“Es evidente que una alta cobertura de la población local, que deberá convertirse en una baja cifra de contagios, es una garantía para nuestros visitantes así como para aquellos destinos a los que viajemos”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


15/04/21. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los factores de competitividad turística de España, en esta ocasión la velocidad de vacunación: “Mientras antes garanticemos que nuestras actividades turísticas están libres de Covid, antes podremos...

...recuperar el mercado turístico, usando esta pronta disposición como un arma de competitividad. Los primeros que logren garantizar sus ventajas sanitarias serán también los primeros en recuperar los flujos turísticos”.

Peligros para el turismo a la salida del túnel: Velocidad de vacunación

No debemos olvidar que la velocidad de vacunación se va a convertir en un factor de competitividad clave ante la demanda y otros posibles competidores (por ahora Israel y Grecia van por delante de nosotros).

Este factor es el que más directamente relacionado está con la crisis pandémica y ha de plantearse a corto y medio plazo. La velocidad de vacunación estará muy relacionada con las políticas que se desarrollen para la misma y que en caso de España está unida a la Unión Europea. No obstante, al quedar en nuestro caso también, aparte del suministro, en manos de las comunidades autónomas, es complicado hacer previsiones al respecto, aunque está previsto llegar a cifras que superen el 70% antes del verano. A pesar de ello ya se han presentado problemas de suministros, aunque parece que podrán ser superados.


Es evidente que una alta cobertura de la población local, que deberá convertirse en una baja cifra de contagios, es una garantía para nuestros visitantes así como para aquellos destinos a los que viajemos. Pero no debemos olvidar que también nuestros turistas podrán contagiar en los destinos a los que vayan, si la vacuna en concreto que se aplique no destierra de su organismo el virus sino que solo lo neutraliza.

De entrada, es evidente que el tiempo de vacunación estará en relación en primer lugar con la entidad de la población a vacunar. España, con 47 millones de personas, sin contar con los extranjeros residentes, es un país grande, pero que por su grado de desarrollo y su red sanitaria no debería tener problemas de vacunación en un periodo prudencial. Otra variable fundamental es el suministro de vacunas y su distribución entre los responsables de vacunar, las Comunidades Autónomas.

Respecto a lo primero es un tema trasladado a la Unión Europea, y aunque han existido algunos problemas, parece que en la actualidad está todo resuelto y que las vacunas están a disposición de los países de la unión en tiempo y forma.

Otro tema es la gestión de la vacunación en si, tema sobre el que no debería haber problema por no ser un procedimiento complicado, por tener personal sanitario capacitado para ello y por poder formarlo en sobre la marcha en caso de que fuera necesario.

Un tema que puede llevar a la polémica son los grupos preferenciales a la hora de suministrar las vacunas. Está claro que hay un grupo que se ve afectado de manera especial por el virus y son los mayores de 80 años que deben ser vacunados de inmediato y con más presencia si cabe, los que se encuentran alojados en residencias de mayores dado el alto grado de mortalidad que se ha venido manifestando en las dos olas de la pandemia. En segundo lugar, están aquellos colectivos que están en trato directo con los infectados, como es el personal sanitario y los que atienden a dependientes. A partir de ese momento aparecen una serie de colectivos que son los encargados y responsables de los servicios públicos, policías bomberos, conductores, profesores, por su contacto directo con la población en general. Es en este punto si no debemos plantearnos si no debieran estar también incluidos como preferentes los trabajadores del turismo, especialmente los de la hotelería y restauración. Ellos son, al fin y al cabo, los enfermeros del turismo.

Es evidente que esto es una cuestión de criterio, pero también lo es que mientras antes garanticemos que nuestras actividades turísticas están libres de Covid, antes podremos recuperar el mercado turístico, usando esta pronta disposición como un arma de competitividad. Los primeros que logren garantizar sus ventajas sanitarias serán también los primeros en recuperar los flujos turísticos.

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