“¿Debemos prohibir toda la caza? La decisión es obvia si comparamos los escasos beneficios con todos los daños que ocasiona y si queremos transitar hacia una sociedad que no acepte el maltrato animal”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA
18/02/22. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión habla sobre la caza y los intereses políticos: “Los gobernantes y representantes políticos no cierran los ojos. Ellos no están desinformados, sino condicionados por intereses ideólogicos (en el mejor caso) o económicos (en casi todos)...
...Ellos vigilan dónde está su mayor cuota de votantes. Por ejemplo, el PP criticaba las macrogranjas hasta que pensó que sus votantes estaban a favor. Entonces, cambió su discurso”.
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Cazando políticos
Imaginad que las carreteras no tuvieran límites de velocidad. Cada uno podría ir a la velocidad que quisiera según su propio criterio y su propia responsabilidad. Sin multas, ni pérdidas de puntos, ni inquietantes anuncios en TV. Habría accidentes, pero es algo inevitable por esta obsesión por movernos rápidamente. Los amantes de la velocidad dirían que los imprudentes serían una minoría despreciable.
Sería un mundo absurdo, que no entiende bien lo que es la libertad. Afortunadamente, hoy nadie niega las bondades de limitar la velocidad y de poner multas a los que no respetan las normas. De la misma forma, establecer prohibiciones es necesario para alcanzar una sociedad pacífica y sostenible.
Un ejemplo lo encontramos en la caza. ¿Debemos prohibir toda la caza? La decisión es obvia si comparamos los escasos beneficios con todos los daños que ocasiona y si queremos transitar hacia una sociedad que no acepte el maltrato animal. Pongamos unos ejemplos de lo que implica que la caza sea legal. Son los daños colaterales de los cazadores (mira los enlaces para más información y si quieres más, mira esto):
- Perros hacinados en rehalas, maltratados, viviendo entre basuras, forzando a trabajar a perras preñadas o lactantes.
- Perros abandonados al final de cada temporada de caza (cuando la herramienta de trabajo canina ya no es útil).
- Fauna salvaje maltratada, abandonada herida y moribunda, cuando no apaleada para subir el vídeo a las redes sociales (los más cobardes ni siquiera se atreven a subir el vídeo o las sangrantes fotos).
- Fauna protegida disparada por hastío o por un (supuesto) error. ¿Cualquiera pueda confundir un oso con un jabalí? ¿Y con un compañero humano?
- La caza genera artificialmente superpoblaciones de animales, para así tener más carnaza a la que disparar.
- Algunos cazadores aprovechan las sequías o los incendios para disparar a los animales débiles o desnutridos.
- Otros cazadores pagan fortunas para abatir animales emblemáticos y encima presumen de estar llevando riqueza a los países pobres.
- Cientos de accidentes de caza generan horror y gastos sanitarios fácilmente evitables. Además, hay asesinatos que usan las armas de caza y no son accidentes.
Obviamente, los cazadores no entienden ninguna de estas palabras o, a lo sumo, alegan que todos esos casos son «excepciones». Lo mismo que los que trabajan para las petroleras no entienden la gravedad de la crisis climática (ahora que ya no se atreven a negarla). También lo mismo ocurrió con los agricultores (legales e ilegales) del Mar Menor, que no entendían que sus fertilizantes y pesticidas estuvieran matando esa laguna de la que dependían sectores como la pesca y el turismo. Los que aman los chuletones al punto o las hamburguesas clásicas de basura, tampoco entienden que la carne sea un producto de altísimo impacto ambiental. No quieren entenderlo.
El que no quiere entender algo, no lo entenderá por muchos argumentos irrefutables que existan. Son muchos los que vacían su mente para llenar sus bolsillos. Estamos hartos de verlo, por ejemplo, en el PP y en su actitud antiecologista.
Pero atención, los gobernantes y representantes políticos no cierran los ojos. Ellos no están desinformados, sino condicionados por intereses ideólogicos (en el mejor caso) o económicos (en casi todos). Ellos vigilan dónde está su mayor cuota de votantes. Por ejemplo, el PP criticaba las macrogranjas hasta que pensó que sus votantes estaban a favor. Entonces, cambió su discurso.
Si estamos un poco atentos será fácil que cacemos esos intereses que algunos políticos callan.
Mientras no haya una buena educación ambiental los gobernantes serán (o se harán) los ignorantes ambientales y la llave de la sostenibilidad quedará oxidada.
El bienestar futuro de las sociedades modernas es imposible, porque dependen de un crecimiento constante e inviable, de una desigualdad asfixiante, de daños ambientales intolerables y de maltratar animales inocentes. Todo muy indecente. Y si me permiten la palabra: colapsante.
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