“Es evidente que uno puede construirse un sistema filosófico según sus propias ideas y su creatividad, pero luego debe aplicarlo a su vida cotidiana, es decir ha de ser consecuente con lo que piensa y en lo que cree, cosa ya más complicada”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
27/04/23. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre filosofía: “Para mí la filosofía nos da sobre todo, una visión global de la vida y un conjunto de normas para vivirla. Así dicho parece sencillo, pero no lo es, en primer lugar, porque hay muchas...
...visiones globales de la vida, y más que puede haber, muchas de ellas contradictoria y enfrentadas.
¿Por qué saber filosofía?
“En filosofía, la precaución metodológica al respecto de las clasificaciones y ordenaciones son ejercicios de ficción, es decir, modalidades arbitrarias que sirven para construir una cierta visión, asumida como verdadera, del mundo”
A. Perea
Desde estos escritos, de serio entretenimiento, he comentado alguna vez la necesidad de que las personas, y en particular los jóvenes, que tienen en sus manos la vida futura, aprendan y sepan de humanidades y en particular de filosofía, aunque solo sea por mantener coherentemente una conducta de la vida.
Pero, ¿qué es y para qué sirve la filosofía? La filosofía es el estudio de problemáticas diversas como son el conocimiento, la mente, la consciencia, la ética, el lenguaje, la belleza, la moral y otras cuestiones. Es evidente que cada uno de estos conceptos justifica solo de por si la necesidad de esta rama del conocimiento. Sin embargo, cada vez interesa menos como materia de estudio y aprendizaje, hasta el punto de haber desaparecido casi totalmente de los planes de estudios de la primaria y de la secundaria, y no digamos de las titulaciones universitarias que no están directamente enfocadas a ella.
Para mí la filosofía nos da sobre todo, una visión global de la vida y un conjunto de normas para vivirla. Así dicho parece sencillo, pero no lo es, en primer lugar, porque hay muchas visiones globales de la vida, y más que puede haber, muchas de ellas contradictoria y enfrentadas. Segundo porque esta estructura que nos montamos es algo inventado sobre lo que volcamos nuestra necesidad de explicarnos el mundo. Es por eso que asumimos como verdadera nuestra propia filosofía, aunque los menos pretenciosos también nos podemos apuntamos a otras ya formuladas, incluso a varias a la vez.
El filósofo busca la verdad que le dé el consuelo de la vida, aunque solo sea “su verdad”. Para Kant parte del imperativo categórico. Cualquier cuerpo filosófico monta su constructo y cree en el como si fuera realmente un principio religioso.
Pero no debemos olvidar que toda filosofía correctamente formulada tiene una ética ya que supone un comportamiento humano, en relación con uno mismo y con los demás.
Como dice Emilio Lledó, el comportamiento ético parece estar cada vez más lejos de los hombres y mujeres del siglo XXI, y su falta es clave para entender la deriva de las sociedades que habitamos. Sepultado bajo ríos de relativismo, de cinismo, de mentiras, de convencimiento de que “todo vale”, su ausencia impide, como argumenta el filósofo, que seamos capaces de apresar el verdadero significado de términos como “democracia”, “libertad”, “derechos humanos”, “verdad”, “educación”, que pierden significado día a día.
Es evidente que uno puede construirse un sistema filosófico según sus propias ideas y su creatividad, pero luego debe aplicarlo a su vida cotidiana, es decir ha de ser consecuente con lo que piensa y en lo que cree, cosa ya más complicada. Por ello, y por el propio esfuerzo que la construcción del sistema supone, que muchas personas prefieren vivir según sus instintos y sus intereses, y en estos momentos son la mayoría. ¿Qué podemos pedirle a un mundo que no piensa ni discierne lo que debe o no debe hacer? Por eso es tan importante vindicar el papel de la filosofía en el mundo actual.
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