“La verdad es que no me gusta tener enemigos, sobre todo porque me agobia pensar que he hecho algo mal, o he perjudicado a alguien, aunque sea sin querer”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


15/12/22. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la amistad: “He tenido siempre fama de ser una persona conciliadora, posiblemente porque he tratado de comprender (que es ponerse en el papel del otro) a todo el mundo, y me precio...

...de tener si no muchos, un buen puñado de amigos que son, como suelo decir, hermanos de vida, aunque no de sangre”.

Amigos y enemigos: de todo hay en esta vida

"Triste cosa es no tener amigos pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien"
Baltasar Gracián

A pesar de lo ocurrente de la cita de Baltasar Gracián, no podemos estar de acuerdo con ella. La amistad es uno de los sentimientos más nobles de la humanidad. Como se dice habitualmente, la familia te viene dada, pero los amigos los elijes tú, y en muchas ocasiones en la juventud.

Aunque también a los amigos hay que cuidarlos, aunque estén lejanos, aunque haga tiempo que no los ves. Ahora, en mi vejez, he buscado a muchos de ellos. Algunos demasiado tarde, pero casi siempre ha aparecido una enorme alegría recíproca con el reencuentro. El amigo no tiene que justificarse, se le acepta como es y sus problemas son los tuyos.

Aquellos que son, o ellos se consideren, tus enemigos. Lo único que les corresponden es la ignorancia. Posiblemente hasta tengan razón en serlo, pero juro que en mi caso no he buscado su enemistad.

He tenido siempre fama de ser una persona conciliadora, posiblemente porque he tratado de comprender (que es ponerse en el papel del otro) a todo el mundo, y me precio de tener si no muchos, un buen puñado de amigos que son, como suelo decir, hermanos de vida, aunque no de sangre. Aunque no llego a creer a rajatabla que “comprenderlo todo es perdonarlo todo” (lo siento, hay cosas que no puedo comprender) como dicen los irónicos franceses, si puedo afirmar que la comprensión lleva a virtudes como el perdón, la clemencia y la indulgencia.


Reconozco ser una persona que no ha pasado indiferente entre mis semejantes, para bien o para mal, porque esa es mi manera de ser. Pero he intentado siempre no molestar, aunque reconozco que a mí mismo me cuesta soportarme, pero la verdad es que no me gusta tener enemigos, sobre todo porque me agobia pensar que he hecho algo mal, o he perjudicado a alguien, aunque sea sin querer.

A pesar de todo, quisiera tener más amigos y menos enemigos y desde luego, les pido a los últimos perdón por lo que ellos consideren que puedo haberles perjudicado, aunque hay personas que se siente ofendidos solo por el hecho de que otros puedan hacer con facilidad lo que a otros les cuesta trabajo. O, dicho de otra manera, están perfectamente dotados para la envidia y no conocen más admiración que por si mismos.

Recuerdo que siendo adolescente y estando con mi mejor amigo de aquella época, que estoy seguro me está esperando en algún lugar que ignoro, me di cuenta que llevábamos juntos mucho tiempo sin decir nada y que nos sentíamos a gusto. Entonces empecé a entender lo que es tener un amigo, aquel al que hasta el silencio te une a él.

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