“Como mostró Silvia Federici, el trabajo reproductivo y de cuidados que vienen haciendo graciosamente las mujeres es la base sobre la que se sostiene el capitalismo”
OPINIÓN. Las historias que nos contamos. Por Carmen Molina Cañadas
Bióloga y ecologista
08/03/21. Opinión. La bióloga Carmen Molina escribe en su colaboración habitual en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, sobre el Día Internacional de la Mujer, cuya conmemoración se celebra hoy, 8 de marzo: “Lo que la inició, fue el recuerdo de una fecha desgraciada, la de un 8M, en la que se produjo una horrenda matanza de 120 mujeres trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York. La Policía la perpetró...
...en unas tremebundas cargas durante una manifestación en la que pedían mejores condiciones laborales. Fue en 1875, cuando las trabajadoras de una fábrica de textiles se plantaron contra los bajos salarios, (cobraban menos de la mitad de lo que cobraban los hombres)”.
Mujer y trabajadora ¿no suena redundante?
Se habla de tautología cuando se utilizan palabras innecesarias que no añaden nada nuevo a la idea que se quiere transmitir. Como una sinonimia o repetición. Este es el caso del comienzo de una celebración cuyo origen fue bien triste.
Lo que la inició, fue el recuerdo de una fecha desgraciada, la de un 8M, en la que se produjo una horrenda matanza de 120 mujeres trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York. La Policía la perpetró en unas tremebundas cargas durante una manifestación en la que pedían mejores condiciones laborales. Fue en 1875, cuando las trabajadoras de una fábrica de textiles se plantaron contra los bajos salarios, (cobraban menos de la mitad de lo que cobraban los hombres). Ese doloroso episodio provocó que las trabajadoras fundaran el primer sindicato femenino. La ONU oficializó esta fecha en 1975 durante el Año Internacional de la Mujer, que la Asamblea General de Naciones Unidas había declarado en 1972. Después invitó a los estados a declarar, conforme a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
En el trágico incendio de la fabrica Triangule Shirtwaist fallecieron casi 150 trabajadoras
Y comienzo este texto hablando de la redundancia al colocar dos términos juntos, porque la mujer, además de otras cualidades o atributos posee el de ser siempre y en todos los casos “trabajadora”. Trabaja dentro y fuera. Trabaja cuidando dentro, trabaja, y con menores salarios que sus compañeros, fuera. Era así en esa fecha de 1875 y es así hoy, avanzado el siglo XXI. La mujer trabaja, pena y resiste, pero siempre celebra la vida, aunque trabajando trague carretas de inequidad e injusticia.
Como mostró Silvia Federici, el trabajo reproductivo y de cuidados que vienen haciendo graciosamente las mujeres es la base sobre la que se sostiene el capitalismo. Y si fue una reivindicación laboral la que dio pie a esta celebración del 8M, hoy tenemos que seguir saliendo a reivindicar el trabajo doméstico, el asalariado malpagado y toda la metódica apropiación de nuestra fuerza de trabajo, esa que producimos sin retribución ni reconocimiento. Es lógico rebelarse contra lo que es injusto. Y la injusticia se ha mantenido a lo largo de los siglos, en un inacabable conflicto, que aún no hemos resuelto.
Pero aquí estamos y saldremos, quiéranlo o no, asúmanlo o no; mano con mano, unánimes, defendiendo el legítimo derecho que nos asiste para ocupar el espacio público, para salir y preguntar por esa equidad que nos falta, para seguir preguntando porqué sigue pareciendo remota la sociedad igualitaria que queremos. Sin desmoralizarnos. Sin abandonar, porque cada año, -y van unos cuantos-, seguimos encontrando motivos para salir a las calles a mostrar nuestra indignación. Por las compañeras que sufren violencias machistas en cualquiera de sus manifestaciones, por las que ya no están, por todas nosotras ahora, y por las que serán. Porque sin nosotras no hay sociedad que perdure.
Primer Día Internacional de la Mujer
Solo culminaremos la tarea cuando la sociedad experimente cambios profundos en su forma de relacionarse. Necesitamos mirarnos en otros espejos, conocer la historia de otras mujeres, lo que han hecho, lo que han logrado, cómo se han organizado y cómo han resistido. Es necesario conocerlas y conocernos. Porque demasiado a menudo son desproporcionadas las cargas que soportamos. Y las aligera saber que no estamos solas.
Y es que hay, en la sociedad patriarcal, una fuerte conexión entre el proceso extractivista de bienes comunes y la violencia en contra de las mujeres, en forma de abusos de todo tipo. Pero somos las que damos y conservamos la vida, las que mantenemos a la comunidad unida, siendo, además, las más fuertemente golpeadas por los avances del capital en sus vueltas de tuerca a golpe de crisis y acumulación de riqueza, y quienes sostenemos las luchas por la vida y el territorio frente al expolio y la acumulación. Necesitamos leyes para garantizar la igualdad.
No enfrentar la cotidianeidad aisladas sino pensar la reproducción de la vida en solidaridad y apoyo mutuo, para conocernos, compartirnos, escucharnos y para revalorizar las destrezas y experiencias de todas, las de cada una; porque la desvalorización es en el núcleo de la violencia. Mientras, nosotras a lo nuestro: a aplicar la colaboración y a aprovechar la sabiduría colectiva para ocuparnos de los problemas.
Las mujeres sabemos de cooperación, sabemos que aisladas, no podemos nada. Aisladas, ya estamos vencidas. Sin embargo, en la sociedad que nos mantiene subordinadas a la otra mitad de la humanidad, nos cuentan que necesitamos ser tuteladas porque somos débiles, porque somos incapaces… ¡Qué lejos aún la transformación!
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