“Existen en la actualidad fuertes movimientos sobre la igualdad de género, el cambio climático o el respeto a la naturaleza, pero no propuestas sobre nuevas organizaciones sociales que asuman todas ellas”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
10/09/20. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la ausencia de utopías en la actualidad: “La razón real y definitiva de que vivamos en un mundo sin utopías creo que habría que relacionarla directamente con la mediatización de las personas como...
...tales y lo que ha significado de pérdidas de valores y de sueños, que se han ido destruyendo entre la agotadora obsesión por el consumo, la falsa necesidad de ser competitivos, que no competentes, y la globalización, especialmente en lo que a la comunicación se refiere”.
El fin de las utopías
Las sociedades más evolucionadas se han fijado siempre modelos ideales hacia los cuales tender. Estos han terminado por generar profundos cambios, incluso revoluciones, que en mayor o menor medida han transformado las sociedades en las que se han producido.
Desde Tomás Moro dichas propuestas globales se han conocido como utopías que no son más que estados ideales de la sociedad. Ya en Atenas, Solón dio las primeras normas para el buen gobierno de la Polis, tema que más tarde desarrollaría Platón y Aristóteles. Las utopías que más trascendencia han tenido son, sin duda, las que han sido abordadas desde unas perspectivas más amplias y que han tratado de ser llevadas a la realidad con consecuencias muy dispares y nunca satisfactorias.
Los dos planteamientos utópicos de mayor importancia en el mundo contemporáneo son el comunismo y el liberalismo. Ambos, aunque aún tienen acérrimos defensores, han cosechado buen número de fracasos, siendo los planteamientos intermedios como el estado del bienestar de la social democracia y el comunismo de mercado chino, los que parece que mejor has salido librados del enfrentamiento entre las dos grandes opciones.
La distopía podría considerarse como la antinomia de la utopía. Es decir propuestas sobre posibles sociedades no deseadas por la humanidad. Estas, formuladas por personas concretas, más como advertencia sobre el futuro que como propuestas deseadas, han sido formuladas por personas concretas, no han tenido aceptación por los ciudadanos, excepción hecha del nacismo hitleriano. Ejemplos conocidos de distopía son los desarrollos de Huxley en "Un mundo feliz" y de "1984" de George Orwell.
Por último, la retrotopía, que es como define Sigmund Bowman la situación actual ante carencia de utopías y que supone la idealización de otros momentos y reproducir situaciones que consideran deseables ante la realidad actual. Es evidente que es algo destinado al fracaso por la mera razón del "rio de Heráclito" en una sociedad "líquida" en que no cabe la marcha atrás.
Esta carencia de utopías no puede considerarse como absoluta, sino como limitada. Existen en la actualidad fuertes movimientos sobre la igualdad de género, el cambio climático o el respeto a la naturaleza, pero no propuestas sobre nuevas organizaciones sociales que asuman todas ellas, aunque puedan llevar a esto. Otro intento a citar mucho más global, pero con una perspectiva de objetivos a lograr para el desarrollo sostenible, son las diecisiete líneas de CIFAL - UNITAR, dentro de las NNUU, aunque entra más dentro de la retórica política que de un movimiento ideológico real.
La razón real y definitiva de que vivamos en un mundo sin utopías creo que habría que relacionarla directamente con la mediatización de las personas como tales y lo que ha significado de pérdidas de valores y de sueños, que se han ido destruyendo entre la agotadora obsesión por el consumo, la falsa necesidad de ser competitivos, que no competentes, y la globalización, especialmente en lo que a la comunicación se refiere, factores los tres que sin ser en si mismos reprobables, se han tornado en perversos en el planteamiento de la sociedad neoliberal actual, hasta el punto que han robado el buen criterio y con ello la dignidad, a los individuos y a los grupos sociales. Luchar por devolver al hombre su dignidad de la que ha de nacer su libre albedrío, creo que debe ser la nueva utopía del siglo veintiuno. En caso contrario corremos el peligro de que aparezcan propuestas que intenten "ponernos a cada uno en su sitio" y terminar en una gran distopía.
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