“El hombre de hoy solo puede alcanzar la vida contemplativa mediante el ocio ya que su vida es, sobre todo, laboral. Solo los liberados del trabajo, por rentas o cultura, podrían dedicarse a la vida contemplativa”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


23/03/23. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre filosofía: “Creo, no obstante, que nos hemos olvidado de modo muy precipitado del papel que la filosofía desempeñó a lo largo de la historia, y como con su expulsión total de la enseñanza...

...(yo la tuve hasta en primero de Económicas) se ha perdido mucho de pensar por sí mismo en las generaciones actuales”.

Vida activa y vida contemplativa

“Hay que saber si un buen plan de vida exige que se pase de la vida activa a la vida contemplativa, a menudo es útil que el alma vuelva de la vida contemplativa a la vida activa de manera que, la llama de la contemplación , encendida en el corazón, regale a la actividad toda su perfección. Así, la vida activa nos debe llevar a la contemplación, pero a su vez la contemplación ha de partir de lo que hemos contemplado en nuestro interior y llamarnos a volver a la actividad.”
San Gregorio Magno Magno

Es curioso recordar como uno vuelve de vez en cuando a las enseñanzas de la juventud, en este caso en lo referente a la escolástica. No piense el lector que me inicié en algún momento en los estudios clericales, es algo mucho más sencillo, ya que en mis tiempos de estudiante estudiábamos filosofía, y, como no, de manera muy especial, la de la Iglesia Católica, que tenía en la Escolástica su principal base.

Creo, no obstante, que nos hemos olvidado de modo muy precipitado del papel que la filosofía desempeñó a lo largo de la historia, y como con su expulsión total de la enseñanza (yo la tuve hasta en primero de Económicas) se ha perdido mucho de pensar por sí mismo en las generaciones actuales.

Os confieso que la cita de San Gregorio Magno, no viene de un intelectual del pasado, sino de uno de los filósofos más jóvenes y mayor influencia de la actualidad: Byung-Chul Han, filósofo coreano formado en Alemania autor de ‘La sociedad de la transparencia’, y con aspecto entre un play boy y un urbanista progre, pero que, como todo buen filósofo bebe de las fuentes (en este caso de Heidegger) para enriquecer y fortalecer sus argumentos.


La diatriba entre vida activa y vida contemplativa está en el origen y fin del Siglo de las luces y dio origen a hechos como las “conversaciones camaldulenses” y la consigna de San Benito “ora et labora”, así como la de los enfrentamientos entre las órdenes mendicantes y no mendicantes, que tan bien se describen en el libro de Humberto Eco “En nombre de la rosa”.

Sin embargo, el hombre de hoy solo puede alcanzar la vida contemplativa mediante el ocio ya que su vida es, sobre todo, laboral. Solo los liberados del trabajo, por rentas o cultura, podrían dedicarse a la vida contemplativa.

El estado ideal del hombre por su acceso a la felicidad y a otros estadios de la conciencia es una combinación que partiendo de la vida contemplativa acceda a otras vidas activas, bien vía trabajo (incluyendo en este el intelectual), o mediante otros modos, entre los que deberíamos incluir el misticismo. Hay demasiadas realidades en el mundo sin explicar como para negar la posibilidad de otras vías de conocimiento.

Pero nuestro propio sistema sustituye las posibilidades de contemplación por las de consumo, tan relacionado con el trabajo (vida activa) que es difícil separarlos. ¿Cuánto tardaremos en rechazar una vida que solo sea trabajo y consumo, o dicho de otro modo, que solo los usemos para alcanzar el bien-ser, un bienestar racional que, entre otras cosas nos permitiera disfrutar de una vida contemplativa? Lo mismo, si levitáramos de amor podríamos descubrir muchas cosas como la famosa curvatura del espacio-tiempo.

Byung-Chul Han nos avisa de los peligros de la absolutización de la eficacia y de sistemas laborales desenfrenados que nos llevan a una vida de muertos vivientes, sin aliento.

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