“Vamos a tener que remozar algunos valores que considerábamos como fundamentales: la fiabilidad de las fuentes, la honestidad de los comunicadores, los liderazgos informativos, etc”
OPINIÓN. Cuarta cultura. Por Ramón Burgos
Periodista
24/01/22. Opinión. El periodista Ramón Burgos escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las palabras: “Independientemente de la atención prestada y de los “ruidos” que acompañan a cualquier comunicación –o al menos a la mayoría de ellas–, el interés despertado es, así yo lo creo, el punto básico que nos lleva a mantener la atención necesaria en el mensaje que se nos quiere transmitir”...
Palabras al día
Ha llegado a mis oídos un informe –me gustaría leerlo detenidamente– en el que se afirma que cada persona “lanza” a diario alrededor de cuarenta y ocho mil palabras, imagino que sumando a las conscientes las que se emiten inconscientemente en las horas de sueño. Y, al respecto, me ha dado por reflexionar sobre la utilidad de tan alto número de vocablos y su inclinación para los congéneres que escuchan.
Independientemente de la atención prestada y de los “ruidos” que acompañan a cualquier comunicación –o al menos a la mayoría de ellas–, el interés despertado es, así yo lo creo, el punto básico que nos lleva a mantener la atención necesaria en el mensaje que se nos quiere transmitir.
Y es aquí, precisamente, donde más resbalones se están cometiendo en el lenguaje socio-político. De aquel “pan y toros”, hemos pasado al más actual “pacto y silencio”. ¡Que luego siempre nos queda el dios de cada uno para encomendarnos con todo fervor!
Tengo la impresión –y los datos– que, al menos en el ejercicio de la profesión periodística, vamos a tener que remozar algunos valores que considerábamos como fundamentales: la fiabilidad de las fuentes, la honestidad de los comunicadores, los liderazgos informativos, etc.
¿He dicho en el periodismo?... La realidad es que lo comentado vale para cualquier profesión ejercida en esta o en otra tierra. Y si no creéis que es así, fijaros como ejemplo en las “magníficas fotos de camarilla” con las que nos deleitan a diario en las redes sociales: siempre, o casi siempre, son “grupales”, propias de las “manadas” –a excepción, eso sí, de las que se disparan para que el líder tenga la mayor y única preponderancia–.
¡Cómo hecho de menos aquellos testimonios gráficos de no hace tanto tiempo en los que todas las opciones posaban juntas y con buena cara! Probablemente porque estoy seguro que entonces existía una conciencia real del bien común y el desarrollo activo y fructífero.
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