“Uno de mis grandes placeres era, tras venir de la playa, llegarnos a La Ibense Bornay, heladería confitería que hacía esquina con la Plaza del Cabildo. Yo pedía siempre el helado de moscatel con pasas que era delicioso.”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA22/12/22. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la heladería Ibense Bornay: “Ahora me llega la noticia de que tienen que cerrar su fábrica que está en Jerez, por falta de viabilidad y me da una profunda lástima. Es algo que por razones varias...
...me ha acompañado toda la vida y ahora desaparece, como desaparecen los amigos en un camino que solo tienen fin para cada uno”.
Cada vez tengo el mundo más vacío. Homenaje a la Ibense Bornay
Como muchos cordobeses con algunos posibles, en los años cincuenta nos íbamos a Fuengirola a veranear. Alquilábamos una casa por los tres meses de verano (entonces las vacaciones eran vacaciones) y mis padres iban y venían a Córdoba para atender sus trabajos dejándonos a cuidado de nuestra atenta tía, segunda madre para los tres hermanos. Un día mi padre dijo de un modo desenfadado (el fue siempre muy correcto en el habla) “estoy hasta los c… de ver a la misma gente que en la calle Cruz Conde”.
Desde entonces pasamos las vacaciones en Sanlúcar de Barrameda, donde tenían mis padres unos amigos, de más posibles que nosotros, que nos cedían una de sus casas señoriales durante este tiempo. Allí viví mi adolescencia que recuerdo con un afecto casi mágico.
Uno de mis grandes placeres era, tras venir de la playa, llegarnos a La Ibense Bornay, heladería confitería que hacía esquina con la Plaza del Cabildo. Yo pedía siempre el helado de moscatel con pasas que era delicioso.
Como la vida da muchas vueltas, un día en Miami, era la primera vez que visitaba la casa del Gran Amo, me entretuve con un amigo en recorrer un centro comercial recién inaugurado, “May fair”, entonces era ignorante hasta que punto llegué a odiarlos, cuando me encontré con una tienda de “La ibense Bornay”. Ante mi sorpresa entré para indagar que hacía esto allí y me dijeron dos gallegos que habían recalado en “la gusanera” desde Cuba, que ellos habían conocido a los fabricantes y les habían dado la concesión para Florida.
Más tarde durante mi aventura de la Expo 92 también estuve con ellos ya que se lanzaron a gestionar la exclusiva de los helados en el evento (recuerdo los “curros” de diferentes sabores).
Ahora me llega la noticia de que tienen que cerrar su fábrica que está en Jerez, por falta de viabilidad y me da una profunda lástima. Es algo que por razones varias me ha acompañado toda la vida y ahora desaparece, como desaparecen los amigos en un camino que solo tienen fin para cada uno.
Espero que la confitería de calle Ancha donde mi tía me mandaba a comprar los biscochos aun aguante. Me apresuraré a ir a verla no vaya a ser que dure menos que yo.
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