“Hemos ido dejando que la tecnología y las grandes innovaciones gobiernen nuestros quehaceres cotidianos y ahora resulta que nos damos cuenta que esto puede ser pernicioso para nuestra salud mental”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


11/01/24. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la salud mental: “No tenemos tiempo para nada, todo se reparte entre los trabajos, cada vez hay más personas con varios, las redes sociales y nuestras propias conexiones familiares...

Detrás de todo ello están las nuevas tecnologías y muy especialmente los nuevos modos de comunicación, que, a pesar de comunicarnos nos despersonalizan y deshumanizan”.

La otra salud: la que no se ve, ni aparece en las estadísticas al uso, pero se siente

Se requiere que la innovación sea gobernada con vistas al bien común. Hasta ahora, los derechos de propiedad intelectual han sido gobernados erróneamente.
Mariana Mazzucato

Hemos ido dejando que la tecnología y las grandes innovaciones gobiernen nuestros quehaceres cotidianos y ahora resulta que nos damos cuenta que esto puede ser pernicioso para nuestra salud mental.

No tenemos tiempo para nada, todo se reparte entre los trabajos, cada vez hay más personas con varios, las redes sociales y nuestras propias conexiones familiares. Detrás de todo ello están las nuevas tecnologías y muy especialmente los nuevos modos de comunicación, que, a pesar de comunicarnos nos despersonalizan y deshumanizan. Consecuencias: crisis de ansiedad, angustias individuales, tendencias suicidas, sobre todo en los más jóvenes, exclusiones agresivas, etc... En el fondo son enfermedades que no se diagnostican y en la gran mayoría de los casos ni se tratan.

Sin embargo, van apareciendo en noticias aisladas como si nada tuvieran que ver con nuestras formas de vida, y resulta, por ejemplo, que cada vez hay más suicidios entre adolescentes, cuando si algo deben de tener los adolescentes es ganas de vivir, pero seguramente no de vivir del modo en que viven y mediante intermediarios electrónicos. Es posible que dentro de unas décadas la realidad virtual y los avatares sea lo normal, pero ahora no.


Igual podemos decir con el uso del móvil para todo o casi todo, por lo menos creo que el “gustirrinín del delicioso” (como ven también a mi me influyen los lenguajes de los “influencer” aun no se replica virtualmente, aunque todo puede llegar y habrá aplicaciones de novias/os y prostitución que bajarse al móvil (ya hay algo parecido). ¿No va a haber enfermedades sicológicas con estos planteamientos? ¿No es normal que se plantee prohibir los móviles en clase?

Hay que dejar claro que el instrumento (móviles, aplicaciones de todo tipo, redes sociales,…) no es lo malo, sino sus usos, en muchos casos claramente perversos puesto que repercuten negativamente en nuestra forma de ser y de sentir, y, sobre todo, en nuestro equilibrio emocional y psicológico.

Nunca el ser humano ha estado tan mediatizado, ni siquiera en los dominios más férreos de las conciencias por las religiones, lo que ocurre es que este dominio parece más inocuo, más “objetivo”, pero lo cierto es que puede llenar los hospitales y desde luego las farmacias, en los próximos años.

Recuerdo el título de un libro que decía “Más Platón u menos Prozac”. Para ello la verdadera solución es poner el pensamiento y al hombre por delante de la máquina y sus engendros.

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