“Lo que no hay duda es que la imaginación unida a la memoria es una poderosa arma de creación en todos los ámbitos humanos. Por una parte, crea realidades y por otra las falsea”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA17/11/22. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la memoria: “Es evidente que la memoria no es objetiva, no juega limpio. Por mucho que recordemos lo vivido, priorizamos unos recuerdos sobre otros, incluso hay algunos que...
...los deformamos, a los expulsamos de nuestro interior. Esto ocurre no solo desde un punto de vista personal, sino también colectivo”.
La memoria en el mundo real
“Yo no creo que tengamos otro instrumento. La imaginación es una especie de arte combinatoria de la memoria. Un ejemplo muy burdo: el unicornio requiere el caballo y el cuerno; el minotauro, el toro y el hombre; la sirena, la mujer y el pez. Creo que lo que se llama imaginación es eso, está hecho jugando con los elementos de la memoria, usando la memoria personal o la de la especie, la memoria del subconsciente, los arquetipos, tal vez, según Jung, creo“
Jorge Luis Borges
El hombre tiene varios caminos para sentir y entender la realidad, para comprenderla y afrontarla del modo más del modo más adecuado para sus intereses y según sus principios.
El más sencillo es la propia vivencia. El sentir la vida y aprender con ello. Es un modo primitivo pero eficaz. El niño no arrima la mano a la llama porque ya se quemó una vez. Se aprende a base de experiencia, aunque ese modo de aprendizaje puede a veces ser engañoso ya que a veces con una misma causa, las consecuencias pueden ser diferentes. Dicho de otro modo, es un método inductivo y no siempre se puede deducir lo general de lo particular, si no se tiene en cuenta, por ejemplo, las circunstancias de entorno. Es por ello que este camino da lugar a la sabiduría que no al conocimiento, que precisa de un método que le de fiabilidad. A pesar de todo es la curiosidad aristotélica que lleva. Ala experiencia, lo que está en la base de todo conocimiento.
Otro modo sería aplicar a ese conocimiento inmediato, y mejor al conjunto de ellos, la razón, lo que ya de por si es un método. Esto ha permitido el avance de la ciencia en todas sus acepciones.
Pero hay un campo intermedio, al que se refiere Borges en la cita precedente a este artículo, relacionado con la memoria y la conciencia, en el que el conocimiento pierde nitidez, se vuelve borroso, es cuando interviene la memoria y la imaginación.
El conocimiento que adquirimos con la experiencia se acumula en la memoria, en los diferentes aspectos que esta se manifiesta, y podemos proyectarlo al futuro, no solo mediante proyecciones de esta, sino también mediante la imaginación, esa “loca de la Casa” (Rosa Montero) que llevamos todos dentro.
Es evidente que la memoria no es objetiva, no juega limpio. Por mucho que recordemos lo vivido, priorizamos unos recuerdos sobre otros, incluso hay algunos que los deformamos, a los expulsamos de nuestro interior. Esto ocurre no solo desde un punto de vista personal, sino también colectivo. Reescribimos la historia con una facilidad pasmosa, pero lo malo es que se queda así, porque cambiarla es tan voluntarista como dejarla como estaba. Es evidente que puede haber aportaciones, ya mediante la investigación o mediante la aportación de nuevas fuentes, que pueden rectificar ciertos episodios, pero es más frecuente que las nuevas versiones procedan de posturas ideológicas con enfoques u objetivos lejanos a la objetividad. Decía Arnold Toymbee que a él no le interesaba el historiador sin valores, sino conocer los valores del historiador.
Lo que no hay duda es que la imaginación unida a la memoria es una poderosa arma de creación en todos los ámbitos humanos. Por una parte, crea realidades y por otra las falsea. Además, la imaginación ayudada por el conocimiento, permite intuir, descifrar, presagiar, vaticinar, conjeturar, incluso disparatar, cuando las conjeturas no de sujetan a razón.
Va razón y todo lo que ella significa ha permitido al hombre llegar agrandes avances en todos los terrenos del conocimiento, teórico y práctico, pero sin ese punto que otorga la imaginación no podríamos haber avanzado a saltos aunque estos nos hayan parecido al principio un desatino.
Puede leer aquí anteriores artículos de Enrique Torres Bernier