“La labor de los científicos ha sido esencial para decidir cuándo evacuar cada zona; para predecir el camino de las coladas; y también para calcular con antelación la contaminación atmosférica y para medirla”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


12/11/21. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión escribe sobre por qué en el caso de la crisis ambiental no se escucha a los científicos: “En el caso de la crisis ambiental y el cambio climático, hay consenso científico y no hay intereses en exagerar lo que nos puede llegar...

...a pasar. No son futurólogos. Son científicos los que están clamando acción y el 99,9% coinciden en que el cambio climático está causado por el ser humano y, por tanto, podemos (y debemos) actuar”.

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El volcán de La Palma nos enseña a escuchar a los científicos

Cuando vamos al médico, la mayoría de nosotros nos fiamos del diagnóstico y del tratamiento. Confiamos en que el personal médico lo forman científicos o científicas que están al día de los mejores tratamientos posibles con los medios que cuentan. Algo similar ha pasado en el volcán Cumbre Vieja de la isla de La Palma. La labor de los científicos ha sido esencial para decidir cuándo evacuar cada zona; para predecir el camino de las coladas; y también para calcular con antelación la contaminación atmosférica y para medirla.


Es frecuente que el personal científico sea escuchado y que se sigan sus recomendaciones. ¿Por qué en el caso de la crisis ambiental no se escucha a la ciencia? Ante los desastres que los científicos ven y predicen se les saltan las lágrimas. Han expuesto las causas, las consecuencias y las soluciones, tanto en artículos científicos, como en informes, charlas, vídeos y hasta en redes sociales. La ciencia ha cumplido con su obligación. Sin embargo, ni los líderes están haciendo su trabajo eficientemente, ni la población les exige que lo hagan. La ciencia queda aparcada a la espera de un futuro incierto para unos, y muy inquietante para los que estudian los problemas ambientales.

¿Por qué no se obedece a la ciencia cuando se pronuncia sobre la crisis ambiental?

Hay varias razones posibles. Por ejemplo, estas:

  1. Las consecuencias se ven lejos o sin trascendencia. En el caso del volcán de La Palma, todos hemos visto las coladas comiéndose casas y derribando todo a su paso. Desconfiar de la ciencia hubiera sido un suicidio y se hubiera comprobado en un corto espacio de tiempo. Las consecuencias del cambio climático son mucho más dramáticas, aunque tal vez no tan evidentes. Algunos aún no quieren ver la relación entre causa y efecto, porque les obligaría moralmente a actuar.
    • La realidad es que las consecuencias ya están ocurriendo y cada vez las veremos y sentiremos más y peor. Actuar para evitarlo no es hacer algo un día, sino un camino diario.
  2. Sentimiento de impotencia o «mejor no pensarlo». Algunos pueden estar aturdidos ante la gravedad de lo que se nos viene encima y prefieren mirar para otro lado (técnica conocida como del avestruz). Otros pueden sentir que es imposible evitar el colapso y, por tanto, más vale disfrutar de la música mientras nos hundimos (técnica Titanic).
    • La realidad es que nos irá mejor si obedecemos a la ciencia y seguimos sus indicaciones. Es posible evitar lo peor del colapso y merece la pena hacerlo. Ya llegamos tarde para evitar un colapso ligero, pero tenemos aún tiempo para evitar un auténtico desastre global. Todo ayuda, desde decisiones simples a las más importantes, pasando por las más complejas.
  3. Comodidad. Es más cómodo no hacer nada que implicarse en serio. Algunos se implican superficialmente (por ejemplo, separando sus residuos y apagando las luces cuando no las usan) y se creen que con eso es suficiente. A la vista está que no es suficiente. Hay mucho por hacer, y es fácil.
    • La realidad es que necesitamos un compromiso importante por parte de todos, especialmente por parte de los políticos gobernantes y de los ricos del planeta. A nivel mundial, podemos afirmar que son personas ricas las pertenecientes a clases medias-bajas de los países ricos. Por supuesto, las grandes fortunas suelen contaminar bastante más y aunque tienen más responsabilidad, haríamos mal en esperar que la asuman.
  4. Falsa sensación de seguridad o miedo a empobrecerse. Algunos se sienten seguros por vivir en cierta región, o por tener suficiente dinero. Es la técnica del “a mí no me tocará”: mi casa no se inundará, no tendré que emigrar, no moriré de hambre, ni de calor, ni por enfermedades ambientales fácilmente evitables, etc. Como dijo Naomi Klein, Esto lo cambia todo.
  5. Esperamos a que legislen los gobiernos. Gran parte de las personas que usan coches y aviones saben que no deberían usarlos, pero esperan a que los gobiernos tomen medidas contundentes, cosa que no hacen.
    • La realidad es que los gobiernos no tomarán medidas suficientes mientras no haya una masa crítica de personas exigiéndolas activamente. No basta con pensar ecológicamente. Hay que movilizarse: manifestaciones, escribir cartas al gobierno, difundir en redes sociales, actuar coherentemente, comprar poco y con conciencia, etc.

Como vemos, hay argumentos insustanciales suficientes para el que quiera ignorar el colapso ambiental. ¿Cuál es tu preferido? En el futuro tendremos bastantes argumentos irrefutables para lamentar dolorosamente nuestra inacción actual. Ya será tarde.

¿Se equivocan los científicos?

Los científicos a veces se equivocan, o incluso su opinión puede estar sesgada por quien les paga. Es el caso —descarado— de esas cátedras universitarias pagadas por empresas con evidentes intereses en que los resultados de la investigación les sean favorables. No obstante, en el caso de la crisis ambiental y el cambio climático, hay consenso científico y no hay intereses en exagerar lo que nos puede llegar a pasar. No son futurólogos. Son científicos los que están clamando acción y el 99,9% coinciden en que el cambio climático está causado por el ser humano y, por tanto, podemos (y debemos) actuar.

Greta Thunberg y esos jóvenes que protestan en las calles están pidiendo —literalmente a gritos— algo tan simple como que se escuche a la ciencia. ¿Obedeceremos a la juventud, la cual solo quiere un futuro?

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