“En el mundo que consideramos “avanzado”, es decir urbano y digital, el tema es aun peor. La única filosofía de la vida que se impone es la del beneficio, la riqueza y el poder, olvidándose absolutamente de la ética”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
09/03/23. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la filosofía de vida: “El gran problema actual es que no se intenta tener una filosofía de la vida, solo malas imitaciones de lo que nos dicen las redes sociales y la televisión y sus derivados...
...Así llegaremos a convertirnos sin mucho esfuerzo en idiotas que hablan”.
La filosofía de la vida
“…al pretender exponer la filosofía de Ortega me encuentro en ese proceso poco descrito de como el pensamiento filosófico va penetrando en una vida, incorporándose a ella, haciéndose vida también, a la par que es comprendido dicho pensamiento”.
María Zambrano
Es cierto que durante la vida, y especialmente durante la formación, vamos asumiendo ideas y comportamientos de otras personas que nos rodean. En primer lugar, de nuestros padres, a los que hacemos referencia con frecuencia, tanto por sus palabras como por su manera de ser, después de amigos y profesores, así como de personas que influyeron positivamente en nuestras vidas. En realidad, es de este modo, y también con el apoyo de libros importantes, al menos para nosotros, es como adquirimos una filosofía de la vida, que luego remodelamos según nuestras propias ideas y experiencias.
En esa filosofía de la vida transcurre nuestro quehacer cotidiano en forma de costumbres y normas de conducta. No sería por lo tanto exagerado afirmar que tiene una importancia trascendental para el ser humano. Sin embargo, no me parece que la sociedad actual lo considere de este modo. En primer lugar, no voy a decir que no exista una dialéctica padres – hijos que la hubo siempre, independientemente de la época, sino que ahora los primeros parecen haberse retirado del “campo de batalla”, viendo como otras ideas “externas” los relegan a la marginalidad del olvido. Idéntico ocurre con las instituciones de enseñanza, que eliminan de sus planes de estudio las asignaturas que puedan suponer conocimientos que supongan reflexiones sobre normas y comportamientos de los seres humanos como individuos en sociedad, lo que llamamos una “filosofía de la vida”.
Hay mucha gente que piensa que “eso” no sirve de nada, o al menos de “nada práctico”. Ciertamente hay personas que su “filosofía de la vida” les viene dada por las tradiciones en que viven, hecho que se prodiga en el ámbito rural, limitándose a seguir patrones de existencia pasados con sus valores tradicionales incluidos. En el mundo que consideramos “avanzado”, es decir urbano y digital, el tema es aun peor. La única filosofía de la vida que se impone es la del beneficio, la riqueza y el poder, olvidándose absolutamente de la ética. Esto, cuando no se reduce al placer relacionado directamente con lo anterior, no un placer “pensado” como sería el epicúreo, sino inmediato, basto y zafio. Los franceses, maestro desde siempre en el arte de la gastronomía distinguen entre el gourmand y el gourmet. El primero sería nuestro comilón, llega al placer directamente comiendo lo que considera cosas buenas (vamos hinchándose), el segundo mediante sofisticadas elaboraciones culinarias, convirtiendo la comida de un alimento a un arte. En esto existe reflexión y raciocinio, pudiéndose convertir este placer en una filosofía de la vida. Una prueba de ello sería la “Fisiología del gusto” de Savarín.
El gran problema actual es que no se intenta tener una filosofía de la vida, solo malas imitaciones de lo que nos dicen las redes sociales y la televisión y sus derivados. Así llegaremos a convertirnos sin mucho esfuerzo en idiotas que hablan.
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