“Hay cosas que deberían estar prohibidas para todos. No hay dinero para pagar la contaminación excesiva. El «ecocidio» debe ser ilegal y perseguido”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


02/02/24. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión sobre la contaminación: “otro problema del lema de pagar para contaminar es que se tiende a pensar que abonar algo es suficiente. Y no lo es. Los impuestos verdes pueden ser solo la primera...

...medida para un objetivo más ambicioso: que no se destroce el medioambiente”.

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¿Cuánto paga el que contamina?

El presidente español Pedro Sánchez reclamó en la cumbre del clima COP28 una nueva fiscalidad que siga el famoso principio de “quien contamina paga”. Este lema ecologista sigue siendo válido, pero hay que matizar algunas cuestiones, porque el objetivo no es que los ricos puedan contaminar sin inmutarse, sino, precisamente, reducir su excesiva cuota de contaminación. Así pues, dependiendo del contexto, el lema a aplicar es, primero, “quien contamina en exceso, deja de contaminar y será sancionado adecuadamente”. Tenemos un problema: lo normal es que contaminar sea gratis y legal.


Por una parte, hay cosas que deberían estar prohibidas para todos. No hay dinero para pagar la contaminación excesiva. El «ecocidio» debe ser ilegal y perseguido. En cambio, en España salen gratis accidentes como el del Prestige o el de Aznalcóllar; y ecocidios como el de Doñana, el del mar Menor, el del Algarrobico o el de Marina Isla de Valdecañas. No se trata de que paguen para seguir haciendo lo mismo, sino para que aprendan la lección; y para que se indemnicen a los afectados y se restauren las zonas a su estado anterior (o lo más parecido posible).


Por otra parte, otro problema del lema de pagar para contaminar es que se tiende a pensar que abonar algo es suficiente. Y no lo es. Los impuestos verdes pueden ser solo la primera medida para un objetivo más ambicioso: que no se destroce el medioambiente. Para ello, la pregunta a la que hay que contestar es, ¿cuánto se debe pagar por haber contaminado? Respuesta: hay que cuantificar todo el daño ocasionado, y a esa cantidad sumar intereses y gastos de gestión.

Un ejemplo, si las empresas del plástico pagaran por todo el daño que hace este material, al día siguiente se acabarían los envases de usar y tirar. Los costes ambientales y sanitarios encarecerían esos envases hasta hacerlos prohibitivos. En cambio, contaminar sale tan barato, que aunque paguen una mínima cuota, sigue compensando. Esos impuestos son, sencillamente, una estafa a la sociedad y un crimen contra nuestra salud (y contra el planeta).

¿Cuánto paga el que contamina? La respuesta es muy simple. Si sigue contaminando de forma insostenible, es que paga poco.

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