en salud, para exponer ordenadamente y con criterio científico de qué forma se plantean correctamente las estrategias y así comprenderemos por qué no se está haciendo del todo bien. Existen tres niveles de prevención, según el momento de la historia natural de la enfermedad en el que se realicen las actividades preventivas:

  • Prevención primaria

Está dirigida a evitar la aparición de una enfermedad o problema de salud, mediante el control de los agentes causales o los factores de riesgo. Por tanto, se realiza sobre las personas sanas. Algunas de estas medidas preventivas consisten en: la vacunación, el control de los factores de riesgo o las campañas que promueven hábitos de vida saludables. En este caso podemos incluir: lavado de manos, uso de mascarillas, gel hidroalcohólico, distancia de seguridad entre personas, e incluso podemos incluir el confinamiento en casa o el cierre de fronteras. También la correcta protección del personal sanitario que atiende a los enfermos. Y por supuesto, un plan estratégico previo frente a crisis sanitarias o epidemias.

  • Prevención secundaria

Son las medidas dirigidas a detener o retrasar el progreso de una enfermedad que ya tiene una persona. Las mismas consisten en la detección, diagnóstico y tratamiento precoz de la enfermedad. Un ejemplo de lo que es la medicina preventiva secundaria son las campañas para la detección precoz del cáncer de mama o de colon. En nuestro caso, está muy claro que es la realización de test masivos, que permitan la detección prematura de los casos positivos para tratarlos de forma temprana, poder aislarlos y así evitar nuevos contagios.

  • Prevención terciaria

Es aquella que se lleva a cabo con el fin de prevenir, retardar o reducir las complicaciones y secuelas de una enfermedad que ya tiene la persona. El objetivo es mejorar la calidad de vida del paciente. Ejemplos de ello son: la rehabilitación postinfarto agudo de miocardio o postictus. En este caso la terciaria consiste en la planificación en la atención de los positivos enfermos, esto es, la provisión de plazas de hospital, plazas de UCI, compra de respiradores, cuarentenas de enfermos convalecientes, etc.

Como podemos imaginar, en una enfermedad que carece de tratamiento actualmente, la prevención primaria gana mucha importancia. Sin embargo, son todos los niveles de prevención importantes para realizar un plan estratégico completo e integral. Ahora podemos extraer nuestras propias conclusiones acerca de ciertos aspectos negativos (y también de los positivos), aciertos y carencias de nuestra estrategia de abordaje de la pandemia con mucha mayor nitidez. Aportar aspectos técnicos y desenmascarar discursos muy tóxicos que se realizan en prensa y redes sociales con escasa formación. Evitaremos así ambas caras del engaño, evitando participar en la defensa a ultranza y justificación de una actuación técnicamente cuestionable, pero sin caer en sustituir de virus a político el agente causal de la pandemia.

Puede leer aquí anteriores entregas de Jorge Galán:
- 25/03/20 Repúblicavirus 2.0. -Si no hay mascarillas será porque no hacen falta-
- 17/03/20 Repúblicavirus 1.0
- 11/03/20 La senda del borrego
- 19/02/20 La prisión de Narciso
- 05/02/20 Perpetuar la desazón
- 27/01/20 Dar desazón por descanso II
- 22/01/20 Dar desazón por descanso
- 08/01/20 ¿Bailar pegados es bailar?