“El amor, sin ser pensamiento, tiene su propia lógica por la que el hombre se rige ciegamente y que la dicta el sentimiento, que es capaz de pervertir cualquier hecho objetivo que se presente”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


21/04/22. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los sentimientos: “Si Kierkegaard decía que el hombre es un ser nacido para la muerte, yo añadiría que, ante todo, el hombre es un ser nacido para amar y pensar. Lo que ocurre es que de...

...esta doble función surgen enorme cantidad de conflictos sobre todo por la fijación de prioridades en el resultado del discurso”.

La irracionalidad y la lógica del amor (2)


No tengo filosofía: lo que tengo son sentidos…

Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa qué es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque el que ama nunca sabe lo que ama ni por qué lo ama, ni qué es amar…
Amar es la eterna inocencia, y la única inocencia consiste en no pensar…
Fernando Pessoa

Por mucho que el hombre defienda la razón como instrumento de progreso, lo cierto es que primero siente y luego razona. No es algo nuevo el reconocer el valor de los sentidos y de los sentimientos en el planteamiento global del hombre que tiene su expresión más genuina en la filosofía epicúrea, pero lo que más inmediato siente el hombre son las relaciones afectivas, del tipo que sean, ante cualquier otra alternativa.

Si Kierkegaard decía que el hombre es un ser nacido para la muerte, yo añadiría que, ante todo, el hombre es un ser nacido para amar y pensar. Lo que ocurre es que de esta doble función surgen enorme cantidad de conflictos sobre todo por la fijación de prioridades en el resultado del discurso.

El amor, sin ser pensamiento, tiene su propia lógica por la que el hombre se rige ciegamente y que la dicta el sentimiento, que es capaz de pervertir cualquier hecho objetivo que se presente. De esta manera somos capaces de vestir al ser amado de cualidades y virtudes totalmente inexistentes. Hay veces que un amigo nos presenta a su novia haciendo destacar su belleza, cuando no se destaca precisamente por ella. También ocurre con las virtudes que me han hecho comer algunos de los peores arroces de mi vida con el argumento de las virtudes gastronómicas de la ‘pareja’.


Pero los verdaderos problemas aparecen con el paso del tiempo cuando la lógica del amor se descompone a golpes de racionalidad y de interés, donde lo que manda sobre todo es el pensamiento racional, y los hechos ocultados en un principio por la relación afectiva, emergen como si no hubieran estado nunca presentes. Esto pasa no solamente en el campo de las relaciones de pareja, sino que en otros muy diferentes como el de los negocios, las sociedades familiares o de amistad, son un ejemplo suficientemente habitual. Lo peor es que nosotros mismos tratamos de justificarnos en nuestro cambio de postura achacándola a que los que cambiaron fueron ellos, y no nuestras mutuas transformaciones de las relaciones afectivas y de sus lógicas aparentes.

El mundo es así y, sinceramente yo no encuentro solución.

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