“A lo largo de la vida nos cruzamos con innumerables personas que, apenas sin conocerlas, nos producen una empatía y afectos evidentes que, aunque no lleguen a calificarse como amor, se le parece”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


15/07/21. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los diferentes tipos de amor: “Tal vez la relación más compleja e intensa, muy difícil de definir es la de la maternidad con su “prole”. En una entrevista con la cantante Buika afirmaba esta que el amor de la madre...

...es diferente a todos, al preguntarle porqué, dijo “porque no se cansa”. Un amor incansable es un amor eterno, si la eternidad existe, y evidentemente jamás reclama correspondencia”.

Amor y empatía

El amor es, sin duda, el fenómeno más poliédrico y al mismo tiempo importante, que existe para el ser humano. En realidad, deberíamos de referirnos siempre en plural a este concepto. En primer lugar, hay amor a las cosas y a las personas, incluso a las ideas y a los animales. Pero todos son amores distintos, tanto que a lo largo de la historia se han ido acuñando nuevos términos a fin de diferenciarlos unos de otros. Hablamos de deseo, cariño, pasión, afecto,… y de amor pasional, platónico, de conveniencia,… según el tipo de relación y el objeto de la misma. Incluso cada una tiene características diferentes.


Las relaciones de pareja suelen venir señaladas por el deseo y la pasión, aunque luego lleguen a transformarse en la comprensión y simpatía, incluso al final por una entrañable adoración. Las de sangre, la familia, son más firmes y complejas entran dentro de “lo tuyo” y enmarcan y a veces condicionan toda tu vida.

Tal vez la relación más compleja e intensa, muy difícil de definir es la de la maternidad con su “prole”. En una entrevista con la cantante Buika afirmaba esta que el amor de la madre es diferente a todos, al preguntarle porqué, dijo “porque no se cansa”. Un amor incansable es un amor eterno, si la eternidad existe, y evidentemente jamás reclama correspondencia.

Sin embargo, a lo largo de la vida nos cruzamos con innumerables personas que, apenas sin conocerlas, nos producen una empatía y afectos evidentes que, aunque no lleguen a calificarse como amor, se le parece, o cuando tiene un atractivo especial. Esto ocurre mucho cuando esa persona nos provoca ternura y fragilidad, por ejemplo, los niños y las personas en situación de riesgo o que han sido objeto de alguna desgracia. En realidad son situaciones “desnudas” privadas de razonamiento y por el contrario muy ligadas al afecto y a la solidaridad que todos nos debemos como seres humanos. Tal vez tenga esto también que ver con la reacción contraria, cuando nos enfadamos, sin conocerlo de nada, con alguien cuya presencia nos molesta, por su manera de comportarse o simplemente por su aspecto. Hay en esa relación empática, positiva o negativa, algo misterioso que puede estar escondido en lo más recóndito de nuestro ser.

Es verdad que estas situaciones carecen de racionalidad y se fundamentan más en los prejuicios, la experiencia o en la simple intuición. Ese trasmitirse por signos externos tiene mucha importancia y misterio en esta vida. Si se conoce un grupo es fácil al poco tiempo distinguir con quien te llevarías bien y con quien no, por sus formas externas, su modo de estar y expresarse, o por cosas más simples como su actitud en el grupo o la manera de mirar.

Es este un mundo complejo y peligroso, en el que se junta la necesidad de racionalizar nuestras actitudes (nuestros sentimientos no se puede o es aun más peligroso), el usar nuestra experiencia e intuición, y el frenar nuestros prejuicios que son resultado de las condiciones culturales y de nuestras experiencias pasadas.

¿Qué es esa espiritualidad que sentimos al recibir una mirada que nos grita a voces ayuda? ¿Qué es ese rechazo que aparece ante una imagen de alguien que nos infunde miedo o recuerda malas experiencias? Es evidente que el uso de la experiencia y la razón pueden situarnos mejor en el mundo de los justos.

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