“Para los griegos el "Hybris" era un concepto global que venía a significar la ‘desmesura’ del orgullo y la arrogancia de los seres humanos”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor honorario de la Universidad de Málaga22/01/21. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el desequilibrio social y general: “Las principales razones de ello, son el consumismo y el afán de competitividad, más cercano a la codicia que a la ambición, en un mundo materialista donde el individualismo...
...arrincona a la solidaridad y a la ética de los objetivos comunes”.
Las consecuencias de un mundo desequilibrado: del Hybris al Areté
Para los griegos el "Hybris" era un concepto global que venía a significar la ‘desmesura’ del orgullo y la arrogancia de los seres humanos, un intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales, incluyendo en esta categoría a los héroes. A esto se unía un desprecio temerario del espacio personal ajeno junto a una falta de control de los impulsos propios, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas: del Hybris.
Si buscáramos en la situación actual de este mundo algo parecido encontraríamos multitud de ejemplos en personas y grupos sociales. Tal vez el ejemplo más inmediato y significativo sería el del expresidente de EEUU Donald Trump, que ejemplariza desequilibrios y desprecios en una sola persona, manejados además con una precisión diabólica por lo que, para los griegos, incitaría a la intervención divina a fin de castigar estos excesos y devolver al mundo el equilibrio (areté).
Para mi, ese desequilibrio social y general tiene sus orígenes en los propios individuos cuyas vidas están sometidas a unas presiones permanentes que nos esclavizan y empujan a situaciones de ansiedad y provocan el caos.
Las principales razones de ello, son el consumismo y el afán de competitividad, más cercano a la codicia que a la ambición, en un mundo materialista donde el individualismo arrincona a la solidaridad y a la ética de los objetivos comunes.
Pero los pecados de Hybris tenían para los griegos sus castigos correspondientes. Los dioses del Olimpo no podían consentir que los humanos se comportaran como ellos, por lo que infringían castigos ejemplares a aquellos que se dejaban arrastrar por la soberbia y la desmesura.
El "homus sapiens" actual ha querido aproximarse al "homus dei" despreciando no solo a sus semejantes, sino también a la propia naturaleza de donde procede y que lo sustenta. Pero parece que no se da cuenta que en su propio pecado lleva su castigo, que no es más que un punto y un instante en el universo y que sus palabras, como sus hechos son torpes y falsas.
Los propios griegos que pensaron en estas cuestiones mucho antes que nosotros, opusieron al Hibris en Areté como una actitud y situación al mismo tiempo de los hombres que consistía en el cultivo de tres virtudes específicas: andreía (valentía), sofrosine (moderación o equilibrio) y dicaiosine (justicia): estas virtudes formaban un individuo que estaba cercano a la perfección. A estas características se sumó en tiempo romano una cuarta, la prudencia. Con ello se construye el equilibrio que tanto nos falta a los humanos.
Es fácil deducir que actualmente estamos más cerca en estos tiempos que corren, del Hybris que del Areté y podemos pensar que posiblemente el Covid 19 es la primera de una serie de respuestas que nos tienen preparadas los dioses. Menos mal que parece que nos han aliviado de Trump, puro Hybris donde lo haya.
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