“En las redes sociales la falsedad nos ha tomado la mano, ya sea con noticias, perfiles o publicidad falsa, o con el insulto, la calumnia y el bullying”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


07/07/20. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las redes sociales: “Han dado voz a la gran mayoría de los ciudadanos, pero con ellos se han colado los que gritan, insultan y mientes, es decir a los que usan de manera torticera esa herramienta,...

...siendo además difícil y delicado el control por parte de sus administradores porque es complicado distinguir la falsedad en ese aluvión de mensajes, y más aun diferenciarla del delito”.

El ágora ultrajada o la hora de los imbéciles

En la base de nuestra civilización el ágora representó la más genuina expresión de libertad. En la Hélade los ciudadanos (en este concepto no entraban ni mujeres, ni esclavos, ni extranjeros, ni pobres..., es decir los de siempre) podían dirigirse a la población para exponer sus ideas y hacer propuestas a los gobernantes. Otra cosa es lo que podía ocurrir luego, pues podían recibir en su casa un "recado" de como terminar plácidamente sus días, o, en el mejor de los casos, mandarlos al ostracismo, que es como a hacer puñetas pero muy lejos.


En esta sociedad líquida de Bougman, que cada vez tiene más de aguas fétidas, ha convertido a las redes sociales basadas en internet, en el paradigma del ágora actual, aunque en este caso cualquiera puede participar en ella. Esta idea, magnífica sin duda en principio, pronto fue adulterada y presentando sus derivas más espantosas, consecuencia de una época en que todo se reduce a competencia entre incompetentes y a zafiedad e inmoralidad a destajo en este cambalache que Enrique Santos Discépulo creyó ver a principios del siglo pasado al que el presente lo está dejando como bueno. En las redes sociales la falsedad nos ha tomado la mano, ya sea con noticias, perfiles o publicidad falsa, o con el insulto, la calumnia y el bullying. Lo peor que hay en el ser humano emerge y oculta todo lo demás. Los imbéciles, acaudillados por los perversos, todos en el afán de la codicia, muestran como los valores, individuales y sociales no solo se les niega la existencia sino que son masacrados desde la mayor impostura.

No pretendo con estas ideas discriminar y menos insultar al pueblo llano que participa activamente en estas operetas sociales. Ellos al fin y a la postre no son sino consecuencia de una sociedad cuya cultura es el consumo y a la que se le está cercenando la capacidad de reflexión y la crítica razonada. Hoy en día la mayoría de ideas que se exponen en las redes tienen su origen en órganos diferentes al cerebro y funciones distintas del razonamiento.

Las redes sociales han dado voz a la gran mayoría de los ciudadanos, pero con ellos se han colado los que gritan, insultan y mientes, es decir a los que usan de manera torticera esa herramienta, siendo además difícil y delicado el control por parte de sus administradores porque es complicado distinguir la falsedad en ese aluvión de mensajes, y más aun diferenciarla del delito.

Lo cierto es que esas "masas" identificadas por Ortega a las que se unen muchas veces otras formadas por los "técnicos y especialistas" a los que también aludió Sábato, han desembarcado en nuestras vidas e invadido nuestro tiempo real y nuestro espacio de pantalla. Además, con la pandemia se han generalizado los coloquios y mesas redondas virtuales sobre los temas más diversos, "webinar" en idioma del imperio, que siendo también un magnífico instrumento de información e intercambio de ideas, han convertido en tertulianos a cualquiera. Por otro lado, al no tener referencias de la gran mayoría, tienes que conformarte con los títulos que les ponen, como responsable del destino turístico de Tucuraalula o CEO de la consultora Alulatucura. Y vaya usted a saber.

Mediocres e imbéciles confesos se están convirtiendo en voceros de la actualidad y sus problemas, que son muchos, y nos dejan a todos sin una "guía de perplejos" a la que acudir y tentados a "desconectar" y apuntarse al ostracismo voluntariamente. Lo malo es que presiento que eso es lo que quieren los que están detrás de todo este barullo.

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