“Desde la segunda guerra mundial se han provocado más que producido, muchas guerras localizadas que los interesados quieren atribuir a factores religiosos o ideológicos, cuando en realidad son sobre todo económicos”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
19/09/24. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre J.M. Keynes: “Es sin duda, al menos para mi, la de mayor fuste en la historia de la Economía como tal, aunque algunos, los liberales acérrimos, con sus planteamientos inhumanos, la denuesten...
...De hecho las más furibundas críticas de los nuevos liberales se hacen desde posiciones keynesianas, como ocurrió con las reacciones después de la pandemia, cundo todos se declararon keynesianos de toda la vida”.
Los nietos de J.M. Keynes
“En cien años el nivel de vida en las naciones progresivas [sería] entre cuatro y ocho veces más alto que el de [1930]”. No obstante, apuntaba que el destino económico estaba regulado por cuatro condiciones: el poder para controlar la población, la capacidad para evitar las guerras y las desavenencias civiles, la confianza en la ciencia para la dirección de los asuntos propios de ésta, y la tasa de acumulación del capital (diferencia entre la producción y el consumo)”
J.M. Keynes, conferencia en Madrid en 1930
La figura de J.M. Keynes es sin duda, al menos para mi, la de mayor fuste en la historia de la Economía como tal, aunque algunos, los liberales acérrimos, con sus planteamientos inhumanos, la denuesten. De hecho las más furibundas críticas de los nuevos liberales se hacen desde posiciones keynesianas, como ocurrió con las reacciones después de la pandemia, cundo todos se declararon keynesianos de toda la vida.
Cuando estuvo en 1930 en Madrid, dio una conferencia con el sugerente título de “el futuro de nuestros nietos” expuso un futuro optimista, que pudiera cumplirse perfectamente por el camino que vamos, pero también cuatro condiciones para que este se diera.
Primero el control del crecimiento de la población. Esta maldición Malthusiana se ha ido diluyendo sin desaparecer del todo. La mortalidad infantil ha disminuido notoriamente por la intervención de los organismos internacionales, pero el aumento de las rentas de grandes capas de población, independientemente de donde sea, hace que estas familias disminuyan la natalidad. A esto hay que añadir la planificación familiar de países del peso de china frenando la natalidad. Se puede decir que a pesar del su peligroso crecimiento, el factor población, parece que no podrá ser la mayor dificultad para el crecimiento previsto por Keynes.
El segundo factor es, sin duda, el que más comprometido: la capacidad para evitar las guerras y desavenencias civiles. Desde la segunda guerra mundial se han provocado más que producido, muchas guerras localizadas que los interesados quieren atribuir a factores religiosos o ideológicos, cuando en realidad son sobre todo económicos, aunque es cierto que los otros factores también influyen. Lo que si se ha venido demostrando es que no existe una verdadera voluntad de terminar con los conflictos bélicos. No digamos ya lo que se conoce como desavenencias civiles, cuya mayoría se perpetúan por los apoyos externos que encuentran todas las facciones en conflicto. Esta hipótesis keynesiana es la de más débil sustento, y en la que, además, nos jugamos mucho más que el crecimiento económico. Aunque algunos habrá que apuesten por la “gran destrucción” para poder hacer grande planteamientos de crecimiento por la necesidad de reconstruir lo destruido por las guerras tal como ya ocurriera en la Segunda Guerra Mundial.
El tercer factor que apuntó Keynes fue la confianza en el papel de la ciencia y sus desarrollos. En esto la condición está más que cumplida. Los avances en todos los órdenes y campos han sido espectaculares, abriendo así enormes oportunidades de inversión, la informática y su culmen de internet, las nuevas aplicaciones técnicas, la energía, y la inteligencia artificial como algo disruptivo que aun no sabemos dónde puede llevarnos, son solo algunos de los avances que condicionan e impulsan el desarrollo económico.
El último factor entre las condiciones keynesianas para superar en mucho los niveles de desarrollo de 1930, sería la tasa de acumulación del capital. Aunque con problemas en algunas épocas concretas en los últimos cien años, estas tasas han ido aumentando, aunque de procedencia muchas veces más especulativa que productiva.
La complejidad y mayor conocimiento de las variables económicas nos llevarían a pormenorizar muchas de las variables que manejo el eminente economista como serían la estabilidad de precios, niveles de deuda pública manejables, estabilidad financiera, apertura del comercio internacional, emprendimiento para impulsar el crecimiento y el empleo, mejora de la cooperación internacional, y crecimiento sostenible y equitativo, tal como apunta Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero para un tratamiento más simple vale con lo expuesto hasta ahora.
Parece que, a pesar de lo que dijo Keynes nosotros, sus nietos, parecemos bastante más confiados en el futuro, aunque desde luego, si se para uno a pensar, con el amenazante panorama actual, no hay muchas razones para ello.
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