“Es cierto que existen personas que por naturaleza son propensas a la bondad, a ayudar a los demás y a empatizar con los que padecen algún tipo de problemas”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


31/03/22. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las buenas personas: “Frente a la bondad como expresión del sentimiento natural, está la bondad como ejercicio voluntario de la ética, es decir como la actuación humana marcada...

...por la razón, que desde el principio de la filosofía nos condujo a la idea de que el hombre debe actuar buscando el bien de la sociedad y de sus semejantes, bajo el principio de la solidaridad y del bien común”.

Bueno por naturaleza y bueno por convencimiento

Es frecuente que en muchas ocasiones hagamos referencia a alguien como una buena persona. Reconozco que no me satisface tal atributo porque sospecho que tras de el se encuentra indicio de carencias de todo tipo de virtudes, cuando no su desaparición del mundo de los vivos. Cuando se exclama ¡qué buena gente era!, habría que suponer que por lo menos no hizo nada muy malo en esta vida.


Sin embargo es cierto que existen personas que por naturaleza son propensas a la bondad, a ayudar a los demás y a empatizar con los que padecen algún tipo de problemas. Esa bonhomía se manifiesta con naturalidad entre muchas personas sencillas que muestran con frecuencia sus “buenos sentimientos”. Es habitual también que estas personas unan estas actitudes a sentimientos y creencias religiosas que afirman sus modos de vida y su coherencia como miembro de la sociedad donde se desenvuelve.


Otras veces, estas personas se ven engatusadas por su propio entorno, que se aprovecha precisamente de esos buenos sentimientos para engañar y timar a estas personas, que muchas veces se vuelven desconfiadas y revierten sus buenos sentimientos por las malas experiencias que les han tocado.

Sin embargo, frente a la bondad como expresión del sentimiento natural, está la bondad como ejercicio voluntario de la ética, es decir como la actuación humana marcada por la razón, que desde el principio de la filosofía nos condujo a la idea de que el hombre debe actuar buscando el bien de la sociedad y de sus semejantes, bajo el principio de la solidaridad y del bien común. Evidentemente esta postura o corriente es mucho más difícil de ejercer, ya que no responde a un impulso natural, sino a un convencimiento razonado de los actos. Es más, en muchos casos nuestra tendencia natural, o más claramente nuestros intereses, nos llevan a no actuar con sentido de la ética, aunque luego intentemos justificar con los argumentos más dispares el por qué nos hemos apartado de la ética que se corresponde con la bondad.

Puede leer aquí anteriores artículos de Enrique Torres Bernier