“¿Qué está ocurriendo en la actualidad? ¿No hay insatisfacción o se nos induce mediante temores mayores a que no la haya?”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
24/06/21. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la crisis actual: “La reciente pandemia y sus consecuencias sobre la economía y las condiciones sociales de las clases más débiles en los diferentes países, ha creado situaciones parecidas a las de...
...2011, con aumento de la pobreza y el paro, así como la desesperanza de las nuevas generaciones sobre su futuro, incierto hasta el punto de que cada vez son más los que piensan que vivirán peor que sus padres, y yo añadiría que casi peor que sus abuelos”.
¿Por donde va la indignación de los indignados?
En 2011, momento de eclosión de los descontentos perjudicados por las medidas que tomaban los países para “salir” de una crisis financiera provocada por el mismo sistema financiero que se “rescataba” a costa de los trabajadores y de la clase media, apareció “Reacciona”, un libro–manifiesto de Stéphane Hessel símbolo del movimiento de indignados de aquel momento. Una de las características de esta reacción emergente fue su propia transversalidad ya que a ella se unieron personas de todas las edades y procedencias. Fue la respuesta global a la agresión de un neocapitalismo aferrado a las doctrinas liberales que no dudaba en llevarse por delante cualquier consideración ética sobre justicia social, que estorbara a sus planes de acumulación basada en la codicia como guía de acción permanente.
Un grupo de personas, algunas referentes de la honestidad intelectual de este país, publicaron sus opiniones en un libro bajo el título de “reacciona”. En él, el juez Baltasar Garzón se expresaba diciendo que nos ha tocado vivir tiempos de vergüenza, mediocridad y renuncia. En mi opinión estos tres conceptos están muy relacionados entre si. La vergüenza por la renuncia, individual y colectiva, de los principios de justicia social y dignidad individual en que se basa buena parte de la civilización occidental, mediocridad porque se imponen cada día y especialmente en el ámbito de la política, visiones cortoplacistas orillando las verdaderamente importantes, centrándose todo en una lucha inmediata por el poder sacando para ello las más bajas pasiones y el uso sistemático de la mentira. Renuncia, porque todo lo importante pasa a segundo lugar quedando solo el conformismo con lo que hay y el consuelo del consumo y la dormidera de los programas idiotizantes concebidos y desarrollados para que la gente no piense ni reflexione.
A los diez años ¿Qué ha ocurrido con esta ola de indignación? España fue un país pionero y significativo en este movimiento. De hecho, hubo una serie de opciones que recogían las ideas que representaban estas reivindicaciones. Esto llevó incluso a romper el bipartidismo tradicional que desde la vuelta a la democracia dominaba en este país. También obligó a otras fuerzas, no solo políticas sino también sociales, a replantear sus posicionamientos, aparte de que salió fortalecida la sociedad civil.
La aparición de estas opciones “regeneradoras” se tradujeron en formaciones políticas en su mayoría con voluntad de participación institucional mediante los procesos electorales de la democracia parlamentaria, aunque otros, declarados antisistema, optaron por la acción directa, provocando enfrentamientos callejeros con las fuerzas de orden público y forzando situaciones extremas en los casos de desahucio u otros similares.
La materialización principal de la ola de indignación en su alternativa política fue la aparición de “Podemos” como alternativa dentro de la democracia formal y que ha tomado diversos nombres y actitudes según territorios y circunstancias, aunque siempre situado a la izquierda del PSOE, partido de referencia socialdemócrata en España. Merecería la pena hacer un estudio sobre las políticas y medidas propuestas y llevadas a cabo por estas formaciones en los diferentes niveles territoriales de la administración desde su aparición.
Es evidente que su participación en los diferentes niveles de poder, muchas veces en coalición con otras fuerzas políticas, ha hecho moderar sus planteamientos iniciales, como suele ocurrir en todas las formaciones políticas. Sin embargo, es preciso reconocer que las propuestas que han partido de estos grupos producto de la indignación manifestada en la calle en 2011, tienen siempre un contenido de justicia social y económica.
Por otra parte, no se comenta mucho que la aparición de estas opciones que muchos consideraron, no desinteresadamente, de extrema izquierda, ha venido acompañada de otra, la de la extrema derecha, que al igual que la anterior se ha desbravado cuando ha “tocado” el poder. En este caso la indignación no salió a la calle en 2011, sino que operó dentro de lo más rancio de la propia sociedad española vindicando tiempos pasados que los españoles tratábamos de superar (que no de olvidar) mediante actos de concordia y reconocimiento.
Sin embargo, la reciente pandemia y sus consecuencias sobre la economía y las condiciones sociales de las clases más débiles en los diferentes países, ha creado situaciones parecidas a las de 2011, con aumento de la pobreza y el paro, así como la desesperanza de las nuevas generaciones sobre su futuro, incierto hasta el punto de que cada vez son más los que piensan que vivirán peor que sus padres, y yo añadiría que casi peor que sus abuelos. Sin embargo, no ha surgido un movimiento de indignación como en su momento ocurriera en España y en el mundo. Tal vez por la situación de confinamiento y la confusión de una sociedad sufriente y angustiada cuyas manifestaciones más llamativas tienen que ver con el negacionismo de los hechos y la rebeldía de los más jóvenes, pero no por temor a su futuro laboral, sino por no dejarles divertirse como se les había inducido por una sociedad consumista y que ofrecía salidas inmediatas a la solución de sus insatisfacciones.
¿Qué está ocurriendo en la actualidad? ¿No hay insatisfacción o se nos induce mediante temores mayores a que no la haya? Es cierto que en otros países (Chile, Colombia,…) si se han producido protestas masivas y que muy probablemente habrá en los países más desarrollados. Reacciones futuras debidas por un lado, a que el reajuste de la economía obligue a despidos y cambios en las estructuras laborales, y por otro, a que la deuda acumulada aumente los precios y la presión fiscal, y se traduzcan en precarización de rentas y empleos. Pero también que, si se produce un periodo de expansión como corresponde a una etapa poscrisis y se aplican políticas sociales adecuadas y de control de las multinacionales y del sistema financiero, pudieran frenarse las reacciones de las clases desfavorecidas. Pero esto en un tanto improbable en un mundo en que solo se habla de competitividad y de consumo y donde cada vez cuenta menos la educación, la sanidad y la justicia social.
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