“No considero una buena educación aquella que no logra que el individuo tenga una definida concepción del mundo”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


23/06/20. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la educación: “Hace ya tiempo que se definieron los procesos de enseñanza en tres componentes: la trasmisión de conocimientos, la de habilidades y la de actitudes. Las nuevas tecnologías,...

...siempre debidamente orientadas, pueden, hoy mejor que nunca lograr la trasmisión de conocimientos y saberes, incluso a distancia”.

La forma y el modo de la enseñanza para alejarnos de la educación

“Se comete un grave error cuando se pretende reformar la educación como si se tratara de un problema meramente técnico, y no el resultado de la concepción del hombre al que sirve de fundamento, de esos presupuestos que la sociedad mantiene acerca de su realidad y su destino y que definen una manera de vivir y de morir, una actitud ante la felicidad y el infortunio”. Ernesto Sábato.

Educar siempre ha sido un desafío para las sociedades humanas. Pero cuando se referían a la educación antes de la era de la razón, era para los hijos de los poderosos y su misión se centraba en las tradiciones de sus pueblos, los caprichos y exigencias de sus dioses y las maneras de manejar a sus súbditos.

En la Grecia antigua se educaba para la acción, para la correcta convivencia y el desarrollo de la "polis". Con Aristóteles y con Epicuro, también para el conocimiento, recogiendo las tradiciones jónicas relacionadas con las culturas orientales.

La formación es un concepto mucho más actual y se orienta sobre todo, para la preparación de las personas para su futuro. Ha habido varias revoluciones en el campo de la enseñanza. La primera, el paso de la tutoría individual personificada en el preceptor, o en grupos pequeños, a la clase colectiva. Después entraron sistemas de enseñanza alternativas como en método "Montessori" y otros en los que la relación profesor - alumno ha ido cambiando a lo largo del tiempo.

Otro tema que ha variado radicalmente es la preocupación por el tipo de conocimientos a trasmitir en los procesos de formación. Por un lado se ha producido un desinterés progresivo por lo que se denomina la ciencia no acumulativa (filosofía, literatura, lengua,...) y por el contario una expansión explosiva sobre las ciencias acumulativas, que ha llevado a su vez a las especializaciones con sus correspondientes centros y titulaciones. Dentro de este grupo están las ciencias fácticas y las ciencias sociales. Me gustaría hacer hincapié en que estas superespecializaciones son una necesidad, jamás una virtud. En muchos casos más bien lo contrario. No considero una buena educación aquella que no logra que el individuo tenga una definida concepción del mundo, y para ello la especialización no solo no ayuda, sino que deforma.

Paralelamente a estos procesos y especialmente desde la generalización del uso de internet, se han ido desarrollando nuevos instrumentos o modos de formación y entre ellos de una forma destacada la llamada formación no presencial o a distancia, originada en un principio para aquellos que no podían acudir presencialmente a las clases. Así llegaron a aparecer grandes universidades virtuales con amplio apoyo tecnológico. Este sistema sirvió también para complementar estudios presenciales y convertirlos en semi presenciales, especialmente en los  postgrados. Todo esto ha llevado a que se perfeccionen cada vez más las plataformas de este tipo den docencia tanto para la docencia misma como para la evaluación de pruebas y conocimientos.

La llegada de la pandemia ha forzado esta situación provocando que la enseñanza a distancia se generalice. En muchas ocasiones ni docentes ni alumnos estaban preparados para manejar las plataformas, y mucho menos las técnicas de esta formación a distancia. No obstante, el resultado ha sido mucho mejor de lo esperado, hasta el punto de que se esté pensando en incorporar esta forma de enseñar para ciertas materias, centros y alumnos de forma permanente.

Sobre estos temas me gustaría hacer algunas reflexiones. Desde hace bastante tiempo la formación ha preterido a la educación. Se trata de que las personas sean útiles para el mercado laboral, no bueno ciudadanos o felices. De hecho se le llama formación para el empleo, que dada la dinámica de la economía líquida actual, es una formación "continua", hasta tal punto que como te despistes quedas nominado y excluido como ocurre en "gran hermano" o programas similares.


Esto ha llevado también a una deshumanización de todo el proceso formativo. El "maestro" ha casi desaparecido siendo sustituido por los medios, procesos y técnicas de aprendizaje. Al desaparecer el maestro desaparece también el precedente humano del ejemplo.

Otro aspecto que se pone en duda es la "prueba" o examen. Es evidente que se ha desarrollado y con cierto detalle las formas de examinar a los alumnos a distancia (preguntas de respuesta única, tiempo de respuesta limitado, cuestiones de reflexión, etc...), pero igualmente se han desarrollado formas de engañar esas sutiles técnicas.  Hace poco una institución universitaria apelaba al compromiso ético de los universitarios.  Me parece absurdo, cuando no cínico, apelar e esa instancia cuando se les está enseñando todos los días a los alumnos a ser competitivos por encima de todo, incluyendo en el todo la cabeza de sus propios compañeros.

Es evidente que la expansión de la educación no presencial no mejora ninguno de los aspectos comentados. Sabremos muchas cosas útiles y desarrollaremos mejor nuestras competencias profesionales, pero no seremos mejores ciudadanos y ni siquiera aseguraremos nuestros empleos dados los ritmos de cambio tecnológico y de organización de la sociedad.

Hace ya tiempo que se definieron los procesos de enseñanza en tres componentes: la trasmisión de conocimientos, la de habilidades y la de actitudes. Las nuevas tecnologías, siempre debidamente orientadas, pueden, hoy mejor que nunca lograr la trasmisión de conocimientos y saberes, incluso a distancia. Más difícil pero no imposible dado el refinamiento y amplitud de las técnicas y tecnologías, el desarrollo de habilidades para el ejercicio de actividades profesionales. Pero es muy difícil crear actitudes en los alumnos sin el contacto humano directo y el ejemplo que conlleva la función de maestro. Para ello es necesaria la interacción humana, mirarlos a los ojos y navegar por sus espíritus, sus ilusiones y sus ideales.

La formación a distancia, aunque logre sus objetivos de aprendizaje para la producción y el consumo, nunca llegará a la educación del hombre, ni como individuo, ni como ciudadano perteneciente a un grupo social.


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