“No digo que sean feas. Lo que quiero resaltar es que es un gasto de energía y de dinero, además de la contaminación lumínica y atmosférica. Yo no puedo olvidar que nuestra casa está en llamas”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA
09/12/22. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web Historias incontables. En esta ocasión es un relato sobre las luces navideñas: “Si te fijas, las calles principales, en donde han puesto más luces, están repletas de franquicias de multinacionales. Antes había negocios locales, pequeñas tiendas, y el dinero se...
...quedaba aquí, se repartía aquí. Ahora no. Comprar en esas tiendas hace que el dinero se concentre en menos manos y lejos, muy lejos, de la ciudad. Esas multinacionales del centro son culpables de cerrar tiendas por toda la ciudad”.
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Puñeteras luces navideñas
—¿Cómo es que no quieres venir al centro a ver las luces navideñas? —me pregunta con la expresión como si me viera, en directo, cometer un crimen.
—No es que no me gusten. Sencillamente, no puedo separar la estética de la ética —contesto, intentando medir el grado de interés de mi interlocutor.
—Sigo sin entenderte —exhala como un suspiro—. ¿Eh?
—Yo sí te entiendo. Las luces son bonitas. No lo niego. Cambian la estética de un puñado de calles y es, en cierta forma, novedoso, porque ocurre una vez al año. Bueno… en realidad, no es tan original. Ponen luces también por Carnaval y, por supuesto, cuando llega la semana de fiestas. Los que disfrutáis con las luces, contáis con varios meses al año. Los que amamos la oscuridad, no tenemos ni un día para ver la Vía Láctea sin tener que irnos a la Luna.
—Es verdad. Cada vez tenemos más luces y más épocas de luces. Son muy bonitas y, ¡oye! ¡Son LED, que gastan menos!
—No digo que sean feas. Lo que quiero resaltar es que es un gasto de energía y de dinero, además de la contaminación lumínica y atmosférica. Yo no puedo olvidar que nuestra casa está en llamas. Y por cierto… es verdad que esas bombillas de diodos LED consumen menos, y precisamente con esa excusa, ahora se ponen más. Y encima, su contaminación lumínica es superior. Es decir, que los LED navideños representan pocas mejoras en la práctica.
—Acepto lo de la contaminación lumínica. Ya sé que molesta a la fauna. Pero ¿el aire? Los LED no contaminan el aire.
—¿No? Los LED producen hasta residuos radiactivos. ¿Cómo se produce la electricidad si no es, en buena parte, con centrales contaminantes?
—Cada día hay más energía renovable.
—Renovable sí. Sostenible, es otra cosa. En todo caso, no olvides que nunca conseguiremos que toda nuestra energía sea renovable con este nivel de consumo. Sencillamente es imposible. No hay materiales en el planeta para tantos paneles solares o molinos eólicos como nos gustaría. Y si los hubiera, los daños ambientales serían inmensos. ¡Ni te imaginas los millones de aves y murciélagos que mueren en los molinos eólicos! ¿Sabías que están quitando campos de cultivo para poner paneles solares? Arrancan olivos, viñas… Y todo eso… en serio… yo también lo veo cuando miro las luces navideñas. No puedo evitarlo.
—Yo creo que la iluminación trae la Navidad.
—Pues los vecinos del centro están hartos de tantas luces por la noche. Claro, que ya apenas hay vecinos en el centro, porque los han echado por la gentrificación y la turistificación.
—Los comerciantes dicen que las luces alegran a las personas y las animan a comprar. Es bueno para la economía. Y no me vengas con el rollo del consumismo.
—Comprar es bueno para la economía: sube el PIB, compres lo que compres. Ahora bien, el consumo responsable es otra cosa. Comprar en exceso, cosas de usar y tirar… nunca es responsable, y comprar sin mirar los daños ambientales, tampoco. Las cosas son como son, aunque duela decirlas.
—Si fuera por ti, hundirías la economía de la ciudad. Las tiendas del centro necesitan hacer negocio.
—Si te fijas, las calles principales, en donde han puesto más luces, están repletas de franquicias de multinacionales. Antes había negocios locales, pequeñas tiendas, y el dinero se quedaba aquí, se repartía aquí. Ahora no. Comprar en esas tiendas hace que el dinero se concentre en menos manos y lejos, muy lejos, de la ciudad. Esas multinacionales del centro son culpables de cerrar tiendas por toda la ciudad. Y encima, en Navidad, las luces quitan más clientes a las tiendas de la periferia. Primark se ha cargado las pequeñas tiendas de ropa. Toysarás acabó con las jugueterías. Leroy Merlín ha conseguido que cierren muchas ferreterías. Me han contado que Starbucks, con sus precios de apertura, consigue cerrar las pequeñas cafeterías locales allí donde llega… y luego, cuando se ha hecho con el negocio, sube los precios de su plastificado café. Da igual. Pequeñas tiendas no pueden competir en precios con grandes corporaciones, ni con sus exuberantes campañas de publicidad. Y menos, mientras contaminar y arrasar el planeta sea gratis. Eso es lo que realmente se les da bien a esas marcas del centro que brillan con «LEDs» de dinero público. Par mí… las luces navideñas y la publicidad oscurecen la Naturaleza.
—Eres muy pesimista.
—Ojalá tuvieras razón. Pero por si acaso te equivocaras, merece la pena ahorrar. Nos jugamos el colapso de nuestra forma de vida, el partido está terminando y vamos perdiendo. Podemos remontar si no perdemos energía mirando bonitas luces de colores.
—Lo mejor será cerrar la Navidad. ¿No?
—Podríamos hacer algo mejor. Entender la Navidad de otra forma. ¿Tú crees que a Jesús le gustaría gastar millones en lucecitas? ¿O querría invertirlo mejor en los pobres?
—¿Qué Jesús? ¿Jesús Gil?
—Me refiero a otro Jesús.
—No creo que lo conozca.
—Yo tampoco lo creo… Y por eso digo… puñeteras luces navideñas…
—No hay necesidad de hablar así.
—Según el diccionario de la RAE, puñetero significa molesto, fastidioso. Por desgracia, el adjetivo encaja perfectamente a la iluminación navideña.
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