“Cada vez me siento más cercano a las sentencias, proverbios, adagios, refranes, máximas, dichos, pensamientos, axiomas, apotegmas, preceptos, fórmulas o reglas de nuestro rico patrimonio histórico...”
OPINIÓN. Cuarta cultura. Por Ramón Burgos
Periodista
17/06/24. Opinión. El periodista Ramón Burgos escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre proverbios: “Uno, titulado “Contra los malvados y simuladores”, ha llamado especialmente mi atención: “Es un infame, un malvado, el que tiene la boca llena de perversidad; guiña el ojo, toca con los pies, hace una seña con los dedos: en su corazón depravado maquina el mal, siempre está sembrando discordias...
...Por eso, llegará su ruina de repente, será destrozado de improviso y sin remedio” (Proverbios 6. 2-15)”.
¿Seguirán?
Está escrito: “El libro de los 'Proverbios' reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de Salomón, hijo de David, rey de Israel” –aquel que “superaba la (sabiduría) de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto” (1 Rey. 5. 10)–.
Entre los aforismos que allí podemos encontrar, uno, titulado “Contra los malvados y simuladores”, ha llamado especialmente mi atención: “Es un infame, un malvado, el que tiene la boca llena de perversidad; guiña el ojo, toca con los pies, hace una seña con los dedos: en su corazón depravado maquina el mal, siempre está sembrando discordias. Por eso, llegará su ruina de repente, será destrozado de improviso y sin remedio” (Proverbios 6. 2-15).
Y, no me preguntéis por qué, este dicho breve, que, sin duda, “encierra una verdad útil”, me ha hecho reflexionar como si se tratase de la descripción exacta de las posiciones mantenidas en nuestros días por algunos de los “mandamases” que pululan, con petulancia infinita, por distintas empresas, organizaciones y asociaciones –sean del tipo que sean y tengan los fines que tengan–, incluyendo a algunos –¿todos?– de los líderes de los numerosos partidos políticos que han florecido en este país.
A estas alturas soy consciente que tenéis todo el derecho a decir que exagero, pero, como creo que ya os dije, cada vez me siento más cercano a las sentencias, proverbios, adagios, refranes, máximas, dichos, pensamientos, axiomas, apotegmas, preceptos, fórmulas o reglas de nuestro rico patrimonio histórico... Sobre todo a aquellas y aquellos que me permiten ratificar la necia repetición de las actitudes no sanas en el género humano, y muy especialmente de los miembros de la ciudadanía que anteponen su interés personal a la “rentabilidad” general.
Parafraseando a JR. Chaves (delajusticia.com), aunque en materia diferente y más universal, “Al fin y al cabo, el interés general (art. 103 CE) o su hermano gemelo, el interés público, y sus parientes, la utilidad pública y la eficacia son el fundamento de las potestades públicas y el norte de toda acción administrativa”.
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