“En España sólo el 0,3% de la población vive en algún municipio sin bares o establecimientos hosteleros de proximidad”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
14/11/24. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un elogio a los bares: “Promueven la cohesión social, la integración y la inclusión social. En estos establecimientos se disminuye el componente de clase y favorece la inserción socio-laboral,...
...aunque también hay que decir que tienen un fuerte componente machista que se va diluyendo con las nuevas generaciones”.
Elogio de los bares, denuesto del delibery
Aunque la pandemia amenazó con destruirlos como base de nuestra sociedad, sustituyéndolos por las comidas a domicilio, los bares y asimilados todavía tienen muchos seguidores, entre los que me encuentro, aunque eso también dentro de mis limitaciones por edad y capacidad (yo diría que incapacidad de asimilación).
La comida en la casa es algo íntimo que, a veces, se vuelve ceremonial con motivo de fiestas y celebraciones. Pero el bar y la taberna, en los que muchas veces no se va a comer a pesar de que la consideramos una prolongación de nuestra casa, es mucho más.
En un estudio realizado en 2022 por la Asociación de Hosteleros de España se destacaban cinco funciones de estos establecimientos que superaban la meramente alimentaria.
Primero, son lugares en que se desarrollan las relaciones sociales directas, tanto la comunicación, como el reforzamiento de la pertenencia y encuentro con nuevas personas. Son puntos de encuentro entre vecinos y amistades, lugares para ver eventos deportivos o de otro tipo, y también espacios informales para trabajar. Otra función es la de ser sedes de asociaciones de lo que solemos llamar sociedad civil, como clubs de fútbol, peñas, etc…
En segundo lugar, evitan el aislamiento y la soledad, tan propensos en estos tiempos. En una realidad donde cada vez existen más personas que se encuentran solas, los bares tradicionales y de barrio alcanzan una puntuación de 3,81 sobre 5 en la percepción como lugares para prevenir el aislamiento y la soledad según la referida encuesta.
Aparte, estos locales aportan seguridad al entorno, especialmente en lugares apartados o considerados peligrosos, ya que las personas que acuden se conocen entre si.
También suelen encargarse de otros servicios ajenos al consumo de bebidas y comidas, como venta de lotería, expedición de quinielas, incluso recogida y entrega de cartas u paquetes y venta de víveres y otros productos. Recuerdo de un mesón en una barriada de Chiclana donde se distribuía el correo de la zona.
Por último, promueven la cohesión social, la integración y la inclusión social. En estos establecimientos se disminuye el componente de clase y favorece la inserción socio-laboral, aunque también hay que decir que tienen un fuerte componente machista que se va diluyendo con las nuevas generaciones.
El estudio realiza un análisis pormenorizado de la población que vive hoy en día sin establecimientos hosteleros de proximidad en su localidad. En España sólo el 0,3% de la población vive en algún municipio sin bares o establecimientos hosteleros de proximidad. No se ha identificado ningún municipio mayor de 500 habitantes sin bares o similar.
A pesar de que el culto al trabajo, de la mano del consumismo, y la facilidad para obtener bienes y servicios desde el hogar, disminuyen las salidas de las personas a la calle, los bares siguen estando en nuestra cultura del ocio y de socialización. Lo que hay es que ayudar a su viabilidad en una sociedad donde los impuestos son cada vez mayores, como han hecho algunos ayuntamientos andaluces con las llamadas tabernas tradicionales y asimiladas.
Sin bares una parte de nosotros y de nuestra cultura más festiva desaparece. Llenémoslos aunque en parte sea de turistas.
Puede leer aquí anteriores artículos de Enrique Torres Bernier