Galán: “La identidad es una construcción subjetiva, personal y simbólica que se moldea ininterrumpidamente en la interacción con el mundo que nos rodea durante toda la vida”

OPINIÓN. El ademán espetao. Por Jorge Galán
Artista visual y enfermero


13/01/23.
Cultura. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. El próximo lunes 16 de enero continúa el proyecto de investigación en el laboratorio de la Facultad de Bellas Artes de Málaga, en El Ejido, con la dirección de Joaquín Ivars, profesor titular, artista visual, escritor e investigador de las relaciones entre arte, ciencia, pensamiento y sociedad. En esta ocasión la cita es una ponencia teórica...

...sobre la identidad que impartirá Jorge Galán, artista de acción y audiovisual, enfermero y colaborador en EL OBSERVADOR, titulada "Todos nacemos originales y morimos copias". Más información y detalles de este evento abierto y gratuito AQUÍ.

La ponencia se celebrará en el aula teórica 2 de la facultad de BBAA, a las 12:30 h. Con entrada libre y gratuita para cualquier interesado. El próximo día 23 se celebrará una acción colectiva en la calle y todo el proceso, junto con el vídeo de la propia acción se mantendrá expuesto en la sala de laboratorio del centro (antigua sala Trincharte) desde el 25 al 30 de enero.


Esta es la propuesta de Jorge Galán:

Demonstration-Leitmotiv

La identidad

La identidad es un concepto multidimensional y fluido que se mantiene en continuo cambio a lo largo de toda nuestra vida. Con mucha frecuencia tendemos a reducir su complejo polimorfismo a los rasgos más estables que figuran en nuestro documento nacional de identificación (que no de identidad), como el nombre y apellidos, el sexo, la nacionalidad, la fecha de nacimiento, etc.


Existen otras facetas de nuestra identidad que son menos constantes que nuestra determinación biológica, pero no menos importantes. La identidad es una construcción subjetiva, personal y simbólica que se moldea ininterrumpidamente en la interacción con el mundo que nos rodea durante toda la vida. El complejo entramado social en el que vivimos y nuestra propia experiencia inciden en la gestión de la información que nos viene del exterior y de nuestras propias emociones respecto a él. Se constituye -a posteriori- en condicionante importante de nuestras propias respuestas y conductas. La identidad tiene -por este motivo- unas importantes implicaciones individuales y sociales.

La identidad se construye -sobre el soporte del lenguaje- a partir de un par de herramientas psicológicas como la identificación, -que codifica y categoriza el mundo mediante la generalización de todo lo que conocemos-, y la diferenciación, (que funciona en combinación y de forma paralela) -y que nos permite interpretar nuestra mismidad o esencia diferente al resto-. Mediante la identificación establecemos lazos emocionales por relaciones de equivalencia e incorporamos atributos de los demás, que finalmente nos transforman a nosotros mismos. Consecuentemente, creamos categorías en las cuales esperamos encajar y esperamos que otr@s encajen.

Estas categorías identitarias abarcan todo lo socialmente generalizable y establecen un proceso de ordenación del entorno que nos permite ubicarnos (y que otr@s nos ubiquen) en la telaraña de relaciones sociales. Nos autodefinen y establecen nuestra relación con los demás con distinta relevancia, pero siempre influyen en nuestra forma de interpretar la realidad.


Este proceso de categorización se pueden constituir desde el aspecto físico (alto, fea, gordo), la personalidad (tímida, colérico, controlador), el género (heterosexual, transexual), la edad (joven, adulto, jubilado), la etnia (gitano, árabe), el territorio (andaluz, perchelera), la nacionalidad (español, colombiana), la clase social (rico, pobre), la lengua (hispanohablante, francófona), la religión (musulmán, católica), la ideología (liberal, conservador, progresista), el rol familiar (madre, esposo, viuda), las actividades (músico, estudiante, activista), las emociones (triste, ansioso, tranquila), las aspiraciones (futuro director, estrella musical), la propiedad (propietaria, arrendatario), las experiencias traumáticas (superviviente del 11S), las relaciones (monógama, polígamo), las creencias (destino, ciencia, suerte), el ocio (ciclista, padelero, aficionada al cine), las conspiraciones (negacionistas, antivacunas, terraplanistas) y un interminable etcétera tan extenso como nuestro mundo.

Esta categorización del mundo acaba formando parte de nosotros y modifica la gestión de la información, de las emociones y la propia interpretación del mundo que nos rodea. Las categorías orientan nuestro comportamiento y nuestra forma de relacionarnos, acaban teniendo unas implicaciones tremendas en la configuración de nuestras sociedades.

La identificación de forma relevante con algunas de estas categorías a la que se entregan algunos grupos, acaba transformándose en fronteras y parcelaciones sociales, bajo la limitación de la pertenencia/exclusión a estas propias categorías.

Numerosas categorías pueden ser construidas externamente. Agentes sociales o políticos pueden ser clave en la delimitación de las fronteras colectivas y de los criterios de pertenencia. Se pueden construir exclusiones artificiales e interesadas. La población con mayor acceso al poder suele tener una mayor probabilidad de crear categorías identitarias que se convierten en las dominantes y que tendrán una mayor repercusión en la vida cotidiana. Los procesos de categorización se vinculan estrechamente con las desigualdades sociales. Las jerarquías entre grupos son el fruto de la atribución de juicios de valor a los discursos de la diferencia. La definición de “otro” grupo en términos negativos puede servir para legitimar su discriminación y el trato preferencial para los miembros del endogrupo.

Éstas son solo algunas de las numerosas consecuencias individuales y sociales de los procesos identitarios en nuestras sociedades actuales.