“La huella de carbono de una ciudad como Málaga tiene mucho que ver con una mala planificación urbanística y diseño urbano. La dispersión de urbanizaciones, complejos turísticos, grandes superficies comerciales en suelos de la periferia…”

OPINIÓN. Las historias que nos contamos. Por Carmen Molina Cañadas
Bióloga y ecologista


04/11/20. 
Opinión. La bióloga Carmen Molina escribe, en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, un texto sobre el modelo de ciudad de Málaga: “Y es que hay que aumentar la superficie de suelo con vegetación y reducir el efecto barrera de urbanizaciones e infraestructuras. Hay en Málaga demasiados suelos impermeabilizados bajo cemento y asfalto sin necesidad. Y ello repercute negativamente...

...en la absorción de las aguas de lluvia, escorrentías indeseadas y sobresaturación en determinados momentos de las redes de alcantarillado, además de otros efectos nocivos de la impermeabilización de suelos”.

Urbanismo, ocupación del suelo y modelo de ciudad en Málaga

Las ciudades son responsables de más del 70% de las emisiones mundiales y ocupan solo el 2% de la superficie de la tierra. Al mismo tiempo, los efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y fenómenos meteorológicos extremos repercuten en la infraestructura urbana y en las personas que habitan en asentamientos vulnerables de las ciudades o sus suburbios.


¿Qué podemos o queremos hacer al respecto en ciudades costeras como Málaga? Da la impresión de que no hay una misma visión del camino a seguir entre los responsables de la gestión municipal y los intereses ciudadanos manifestados por plataformas ciudadanas, colectivos, asociaciones... Y es que hay una tendencia a la ocupación expansiva del suelo de forma caótica y especulativa, especialmente severa en Málaga y su área de influencia, alentada por el gobierno municipal, que no viene avalado por la ciudadanía a la que ni siquiera se le pregunta.

La huella de carbono de una ciudad como Málaga tiene mucho que ver con una mala planificación urbanística y diseño urbano. La dispersión de urbanizaciones, complejos turísticos, grandes superficies comerciales en suelos de la periferia calificados como urbanizables -sin haber calibrado su necesidad o utilidad y sin que se hayan evaluado correctamente los impactos que producen en la ordenación del territorio-, dificultan sobremanera que se pueda disponer de medios de transporte público que sean eficientes y que lleguen a rincones alejados. Hogares alejados del trabajo, de los comercios o de otros servicios, generan un aumento de coches en las carreteras emitiendo dióxido de carbono. Sin embargo, esta situación no solo no se corrige, sino que va a mas alimentada por políticas de movilidad que no se corresponden con los objetivos de bajada de emisiones en el transporte. Una ciudad más compacta realiza inversiones en infraestructuras de transporte público más viables. Buen ejemplo de la dirección “equivocada” en políticas de movilidad es la insistencia de Paco de la Torre en aumentar autovías, hiper-rondas y demás infraestructuras viarias como la proyectada y no ejecutada vía perimetral en el área metropolitana, que enlazaría la segunda ronda desde Málaga hasta pasado Chilches, en Vélez-Málaga, de unos 28 kilómetros y otra conexión desde la segunda ronda directa a la zona de Fuengirola, a través de un túnel en la sierra de Mijas de 21 kilómetros. Todo un despropósito. La alternativa es una política que articule y relacione las actividades que confluyen en los tejidos urbanos, en los que la proximidad y la habi­tabilidad reduzcan las necesidades de movilidad. Y esto enlaza con otro grave problema de la ciudad. Y es que, a pesar de la sobredimensión constructiva, se ha alejado a una parte nada despreciable de la población de acceso a vivienda digna, que es un derecho consagrado en nuestra Constitución y en Tratados Internacionales firmados por España. Así que hay que incorporar este derecho como uno de los objetivos centrales de la actividad urbanística en la ciudad. Ello se puede hacer primando la reuti­lización y rehabilitación del patrimonio construido, junto a políticas que regulen el sector inmobiliario y junto a la mejora del entorno urbano y periurbano degradado, adaptando los edificios, infraestructuras y entornos al clima.

El crecimiento urbano descontrolado también ha invadido las zonas verdes del entorno que actúan como sumideros de carbono. La tendencia y lo que empiezan a pedir muchos ciudadanos es que se proyecten espacios verdes acordes a las necesidades de mantener ecosistemas sanos y arbolado urbano bien mantenido para garantizar el bienestar de los habitantes (no solo los humanos). Influir en los instrumentos de planeamiento y en la legislación urbanística para incorporar especificaciones urbanísticas que aseguren la presencia real de zonas verdes de calidad, como los corredores verdes, las reservas de espacio para asegurar la infiltración de agua en el subsuelo, la protección de las zonas con riesgo climático o el uso agrícola a escala metropolitana. Y aquí encontramos la reclamación ciudadana de un Bosque Urbano en los antiguos terrenos de Repsol, que el ayuntamiento elude, y para los que ha planificado mas cemento, obviando las necesidades reales de los vecinos, y apoyándose en un planeamiento ya aprobado, pero obsoleto en la actual realidad que vivimos. Una realidad que aconseja reservar espacio suficiente en el suelo y el subsuelo para facilitar la prestación de los servicios climáticos necesarios (aumento de la infiltración de agua, mejora de la calidad del suelo para permitir un buen crecimiento de la vegetación, etcétera). Nuestro alcalde, sin embargo, se muestra insensible a estas necesidades, que son las que determinarán el futuro de nuestra ciudad. Y es que hay que aumentar la superficie de suelo con vegetación y reducir el efecto barrera de urbanizaciones e infraestructuras. Hay en Málaga demasiados suelos impermeabilizados bajo cemento y asfalto sin necesidad. Y ello repercute negativamente en la absorción de las aguas de lluvia, escorrentías indeseadas y sobresaturación en determinados momentos de las redes de alcantarillado, además de otros efectos nocivos de la impermeabilización de suelos, que no se suelen tener en cuenta.

Considerando nuestro clima mediterráneo y la orografía específica, las zonas verdes y ajardinamientos deberían diseñarse con una visión bastante diferente a la que se viene ejecutando, ya que no se tiene en cuenta qué especies están mejor adaptadas a nuestra realidad climática de elevadas temperaturas estivales y escasez estacional de  lluvias, para la cual no son aconsejables las grandes zonas de césped que consumen cantidades nada despreciables de agua (imaginad la que consumen los algo mas de medio centenar de campos de golf diseminados por toda la provincia), o la elección de especies arbóreas o arbustivas que también lo requieran. O un mantenimiento que abusa de fitosanitarios agresivos para el ambiente y la salud de los ciudadanos, las podas severas que debilitan la estructura de los árboles y dificultan la labor que éstos hacen protegiendo de la excesiva insolación estival y del efecto “isla de calor” que se produce en el interior de las zonas urbanas más densas y con más cantidad de cemento como el centro histórico.

Para proteger los parajes naturales mejor conservados de nuestro litoral de la especulación, en Andalucía se estableció un Plan de Protección del Litoral, que a duras penas intentó evitar el “acoso y derribo” que sufrían las escasas zonas litorales bien conservadas. Este Plan no impidió que proliferasen proyectos urbanísticos de dudosa legalidad y necesidad. Finalmente se anuló el Plan por un supuesto defecto de forma, al aprobarse estando el gobierno andaluz en funciones. Por supuesto, el actual gobierno, ni se plantea retomar esa protección necesaria. Se mantienen crecimientos urbanísticos desmesurados en los planes urbanísticos. Tampoco se promueven iniciativas legislativas o normativas que impliquen garantizar una mínima disciplina urbanística. Todo lo contrario, la evidencia la tenemos en el anteproyecto de Ley de Suelo andaluza, aún en proceso. https://www.eldiario.es/andalucia/en-abierto/necesidad-ley-suelo-orientacion_132_5956427.html

En el litoral, que es el espacio más frágil de nuestra geografía y el más densamente poblado, la intervención urbanística presenta características de devastación de sus valores paisajísticos y naturales. Y en Málaga ha causado verdaderos estragos.

Para contrarrestar estas tendencias es básico tener un proyecto de ciudad claramente definido, y en colaboración con los agentes sociales y con la ciudadanía. Tienen importancia para ello las propuestas vertidas en la agenda 21 que, a día de hoy, no se han visto ejecutados en la mayoría de casos. O lo han sido sin que haya habido una evaluación posterior del nivel de cumplimiento del objetivo perseguido.

Hay asimismo que actuar respecto al “metabolismo urbano” integrando el concepto de eficiencia energética en la organización de la ciudad, en la ordenación urbanística, en la edificación, en los sistemas de movilidad y accesibilidad y en la gestión urbana, concienciándonos todas de las pautas de consumo razonables que frenen el crecimiento de la demanda de energía. Nuestro clima mediterráneo sugiere que busquemos soluciones arquitectónicas adaptadas a la climatología local y a los recursos autóctonos renovables disponibles, es decir, incorporar tecnologías eficientes (alumbrado público, climatización de edificios públicos y sistemas de abastecimiento y depuración de aguas).

Entretanto nuestro gobierno municipal derrochando energía: https://twitter.com/AscoMalaga/status/1320409992374194179?s=20 Jocoso tuit que clarifica las prioridades de nuestro alcalde: “Se cambia la hora para ahorrar energía y en noviembre inaugura Paco de la Torre las luces de Navidad en calle Larios para gastar la energía ahorrada en toda España”. Para reír si no fuera tan amargo para los malagueños en las actuales circunstancias.

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