“Si se sigue enseñando la economía liberal y sus reglas como única forma de organización social, estaremos poniendo las bases de la desaparición de nuestra organización social y económica”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


01/12/22. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre dos tendencias que ha observado en la enseñanza de la economía: “Una, la sustitución de las enseñanzas teóricas por otras mucho más “aplicadas” en función de las demandas que empresas y...

...otros organismos hacían en el mercado de trabajo. Otra, el asentamiento de la concepción capitalista de la economía como única posible y deseable en el mundo actual”.

La necesidad de nuevos enfoques en la enseñanza de la economía

No es sólo la economía mundial la que está en crisis. La enseñanza de la Economía también está en crisis, y esta crisis tiene consecuencias que van más allá de la universidad. (International Initiative for Pluralism in Economics)

La economía como disciplina, o si se prefiere como especialidad científica, es relativamente moderna, especialmente en España, sobre todo si la comparamos con otras especialidades de los campos de las ciencias formales y de la naturaleza, o fácticas.

Sin embargo, ya ha transcurrido suficiente tiempo para que hayan surgido “escuelas” dentro de la misma. La dominante es, sin duda, es la llamada neoliberal sobre la que se basa el capitalismo actual. Los clásicos, aunque también se consideran creadores de la economía liberal (Smith, John Stuart Mill, David Ricardo,…), solo hicieron conceptualizar la economía de mercado que observaban en la realidad. Fueron sus sucesores, los marginalistas, los que establecieron las leyes del mercado como un credo que dio lugar a la función de producción como equilibrio general de la economía, sino también los contenidos ideológicos de la propiedad privada como principio rector y el beneficio como guía, otorgándole al lucro el objetivo máximo para individuos y empresas y tratando la mano de obra solo como un coste más del empresario.

La teoría marxista no solo apareció como contraria al capitalismo liberal, sino que, además, ofreció una alternativa mediante la consideración de la propiedad pública y la revalorización del factor trabajo como única justificación del beneficio y la reproducción del capital como un modo de explotación de la clase trabajadora.

Este enfrentamiento capitalismo – comunismo no se dio solamente en el campo de la teoría, sino también en el de la práctica con los consiguientes conflictos civiles y armados que, con evoluciones importantes en sus planteamientos dieron como resultado la sociedad actual con múltiples versiones de ambos modelos de modo que ni la planificación es algo exclusivo del comunismo, ni el mercado del capitalismo.


Los que hemos estudiado en las aulas de las facultades de economía y empresa y hemos hecho de su enseñanza nuestra vida, hemos visto como a lo largo de los años se han producido dos claras tendencias. Una, la sustitución de las enseñanzas teóricas por otras mucho más “aplicadas” en función de las demandas que empresas y otros organismos hacían en el mercado de trabajo. Otra, el asentamiento de la concepción capitalista de la economía como única posible y deseable en el mundo actual. Estos cambios no solamente se han producido “nominalmente”, sino con mayor intensidad en los contenidos y créditos de las materias, así como en las orientaciones en los campos de la investigación, tanto teórica como aplicada.

Hay que reconocer que estas tendencias son comprensibles a la hora de que los alumnos encuentren lo antes posible trabajo en el mercado laboral, pero que sea comprensible, no quiere decir que sea bueno tanto para ellos como para la sociedad en general. Para los alumnos, tanta especialización, les sitúa en una posición débil ante posibles futuros cambios en los mercados, cosa bastante frecuente en la economía capitalista, y la no contemplación de alternativas a esta, los vuelve unidimensionales en la concepción de esta expresión, y los castra en su capacidad de reflexión y pensamiento.

Ante esta situación, incluso dentro de la propia academia, tanto de la parte docente como dicente, se han producido iniciativas que rechazan estos enfoques, al considerarlos por lo menos incompletos, no solo por la necesidad de otras visiones especialmente las de origen marxista, que sin por eso obviar las críticas al mercado, cada vez más terco e irreal en su capacidad de explicación de las anomalías, que se presentan en la economía real, amplíen la visión de la economía desde su propis esencia.

Por ello que desde “fuera” de la academia oficial, se hayan dado corrientes de pensamiento ajenas a la economía de mercado que se conoce como “economía crítica” cada vez más rica en planteamientos reales y con soluciones alternativas a los problemas actuales.

Por otro lado, ante los problemas reales de la economía y las propias imperfecciones del mercado, cada vez toman mayor fuerza las intervenciones de la administración en la economía, superando los aspectos no estrictamente regulatorios. No quiere decir esto que las medidas de “heterodoxia presupuestaria” ante una crisis sin precedentes no vayan a ser “corregidas” desde gobiernos y bancos centrales, pero al menos se ha demostrado que puede haber otros modos de entender la economía, más allá incluso del keynesianismo, fuera del neoliberalismo radical, capaz aun ante unos impuestos a la banca que galopa sobre beneficios crecientes, basados en buena parte en la facilidades que los gobiernos les han dado para los “ajustes” laborales, de afirmar institucionalmente que estos deben repercutirse directamente sobre sus consumidores, y no traducirlos en moderación de los beneficios o aumentos de la productividad.

Si se sigue enseñando la economía liberal y sus reglas como única forma de organización social, estaremos poniendo las bases de la desaparición de nuestra organización social y económica, que aun se basa en la consideración infinita de los recursos y la redistribución automática de la renta y la riqueza, dos de las grandes mentiras que nos están llevando a la ruina.

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