El 31 de diciembre de 1932, al cabo de 31 días de persecución y lucha, la Guardia Civil mata en la Serranía de Ronda al bandido Flores Arocha. Uno de los guardias también murió

OPINIÓN. 
Málaga y sus historias. Por Ramón Triviño
Periodista

11/05/22. 
Opinión. El periodista Ramón Triviño, en su colaboración habitual con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, en la que recopila curiosidades de la historia de Málaga, escribe sobre el bandido Flores Arocha: “En 1932 vuelve a la finca fuera de sí y va matando a toda la familia. La mujer, los hijos y finalmente a Salvador, acto que según quienes lo conocieron bien siempre lamentó...

...Una de las hijas que tenía meses resultó herida pero sobrevivió”.

La muerte de un bandido

El 31 de diciembre de 1932, al cabo de 31 días de persecución y lucha, la Guardia Civil mata en la Serranía de Ronda al bandido Flores Arocha. Uno de los guardias también murió.


Flores Arocha había nacido en 1887 en Igualeja y casado con María Gil González. Su vida se ve complicada por el ansia de conseguir una finca que poseía su suegro y que él se empeñó en adquirir, sin embargo se la vendió a un familiar cercano suyo que se llamaba Salvador.

En 1931 fue a ver al nuevo propietario para replantear la compra del terreno, este acababa de llegar a la finca con su hija de 18 años, se enredan en una discusión y Arocha, pistola en mano, se le dispara el arma accidentalmente, matando de manera fortuita en el acto a la hija de Salvador.

Desde ese desgraciado momento se convierte en un forajido y es perseguido por la Guardia Civil. Huye a la sierra, pero su afán por conseguir la finca se acrecienta en su soledad, y desde ese momento vivirá con la firme idea de alcanzar su objetivo sin que nada ni nadie sea capaz de detenerlo.

En 1932 vuelve a la finca fuera de sí y va matando a toda la familia. La mujer, los hijos y finalmente a Salvador, acto que según quienes lo conocieron bien siempre lamentó. Una de las hijas que tenía meses resultó herida pero sobrevivió.


Aproximadamente tres años más tarde volverá a protagonizar otro episodio con sus perseguidores que lo buscan de forma incansable. Según los propios del lugar, se acercó a un cortijo de dos plantas, construido en el año 1930, cerca de donde se une el arroyo de Cruz con el del río Verde y estaba tomando café en la casa, cuando se percató de que por las cercanías pasaba una pareja de "migueletes" guardias civiles, que habían advertido que el zurrón y la escopeta del bandido se hallaban apoyadas en el umbral de la puerta.

Los civiles se van hacia el cortijo, cuando Flores, que tenía un especial olfato para detectar a los guardias, denota su presencia y rápidamente se abalanza hacia el trabuco y la emprende a balazos con los citados “migueletes” que huyen hacia el río cercano.

Al pasar unas horas, vuelven los guardias y temerosos de que aún se halle el bandolero en el cortijo, toman como escudo humano a Francisca, hija de José Garcia propietario de la finca, que tenía 5 años. Tras entrar en el cortijo y cerciorarse de que Flores se había ido, la emprenden a balazos con la fachada de la casa, para de esta manera buscar un enfrentamiento con el bandolero.

Flores vuelve a la sierra más solo que nunca y así vivió ocultándose hasta que en ese mismo año la Guardia Civil conoció su paradero y van a por él. Según se sabe fue un enfrentamiento largo y duro. Ofreció una fuerte resistencia y se negó repetidamente a rendirse. En el tiroteo resultó muerto uno de los guardias, pero debido a la superioridad de estos logran cercarle y darle muerte. Tenía 35 años.

Pie de foto: El cuerpo de Flores Arocha fue trasladado hasta Marbella.

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