“Sabéis que yo he mantenido que en nuestras instituciones hay diversos puntos de urgente resolución que se deben afrontar unidos. Entre ellos, y quizás el primigenio, el de la vuelta a su razón de ser”
OPINIÓN. Cuarta cultura. Por Ramón Burgos
Periodista20/09/21. Opinión. El periodista Ramón Burgos escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la razón de ser de las cofradías: “No os debe extrañar, por tanto, que ahora repita –y lo haré una y mil veces más– ‘que el fondo de toda cuestión no es otro que la certeza de que las asociaciones de fieles no nacen ni se desarrollan para el único fin de pasear titulares o demostrar que, al son de...
...la música, los <<costeros>> se mueven a compás’”.
Dentelladas
Escribo al hilo de una frase escuchada en lugar cofrade: “(…) hay que evitar las dentelladas que se están dando a nuestras devociones y tradiciones”.
Con toda ingenuidad, corrí al Diccionario de la Real Academia –actividad que no dejo de aconsejar para no equivocarse con el sentido exacto de las palabras– intentando asegurarme de que lo afirmado con rotundidad era una metáfora con una interpretación que iba más allá de lo oído y procesado en mi cerebro: “Herida que dejan los dientes en la parte donde muerden”.
Inmediatamente comprendí que el autor de la locución –por cierto, persona destacada en el mundo cofrade, con responsabilidades institucionales– se quejaba de las “mordeduras” que, desde distintos ámbitos sociales, se están lanzando contra estas instituciones católicas (cofradías y hermandades), con la intención clara de lacerar en lo más profundo, es decir, en el alma; algo muy similar a lo denunciado por el secretario de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello: “Liturgiafobia”.
Sabéis que yo he mantenido, en casi todos los lugares “semanasanteros”, que en nuestras instituciones, independientemente del momento por el que atraviesen y sean quienes sean sus representantes, hay diversos puntos de urgente resolución que se deben afrontar unidos. Entre ellos, y quizás el primigenio, el de la vuelta a su razón de ser.
Pues bien, no os debe extrañar, por tanto, que ahora repita –y lo haré una y mil veces más– “que el fondo de toda cuestión no es otro que la certeza de que las asociaciones de fieles no nacen ni se desarrollan para el único fin de pasear titulares o demostrar que, al son de la música, los <<costeros>> se mueven a compás”.
Si nos quedamos tan sólo con esto último, ¡mal favor estaremos haciendo a la fe y a la razón! al asemejarse a un desfile de Carnaval. Y no quiero decir, como mantienen algunos “catedráticos” de la Semana Mayor, que todas las públicas de creencias tienen que ser “serias”. Todo lo contrario: cada cual tiene la obligación de mantener y defender, por encima de cualquier opinión interesada, su verdadero valor intrínseco, sin copias –siempre, al menos, en entredicho–.
¿Acaso os atenaza el miedo de ser tachados de capillitas incongruentes?... ¡Y hasta puedo explicar el por qué de esa falsedad!
Puede leer aquí anteriores artículos de Ramón Burgos