“La difusión y propagación de un bulo siempre es superior al desmentido, por lo que una afirmación como la de Medion de Larisa: «Miente, miente que algo queda...» se hace tristemente tan real como actual”
OPINIÓN. El ademán espetao. Por Jorge Galán
Artista visual y enfermero09/12/20. Opinión. El artista visual Jorge Galán escribe en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com otro artículo de la serie sobre la manipulación en redes sociales: “Las estrategias psicológicas que suelen utilizarse para que una noticia falsa logre el propósito previsto son múltiples. Su finalidad común consiste en eludir los argumentos objetivos a la hora de configurar nuestra imagen de la realidad, para ello...
...se nutren de numerosos sesgos susceptibles de engaño que se producen en el razonamiento y la lógica. Se articulan a través de falacias y errores lógicos, la culminación obviamente consiste en convertir al individuo en más manipulable y menos crítico con las informaciones que le llegan, aprovechando estos errores, al tiempo que consiguen una eficaz radicalización en las tendencias políticas”.
Manipulación en redes: la psicología al servicio de la mentira
Toca hablar de los mecanismos usados para conseguir que las fake news consigan sus propósitos, que habitualmente se centran en la difamación del adversario político. El principal problema que presenta este tipo de guerra sucia, aparte de cambiar la percepción de realidad de numerosos individuos, es que sus resultados suelen perdurar en el tiempo; la difusión y propagación de un bulo siempre es superior al desmentido, por lo que una afirmación como la de Medion de Larisa: «Miente, miente que algo queda...» se hace tristemente tan real como actual. Los efectos de una mentira son difíciles de reparar en su totalidad, quedando en el aire falsedades, difamaciones y sambenitos que frecuentemente persisten para siempre, de una u otra forma, en el ideario colectivo.
Como ya se mencionó en el anterior artículo, el bulo con cierta credibilidad, gran propagación y recorrido siempre contiene un fuerte alegato emocional claro e importante, aparte de estar enfocado en el descrédito del adversario político mediante la adjudicación de valores negativos e incluso delictivos. Habitualmente presenta elementos ligados a la realidad, que aumentan su credibilidad y sus posibilidades de ser admitido como verdadero. El lenguaje es el protagonista en cualquier acto de manipulación, es un arma y la estrategia más perversa para la dominación. Como dijo Orwell, «El pensamiento corrompe el lenguaje y el lenguaje también puede corromper las relaciones humanas».
Las estrategias psicológicas que suelen utilizarse para que una noticia falsa logre el propósito previsto son múltiples. Su finalidad común consiste en eludir los argumentos objetivos a la hora de configurar nuestra imagen de la realidad, para ello se nutren de numerosos sesgos susceptibles de engaño que se producen en el razonamiento y la lógica. Se articulan a través de falacias y errores lógicos, la culminación obviamente consiste en convertir al individuo en más manipulable y menos crítico con las informaciones que le llegan, aprovechando estos errores, al tiempo que consiguen una eficaz radicalización en las tendencias políticas. En general, en la inmensa mayoría de desinformaciones se promociona un modo de razonamiento de tipo inductivo y/o analógico, que desemboca en conclusiones erróneas o como mínimo tendenciosas.
El razonamiento inductivo es, a grandes rasgos, la comúnmente conocida «generalización»; teniendo en cuenta premisas parciales verdaderas, se concluye -o se induce a concluir- en una ficticia universalización de tales premisas. Otra herramienta (también inductiva) muy utilizada es el razonamiento analógico, que no es más que utilizar similitudes perceptibles como base para inferir alguna otra similitud que aún no se puede percibir, o asimilar lo que nos resulta novedoso a partir de lo que nos resulta familiar, parte de lo particular y concluye en lo particular, a través del establecimiento de relaciones.
Ambos mecanismos tal vez sean los más usados en la mayoría de los engaños que nos encontramos. Aunque existen muchos más errores de razonamiento o falacias que aparecen a menudo. Estas falacias no son más que atajos en el uso de la lógica por nuestra mente, donde se elude la objetividad y la consideración de complejidad en los asuntos, a menudo por una simple cuestión de comodidad o relajación. Nuestro intelecto tiene una fuerte tendencia a establecer soluciones o terminaciones apresuradas a los pensamientos, a veces a costa de cierta certeza: la convivencia y el reconocimiento de la duda de forma permanente en la gestión de silogismos nos provoca una inestabilidad y ansiedad difíciles de soportar.
Ya se han descrito una gran diversidad de falacias lógicas, en las que todos somos susceptibles de caer, con frecuencia de una forma poco consciente. Tal vez en este aspecto radica la efectividad de estas estrategias de engaño, en la colocación de mensajes en el propio subconsciente de los individuos.
Podemos citar algunas de las más utilizadas, como el uso del descrédito personal del contrario, sus características o autoridad para defender una idea: Falacia ad hominem. Contrarrestar una posición lógica y argumentativa que el contrincante realmente no tiene: Falacia del hombre de paja (habitualmente se polariza exageradamente la postura del adversario, lo que facilita la replica). Los propios eufemismos o falacias de la falsa equivalencia. Una de las más recurridas es la aceptación de ideas por el hecho de ser populares: Falacia populista o ad populum. Limitar las opciones de elección a dos, cuando puede haber muchas más: Falacia del falso dilema. El mal uso de una autoridad como referencia: Falacia de la apelación a la autoridad o ad verecundiam. También es muy usual la Falacia circular: Se repite lo que ya se asumió de antemano y no llega a ninguna nueva conclusión. La Falacia de la correlación y la causalidad: se concluye acerca de una causa sin evidencia suficiente para hacerlo. Otra falacia causal es la falacia post hoc, ocurre al confundir algo con la causa solo porque vino primero. Esta falacia además suele ser la responsable de muchas supersticiones y falsas creencias.
Paul Graham también desarrolla, en un aspecto mucho más constructivo, una jerarquía de la calidad argumentativa, que ordena la manera en la que las personas manifiestan su desacuerdo. Sus niveles engloban desde la posición más sólida y racional (refutación del punto central) hasta la descalificación del adversario como argumentación desde la posición racionalmente más frágil.
Como vemos, también Graham hace referencia a las ya mencionadas falacias o errores lógicos. Pero en cuanto a la contienda política y el descrédito del adversario predomina un conocido decálogo que funcionó en el pasado y sigue funcionando hoy día, especialmente ideado para la propaganda. Son principios que habitan en la mayor parte de las fake news de contenido político que hoy circulan por las redes. Se trata de los 11 principios de Goebbels. Expondré un breve resumen simplemente para verificar lo extenso de su utilización:
Principio de simplificación y del enemigo único: Individualizar al adversario en un único enemigo. Método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. Silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines. Transfusión: Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas o tradicionales. Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente que se piensa «como todo el mundo», creando impresión de unanimidad.
Otra referencia similar, son las 10 estrategias de manipulación de masas, descritas por el francés Sylvain Timsit y falsamente atribuídas a Chomsky. Más cercanas a acciones e imposiciones de carácter vertical en el ejercicio del gobierno, aunque son muy usadas por toda la clase política en general, también las hemos visto utilizadas en infinidad de ocasiones:
La estrategia de la distracción: Desviar la atención del público de los problemas importantes mediante la técnica de la inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. Crear problemas y después ofrecer soluciones: Este método también es llamado «problema-reacción-solución». Naomi Klein le dedica todo un ensayo en su Doctrina del shock. La estrategia de la gradualidad: Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. La estrategia de diferir: Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como «dolorosa y necesaria», obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Dirigirse al público como criaturas de poca edad: La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Tristemente usada hasta la saciedad en nuestro país.
Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión: De nuevo se repite una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad: Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. Reforzar la autoculpabilidad: Hacer creer al individuo que es él el culpable de su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema, el individuo se autoinvalida y se culpa, lo que genera una inhibición de su acción. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen: En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes.
Como podemos ver, las técnicas de control y manipulación de la población han evolucionado, pero no son muy distintas a las empleadas por pasados regímenes. No todos los ambientes son propicios para ejercer la manipulación y lograr los objetivos propuestos, por lo que la psicología de masas tiene en consideración que el individuo es de naturaleza social, que tiene tendencia a reproducir las acciones del resto del grupo y es débil ante una idea o situación dominante.
Como describió Gustave Le Bon, en medio del grupo «el Yo es sustituido por el Nosotros». Sigmund Freud en su Psicología de las masas y análisis del yo, Elías Canetti en Masa y Poder y Peter Sloterdijk en El Desprecio de las Masas, han aportado los cimientos para entender las características, el funcionamiento y la evolución del comportamiento en masa. Herbert Marcuse subrayó la importancia de los medios como máquina fundamental para la manipulación.
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