“En los tiempos actuales las mentiras y falsedades son cada vez más abundantes y de mayor entidad llegando a existir verdaderos profesionales de las falsas noticias”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
03/07/20. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el miedo y la mentira: “Hay muchas clases de miedos y de mentiras. Están los embustes que son mentiras de categoría inferior. Son mentiras con mentalidad infantil, que no quiere decir que...
...las digan los niños. Incluso existen las mentiras "piadosas" que las llamamos de este modo por la bondad de los resultados. Luego vienen las mentiras como manifestaciones contrarias a una realidad ya sea conocida o creída. Por fin en una categoría mayor viene la falsedad, con unas connotaciones más éticas y más vinculada a tintes de intereses personales y sociales”.
Miedos, mentiras y maldades
"Lo que de verdad da miedo es que vuelva la pretensión de que no es posible distinguir entre afirmaciones factuales verdaderas y falsas, entre suposiciones verosímiles y disparatadas"
Caroline Emcke
El miedo es tan congénito al ser humano como la mentira, y en muchas ocasiones están íntimamente relacionados. Hay muchas clases de miedos y de mentiras. Están los embustes que son mentiras de categoría inferior. Son mentiras con mentalidad infantil, que no quiere decir que las digan los niños. Incluso existen las mentiras "piadosas" que las llamamos de este modo por la bondad de los resultados. Luego vienen las mentiras como manifestaciones contrarias a una realidad ya sea conocida o creída. Por fin en una categoría mayor viene la falsedad, con unas connotaciones más éticas y más vinculada a tintes de intereses personales y sociales.
En los tiempos actuales las mentiras y falsedades son cada vez más abundantes y de mayor entidad llegando a existir verdaderos profesionales de las falsas noticias, fake news en lenguaje del imperio, y programas construidos y preparados para su difusión, que están tan bien diseñados que son difícil de desmontar aun mostrando que las bases de las que parten no son ciertas. Esta situación está llevando a dos resultados igualmente peligrosos, a no creerse nada, lo que lleva al nihilismo y la inacción de las personas bienpensantes, o a tomar partido por creerse aquello que encaja en nuestros valores e intereses y que termina en feroces enfrentamientos entre posiciones antagónicas que pueden terminar en conflictos reales fomentando los odios y la proliferación de las teorías de las conspiraciones.
Por otro lado, estaría el miedo, o los miedos, que hay muchos y de clases diferentes, vinculados a la propia historia de la humanidad y que para su expansión y manejo, necesitan en muchos casos de las mentiras antes vistas. El primero y seguramente el mayor de todos los miedos es el que se refiere a nuestra propia existencia. La respuesta en la casi totalidad de los casos tiene carácter metafísico, aunque desde una perspectiva racionalista sean grandes mentiras al servicio del poder, sirven para la tranquilidad de espíritu de las personas de fe.
Hay una segunda categoría de miedos, muy tratada por los filósofos, que es el de la propia conservación o, si lo prefieren, el miedo a la pérdida de la vida ante una amenaza exterior. En estos momentos lo lógico es que el hombre huya y se esconda, aunque en ocasiones cuando peligran "los suyos" o sus más íntimos valores, la honra y la libertad del Quijote, decida enfrentarse a la amenaza. En ese instante es cuando nace el héroe que muere o sobrevive. Hay que señalar que las estructuras de poder vigentes en esos momentos tratan de incluir en esos "íntimos valores" mediante artimañas que no son más que mentiras más o menos encubiertas, temas como la religión o la patria.
Sigmon Bougman considera también en esta categoría el miedo a la exclusión en la sociedad actual. Exclusión del éxito, de la fama, al prestigio corporativo, a la riqueza ostentatoria,... como algo que puede llevar así mismo a la gran mentira que induce identificar esos aspectos con la felicidad y el bienestar social.
Pero, por encima de todo lo anterior, en los últimos tiempos se han generalizado las "noticias falsas", incluso podríamos llamarlas falsas verdades, ya que se presentan como tales. De una noticia falsa se ha llegado a un discurso falso, incluso a falsear la historia, siempre en base a hipótesis descabelladas, lo que entra en contradicción con el realismo de las hipótesis, piedra clave de la investigación social.
Pero lo que diferencia a este nuevo tipo de mentiras (nuevo en cuanto a su magnitud, ya que podríamos encontrar múltiples antecedentes a lo largo de la historia), es, por un lado, la perversidad de sus finalidades ya que van contra alguien o contra algo, y, de otro, su alianza con las redes sociales que difunde y potencia estas nuevas mentiras.
A todo esto hemos de añadir la carencia de referencias que nos permitan descubrir a los falsarios y distinguir entre "afirmaciones factuales verdaderas y falsas, entre suposiciones verosímiles y disparatadas" como dice Caroline Emcke. A eso no solo hay que tenerle miedo, sino terror. Si para Enrique Carlos Discépulo el SXX era un cambalache, el XXI es una enorme montaña de mentiras.
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