“Una buena parte de la culpa la tienen aquellos que, por espurios intereses o por pura cretinez, vienen negando el cambio climático y sus relaciones con el exceso en el consumo de recursos”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


05/12/24. 
Opinión. El pasado lunes falleció Enrique Torres Bernier, doctor en Ciencias Económicas, profesor de la UMA y gran experto en Turismo y ordenación del territorio. Torres Bernier, que era colaborador de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com desde su inicio, dejó escritos tres artículos, que se irán publicando semanalmente en su columna de los jueves, por respeto a su memoria...

El segundo de ellos, hoy, es sobre el cambio climático: “Los desajustes climáticos en todas sus versiones y lugares son consecuencia de los impactos generados por la propia humanidad sobre el medio, no pudiéndose achacar a la evolución general del universo sino a la inadecuada utilización de los recursos naturales por parte de la humanidad”.

El primer caballo del apocalipsis ha llegado a España

En un artículo reciente consideramos la aparición de cuatro nuevos jinetes del apocalipsis, y el primero, la destrucción continuada del planeta, viene a colación con la aparición y desarrollo de la DANA que se ha paseado en nuestro país por Andalucía, Castilla La Mancha, Extremadura, Cataluña y, sobre todo, el País Valenciano.

Ya no es tiempo de explicaciones mágicas, los desajustes climáticos en todas sus versiones y lugares son consecuencia de los impactos generados por la propia humanidad sobre el medio, no pudiéndose achacar a la evolución general del universo sino a la inadecuada utilización de los recursos naturales por parte de la humanidad, y concretamente, de los poderes que la rigen.

Es evidente que se podían haber tomado medidas preventivas, y que se deberían haber tomado más en serio los avisos sobre lo que probablemente podía ocurrir, según las previsiones de la AEMET, pero nuestros regidores y los mismos ciudadanos no valoraron que pudiera ocurrir el desastre que terminó pasando. Una buena parte de la culpa la tienen aquellos que, por espurios intereses o por pura cretinez, vienen negando el cambio climático y sus relaciones con el exceso en el consumo de recursos y el aumento de los desequilibrios en el medio.


Es verdad que la ciencia está limitada en sus respuestas, pero siempre serán más dignas de crédito sus predicciones y sus respuestas ante los problemas que se plantean en su ámbito de estudio, que la de los cantantes de moda o de los gurús de las sectas terraplanistas a los que tanto caso se les hace.

Tal vez el origen de estos problemas esté en confundir el derecho a la libertad expresión democrática y el de defender teorías sin fundamento que muchas veces esconden intereses que no se pueden defender públicamente, beneficios de las petroleras por ejemplo, o a facinerosos que buscan un hueco en la opinión pública muy alejados de los principios de libertad, igualdad y democracia que persiguen las sociedades occidentales avanzadas.

No cabe la menor duda que tsunamis, terremotos, huracanes, DANAS, sequías y demás tienen mucho que ver con el abuso o mala administración de los recursos naturales y la ruptura de los equilibrios en la cadena de la vida, aunque también, no con la filosofía de pensamiento único negacionista, sino sobre todo, con la de no pensamiento a que se induce a la población en general bajo el principio de “no pienses, consume”.

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