“¿Habrá llegado el momento de plantearse la revisión profunda del modo y manera de elegir a nuestros representantes, sea cual sea el ámbito de decisión? Al menos para mí se trata de algo inaplazable”

OPINIÓN. Cuarta cultura. Por Ramón Burgos
Periodista


18/11/24. Opinión. El periodista Ramón Burgos escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los representantes políticos: “Se trata, simplemente, de una cautela, precaución o sospecha que viene anidando en mis últimas reflexiones sobre la representación otorgada a nuestros líderes y que, a base a pactos, se enmaraña desordenadamente acercándonos al escepticismo”...

Haberlas/Haberlos

De las consultas de la RAE entresaco la expresión «haberlas/haberlos, haylas/haylos» “que se emplea para enfatizar la existencia de algo que suele ponerse en duda. Se trata de una frase hecha con una forma concreta que no admite variación y su uso es correcto”.


Reconozco –admitiendo mi error– que, hasta hace relativamente poco tiempo, siempre entendí que esta locución hacía referencia a la brujería, con un carácter marcadamente femenino; pero el tiempo, que todo lo pone en su sitio, me ha abierto los ojos a un horizonte mucho más amplio y, estoy seguro, más concordante con la realidad.

Me refiero a las incongruencias y a los saltos al vacío que en las materias jurídicas, sanitarias y legislativas estamos sufriendo. Lo que hoy es bueno –aunque pueda mejorarse–, mañana deja de serlo –aunque no pueda mejorarse–.

Podría hablaros de leyes de educación, de derechos a la vida, de equidad en el trato humano... En fin, de todo aquello que en épocas anteriores nos ocultaban con “pan, circo y toros”, y que ahora nos lo encubren como “logros significativos en el desarrollo social y económico”.


Dejaré claro que no está en mi ánimo ni el más pequeño atisbo de retrotraerme al pasado, pues siempre he mantenido que “ningún tiempo anterior fue mejor”... Se trata, simplemente, de una cautela, precaución o sospecha que viene anidando en mis últimas reflexiones sobre la representación otorgada a nuestros líderes y que, a base a pactos, se enmaraña desordenadamente acercándonos al escepticismo.

Y dicho esto –por lo aprendido en carne propia – me atrevo a afirmar que esta “desconfianza” tiene mucho que ver con la inseguridad y la indecisión, aunque las formas de plantearla públicamente intenten asemejarse a la certidumbre o a la pujanza.

¿Habrá llegado el momento de plantearse la revisión profunda del modo y manera de elegir a nuestros representantes, sea cual sea el ámbito de decisión? Al menos para mí se trata de algo inaplazable.

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