“Para algunos, llevar zapatos viejos no está bien visto, aunque sea algo que nos beneficia a todos. Esta es otra de las cosas que, como sociedad, tenemos que cambiar”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


04/11/22. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión habla sobre los zapatos: “En amplias regiones del planeta, las personas no tienen zapatos o solo tienen un par de chanclas, o zapatos viejos y artesanos. No es ninguna vergüenza. Lo vergonzoso es esa sociedad que...

...descarta los zapatos seminuevos y que se compra un par —o más— cada año”.

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Los zapatos en el mundo rico

¿Usamos los zapatos para separarnos de la Madre Tierra? El calzado debería servir para caminar de forma cómoda y segura; no para despegarnos de la tierra; ni para clasificar a las personas.


La fabricación de un par de zapatos puede liberar más de 23 kg de CO2; bastante más si se ha usado cuero. Obviamente, la huella exacta de cada zapato depende de distintos factores. Tal vez el más importante es el tiempo de uso, que en los países ricos está bastante acortado.


Es imposible saber la duración exacta de cada zapato, pero sin embargo hay datos que son fáciles de observar. Nos hemos fijado en el estado de los zapatos de la gente corriente, en distintos barrios, en distintas estaciones del año, en distintas ciudades de España… También hemos hecho un pequeño sondeo demoscópico. Nuestra conclusión es que el tiempo de uso de un zapato —desde que está nuevo hasta que es inservible—, se divide en tres etapas (véase Figura adjunta). Durante esas etapas el estado del zapato va empeorando (curva decreciente de la gráfica) y según nuestras observaciones, la mayoría de los zapatos se descartan al final de la primera etapa:

  • Etapa 1: Va desde que el zapato es nuevo hasta que empieza a notarse cierto desgaste (calzado seminuevo o en buen estado). En ese punto, muchas personas descartan tales zapatos: los dejan de usar, los almacenan, los venden, los donan en el mejor caso… o los tiran.
  • Etapa 2: Va desde el final de la anterior hasta que los zapatos empiezan a estar razonablemente mal. Esta etapa es más larga de lo que muchos piensan y la gente concienciada la alarga más arreglando los zapatos (por sí mismos o llevándolos a zapateros). Por eso, la gráfica puede tener altibajos (aunque no se muestren en la figura).
  • Etapa 3: Suele ser la más corta. Cuando los zapatos están muy desgastados, su declive es rápido, con roturas que no pueden arreglarse adecuadamente o desperfectos que los vuelven incómodos. Esta etapa termina cuando realmente los zapatos no pueden seguir usándose.

Por la calle apenas se ven zapatos en la etapa 2, y mucho menos en la etapa 3. Por eso nos preguntábamos dónde están los zapatos seminuevosdónde están los viejos. ¿Qué porcentaje está en armarios olvidados? ¿Y en vertederos? ¿Y en lejanos países empobrecidos, permitiendo así a los ricos seguir su nivel de consumo? Es un misterio.


Alargar la vida de los zapatos (y de todo) para reducir nuestra huella

En amplias regiones del planeta, las personas no tienen zapatos o solo tienen un par de chanclas, o zapatos viejos y artesanos. No es ninguna vergüenza. Lo vergonzoso es esa sociedad que descarta los zapatos seminuevos y que se compra un par —o más— cada año. Algunos lavan su conciencia comprando o vendiendo de segunda mano. Lo llaman economía circular, cuando en realidad es una excusa más para inflar la rueda del consumo.

La conclusión importante es que tanto con los zapatos, como con la ropa, con los complementos, aparatos o cualquier cosa que ya tengas, puedes olvidarte del impacto ambiental que generó su fabricación; y centrarte en alargar su vida lo más posible. Lo más responsable es minimizar la adquisición de más productos (minimalismo), por muy ecológicos que sean o aunque sean de segunda mano o gratis. Decir ‘no’ a algo gratis permite que otra persona pueda disfrutar de eso.

Lo más eco no es comprar productos ecológicos, sino aprovechar al máximo lo que ya tenemos; y también acumular y comprar menos.

Otra conclusión interpela a una sociedad superficial, que valora la imagen por encima de los daños ambientales. Para algunos, llevar zapatos viejos no está bien visto, aunque sea algo que nos beneficia a todos. Esta es otra de las cosas que, como sociedad, tenemos que cambiar.

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