“Hay sequía en toda Europa y sabemos que tarde o temprano vendrá una sequía mucho más severa”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA28/10/22. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión habla sobre el agua: “La España más seca, despilfarra agua para usos muy prescindibles. Los 109 campos de golf de Andalucía consumen el agua equivalente a más de un millón de personas. A eso hay que sumar el excesivo...
...consumo de los turistas (los golfistas y el resto). En la mencionada Axarquía se está tramitando un tercer campo”.
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Propuestas para evitar el colapso hídrico: España cree que el agua es infinita
En España llueve menos que hace 60 años. De hecho, hay sequía en toda Europa y sabemos que tarde o temprano vendrá una sequía mucho más severa. Las sequías son periódicas —especialmente en el clima mediterráneo— pero están aumentando por las olas de calor y por los incendios forestales. Sin árboles, se reduce el efecto llamada de la lluvia. Entonces, la pregunta importante es: ¿Estamos haciendo un uso adecuado y sostenible del agua y de los bosques? La respuesta es triste y evidente: NO.
Un lema ya clásico: «No es sequía, es saqueo»
Un reciente y completo estudio concluye que el uso del agua dulce ha superado el límite de seguridad y está poniendo en riesgo la estabilidad de todo el sistema planetario. Hemos alterado demasiado el ciclo natural del agua.
En España, los regadíos crecen sin control adecuado, tanto los legales como los ilegales; tanto en invernaderos como en fincas abiertas; robando agua de ríos y con pozos ilegales. Se ha denunciado y documentado en diversos medios, pero ningún gobierno, ni las fuerzas de seguridad actúan con la contundencia necesaria. El regadío consume el 85% del agua disponible en España. Con el agua restante tenemos que atender otras necesidades que son, por ley, prioritarias: abastecimiento humano y respetar los caudales ecológicos.
Por todo esto, el problema principal no es la sequía sino la sobreexplotación. Si somos optimistas, la sequía grave podría tardar en llegar y con suerte será breve, pero el consumo abusivo nos está arruinando el futuro.
Un ejemplo paradigmático es Murcia. Con su bonito lema «Agua para todos«, consiguieron hacer un trasvase de agua desde el río Tajo. Ello les ha permitido enriquecerse con una agricultura insostenible, lo cual, unido al auge de las macrogranjas y a los miles de pozos ilegales —sin interés de penalizar por parte del gobierno local— ha llevado a un ecocidio en el Mar Menor. Las macrogranjas están contaminando también el agua para beber.
Otro caso extremo es Andalucía con el crecimiento de invernaderos y de cultivos de regadío. Puede apreciarse fácilmente mirando el paisaje, o bien, imágenes de satélite. Doñana, Almería o la comarca malagueña de La Axarquía son ejemplos muy evidentes de lo que no debe hacerse. Estamos exportando a otros países un recurso, el agua, que es muy limitado. Unos pocos se enriquecen a costa de nuestro futuro.
La España más seca, despilfarra agua para usos muy prescindibles. Los 109 campos de golf de Andalucía consumen el agua equivalente a más de un millón de personas. A eso hay que sumar el excesivo consumo de los turistas (los golfistas y el resto). En la mencionada Axarquía se está tramitando un tercer campo. Los defensores del golf dicen que usan agua regenerada, pero en realidad suele ser agua de pozo y, en ambos casos, es agua que pierden los ecosistemas naturales. Un campo de golf de 18 hoyos consume el equivalente a una población de entre 10.000 y 15.000 habitantes. El golf es uno de esos deportes inadecuados (al menos en ciertas regiones).
Como dice el científico Fernando Valladares, hablar de golf es hablar de viajes en avión, de agua y de su contaminación por fertilizantes y pesticidas; y también es hablar de urbanizar los alrededores, de pérdida de conectores biológicos, de contaminación de acuíferos, de alteración del paisaje, de presión humana, de incremento del tráfico, del ruido, y también de la contaminación lumínica. Se puede jugar al golf en campos secos (y lo veremos cada vez más), pero depende dónde, tal vez ni siquiera eso es sostenible.
La crisis climática tendrá un fuerte impacto en la reducción de la producción agraria y ganadera, y el agua es solo un argumento más. El precio de la energía va a seguir subiendo por mucha transición renovable que hagamos (ya vamos muy tarde y sin ganas de reducir, que es lo único ecológico). Además, con pantanos más secos, la energía hidráulica se reduce; y ello sube el precio también de la electricidad.
Medidas urgentes, para empezar
Las soluciones pasan por entender que el agua es un recurso escaso y valioso. En cuanto tengamos conciencia de su valor y de que pronto escaseará, nos sobrarán ideas para ahorrar agua: desde poner cubos en la ducha para recoger el agua sobrante y otras ideas de la Cadena Verde, hasta medidas que deben tomar gobiernos locales y nacionales. Por ejemplo, estas:
- Aumentar las zonas verdes en las ciudades, renaturalizarlas para que requieran menos cuidados, e implantar medidas para parques y jardines ecológicos.
- Regar en horas de mínima evaporación y sin que el agua se pierda por la calzada.
- Instalar sistemas para recoger agua de lluvia.
- No poner césped en parques y jardines públicos, y sustituirlo por otras plantas, incluso creando zonas de plantas silvestres, ruderales (sin necesidad de cuidarlas ni de hacer apenas nada). También se debe limitar el césped en jardines privados y urbanizaciones.
- Tampoco es admisible el césped artificial, salvo en ciertos usos muy concretos.
- Tal vez, la forma más eficiente de ahorrar agua es reducir el consumo de carne, roja o blanca. La huella hídrica de la carne es muy alta: un filete de 300 gramos de ternera consume 4.500 litros de agua; y si es de cerdo o de ave, sigue superando con creces los mil litros. Los huevos o los lácteos también tienen una huella impresionante. Retengamos este dato: el 75% de la superficie agrícola se destina a la ganadería.
- Revisar perdidas en la red de suministro.
- Reducir la agricultura de regadío (también los invernaderos), atendiendo a la disponibilidad real de agua con vistas al futuro. Por supuesto, no conceder permisos para nuevos regadíos.
- Reducir consumos innecesarios: cerrar duchas en playas, no promover campos de golf (ni otros deportes de alto impacto), no limpiar las calles con camiones de agua (tampoco con sopladoras de hojas), prohibir el lavado de coches (ya propuesto en Inglaterra, junto a otras medidas), etc.
- Controlar el consumo particular:
- Prohibir y controlar que no se limpien terrazas o zonas comunes con manguera.
- Prohibir el llenado de piscinas unifamiliares e incluso comunitarias de menos de diez viviendas, por ejemplo.
- Subir el precio del tramo más caro, o poner un nuevo tramo para grandes consumidores.
- Promover que se beba agua del grifo en casa, pero también en bares y restaurantes, así como instalar fuentes de agua públicas. Para fabricar una botella de plástico de un litro hacen falta cinco litros de agua. En realidad deberíamos vetar todos los envases de usar y tirar.
- Campañas educativas para ahorrar agua, incluso bajando la presión de los barrios en los que se pueda. Informar a la población del impacto económico y ecológico de infraestructuras como las desaladoras, los pantanos y los trasvases. Es necesario que la población —y los políticos— entiendan que es falso el mantra de que el agua de los ríos se tira al mar.
- Depurar bien las aguas residuales para usarlas para riego o para devolverlas bien a la naturaleza. España ha recibido multitud de multas por esta causa.
- Buscar terrenos para renaturalizarlos (rewilding). Devolver a la naturaleza el control de montes, ríos, lagos o praderas es una buena forma de conseguir agua limpia, porque la naturaleza ha demostrado saber gestionar mucho mejor que el ser humano. Reduciendo la ganadería podríamos disponer de muchos territorios agroganaderos para renaturalizar.
Esas son solo algunas ideas para adaptarse a un futuro en crisis, pero hay muchas más. Vamos a toda velocidad hacia un muro de hormigón. Ya no tenemos tiempo para frenar, pero dado que sabemos que el muro no se va a quitar, creo que merece la pena frenar a fondo y esperar que salte algún inesperado airbag.
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