“Una de las cosas que nunca me pareció bien es el giro hacia el modelo anglosajón seguido, además, casi con papanatismo, evidentemente sin ser nosotros anglosajones”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


06/05/21. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las malas consecuencias del giro al modelo anglosajón de la Universidad en España: “Los sistemas de promoción y captación de profesorado, así como de funcionamiento interno de la institución universitaria...

...en un claro intento de uniformarlo con la Unión Europea, han tenido peores consecuencias. Nunca ha sido la universidad española más endogámica y nunca los profesores han dependido más para su promoción de un sistema tan cerrado y autocontrolado como ahora”.

El mundo universitario. Cambios si, pero hacia donde

En un mundo líquido, como bien lo definió Zygmunt Bauman, la velocidad de los cambios en todos los órdenes es superlativa, llegando hasta el vértigo, como dijo Ernesto Sábato. Desde las costumbres y valores, hasta la formación y el amor, se han vuelto como un calcetín en los últimos cincuenta años.


En la Universidad, institución a la que he dedicado mi vida, los cambios han sido también radicales, aunque su función principal (enseñar, formar e investigar) podría decirse que sigue siendo la misma, pero con modos formas y maneras, incluso diría que resultados, muy distintas. Una de las cosas que nunca me pareció bien es el giro hacia el modelo anglosajón seguido, además, casi con papanatismo, evidentemente sin ser nosotros anglosajones. Hay cosas a las que se han renunciado como las denominaciones “bachiller” y “licenciado”, entroncadas en nuestra cultura del renacimiento, unidas a Salamanca y Alcalá, que se han sustituido innecesariamente por expresiones como “grado” traducidas directamente del inglés, y aquí entendibles únicamente con el mundo de los vinos y licores, y de la milicia. De hecho cundo alguien me dice ahora que es “graduado”, solo me viene a la cabeza Simon & GarfunKel. Cosas de la edad.

Los sistemas de promoción y captación de profesorado, así como de funcionamiento interno de la institución universitaria en un claro intento de uniformarlo con la Unión Europea, han tenido peores consecuencias. Nunca ha sido la universidad española más endogámica y nunca los profesores han dependido más para su promoción de un sistema tan cerrado y autocontrolado como ahora. Hoy día solo se investiga lo que se tiene que investigar, como se tiene que investigar y para quien se tiene que investigar, siempre a juicio de quienes tienen que juzgar, y aunque es reconocido por los jóvenes profesores, lo consideran como un mal inevitable. De esta manera se convierten en “trileros” de las publicaciones y otros méritos, llegando a ser algunos de ellos, auténticos expertos, no en la rama de ciencia en que trabajan, sino en el acceso a los puestos de decisión universitaria que les permiten hacer carrera y acceder a fondos de investigación.

La formación de grandes pensadores se hace al margen de este sistema y la producción de especialistas, aunque se ajuste más al mercado laboral, prescinde de la dimensión humana que siempre ha sido señal de identidad del universitario.

No hay que negar que el universitario español se ha abierto al mundo y que a esto ha contribuido mucho los programas universitarios tanto de estudiantes como de investigadores, pero se ha encorsetado al mismo tiempo en una burocracia europea que jamás pensé podía ser mayor y más compleja que la española. Esto nos ha llevado a crear infinitos cargos para el manejo de esta y, otros tantos más, para controlarla.

También hay que reconocer que la investigación ha avanzado mucho, aunque menos de lo que debiera ya que aun estamos muy por debajo de la media europea en porcentaje sobre el PIB y otros indicadores.

Por otra parte, no veo por ahora, que los resultados en cuanto a empleabilidad y avance científico sean espectaculares. Nuestros mejores alumnos de postgrado y profesores se terminan yendo al extranjero donde el sistema anglosajón es mejor entendido, más experimentado y eficaz y, sobre todo, más flexible a la hora de aplicarse.

Por copiar, hemos copiado del imperio hasta las fiestas de graduación, estos botellones “fisnos” con toga y familiares que se han impuesto a semejanza del hermano americano.

Puede ser que sea el sentido de los tiempos, pero, lo siento, yo le encuentro poco sentido, porque, seguramente, me he perdido en medio.

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