“La caza tiene problemas serios y numerosos. Prohibir totalmente la caza deportiva —de todas las especies, en todos los territorios— es la solución más directa y efectiva”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


16/02/24. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión sobre la caza: “Penar adecuadamente los accidentes en la caza, tanto cuando resultan heridos o muertos humanos como especies protegidas. Confundir un oso con un jabalí ha de ser razón...

...suficiente para la retirada del permiso de caza por una década como mínimo, más una multa adecuada que incite a los cazadores a reflexionar antes de apretar el gatillo”.

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Veinticuatro medidas incómodas para los cazadores, mientras llega la prohibición de la caza

Seamos optimistas. La tauromaquia y la caza se prohibirán muy pronto. Es posible que la caza tarde un poco más en España, pero en algunos países ya se ha hecho. ¿Qué podemos hacer para minimizar los problemas que ocasionan los cazadores? Nos hemos tomado la molestia de hacer una lista de medidas necesarias para reducir esos inconvenientes. Veamos.

1- Controles psicológicos adecuados a los que portan armas de todo tipo. Esto debería reducir el número de daños por disparos.

2- Examen completo para la licencia de cazador. Si ser conductor requiere aprobar dos exigentes exámenes, no es mucho pedir un examen completo para poder disparar. El temario debe incluir, por supuesto, nociones básicas de ética, sufrimiento animal, especies en peligro, pérdida de biodiversidad, contaminación por la caza, etc. Es bien sabido que la ignorancia está en el origen de gran parte de nuestros peores problemas.

3- Penar adecuadamente los accidentes en la caza, tanto cuando resultan heridos o muertos humanos como especies protegidas. Confundir un oso con un jabalí ha de ser razón suficiente para la retirada del permiso de caza por una década como mínimo, más una multa adecuada que incite a los cazadores a reflexionar antes de apretar el gatillo.

4- Las especies cinegéticas no podrán ser criadas como si fueran animales de granja. No es aceptable multiplicar animales salvajes en jaulas para soltarlos y ser tiroteados. Es contrario a la lógica misma de la caza y, además, puede provocar contaminación genética de las variedades silvestres locales.

5- Las especies cinegéticas no podrán ser alimentadas o facilitarles bebederos para propiciar su multiplicación con objetivos cinegéticos. Por supuesto, ayudar animales por motivos altruistas sigue otras normas.


6- Las cuotas y límites para cazar deben ser establecidos por científicos, sin presiones.

7- Mejorar los controles para evitar que se cace más de lo permitido.

8- Obligar a que los cazadores se lleven los restos de su actividad que sean fáciles de recoger (cartuchos, etc.). Para los restos que no se puedan recuperar con facilidad (como perdigones), habría que estudiar cómo se puede compensar o reducir esa contaminación.

9- Eliminar la munición más contaminante, particularmente la de plomo, en todos los ecosistemas.

10- Los supuestos casos de ataques de lobos al ganado deberán ser investigados exhaustivamente para determinar la responsabilidad del ganadero. Se debe determinar si hay estafas o dejación de su obligación de proteger adecuadamente su ganado, en cuyo caso los culpables deben ser sancionados y no subvencionados. El dinero público está sirviendo para generar lucrativos fraudes por una parte y, por otra, animan a los ganaderos a incumplir su obligación de cuidar y defender su ganado con calidad, como hace cualquier otro autónomo con su negocio.

11- Prohibir cazar utilizando animales adiestrados. Esta práctica conlleva un terrible maltrato de distintas especies, principalmente perros y hurones. El maltrato persiste durante las cacerías y fuera de ellas. Los animales están encerrados de forma inmisericorde gran parte del año o se les obliga a duros entrenamientos. La alta tasa de animales abandonados cuando termina la temporada es otro argumento indiscutible. Al menos, mientras se usen estos animales, se debe exigir un trato digno durante todo el año y establecer mecanismos para controlar la cría y evitar el abandono.

12- Prohibir la caza en etapas de alta vulnerabilidad de animales o ecosistemas. Ejemplo de esto son las temporadas de sequía o las zonas que hayan sufrido incendios forestales, situaciones en las que es normal encontrar animales débiles o desnutridos. También se incluirían zonas en las que cazar aporte riesgos razonables a los humanos, al ecosistema o a su biodiversidad.

13- Prohibir la caza de madres embarazadas, al menos en etapas avanzadas de gestación. Los cazadores suelen disparar a lo que tengan a tiro, porque ahí está lo que les produce placer. Su objetivo es disfrutar, no conservar. Nuestra sociedad debe defenderse de estos ataques.

14- Prohibir traer trofeos de caza desde otros países o comerciar con ellos. No es admisible fomentar la caza en un país desde otro.

15- Tipificar como delito la crueldad contra la fauna salvaje. Por sorprendente que parezca, maltratar un animal salvaje es legal. Hay que eliminar este tipo de excepciones.

16- Castigar el abandono de un animal herido. Durante una cacería, muchos animales son heridos y abandonados por los cazadores porque no les compensa perseguirlos. Finalmente, estos animales acaban muriendo sin que el cazador se entere. Esto debe ser castigado, al menos cuando se tenga constancia de tales hechos. Apretar el gatillo es una responsabilidad que debe hacerse solo cuando se esté seguro de acertar y de poder minimizar el sufrimiento del animal en caso de error.

17- Legislar para que nunca se use la caza para controlar supuestas «plagas». Primero, porque el concepto de plaga es tan ambiguo como irreal y, por otra parte, hay formas más efectivas y éticas de efectuar ese control, en caso de que fuese necesario.

18- Elevar la edad legal para cazar y para asistir a cacerías, desde los 14 años actuales hasta los 18 años como mínimo.

19- Eliminar de la televisión pública todos los programas que fomenten el maltrato de animales, incluyendo la caza y la tauromaquia.

20- Contabilizar y reducir las subvenciones que reciben las actividades cinegéticas. No tiene sentido subvencionar una actividad de ocio destinada a una minoría que, además, produce daños graves y cuantificables para la humanidad.

21- Eliminar los vallados cinegéticos, salvo que tengan una justificación adecuada. En general, producen graves daños a la fauna y restringen sus posibilidades de encontrar agua, alimentos y rutas de huida.

22- Prohibición de cortar caminos públicos por temporada de caza. Los ciudadanos no cazadores deben tener prioridad para disfrutar el campo siempre que lo hagan sin dañar el ecosistema y su biodiversidad. En España, el 1,69% de la población podría estar condicionando las aficiones de un 35,5%.

23- Prohibir la caza en cualquier territorio protegido, independientemente de su figura legal de protección (parques naturales, parques nacionales, red natura 2000, ZEPA, LIC, reservas de la biosfera…). Si una zona es valiosa, hay que protegerla de las negativas influencias del humano. Aunque muchas personas se sorprenden, en ciertas condiciones en España se permite cazar hasta en Parques Nacionales (la máxima figura de protección) a pesar de las denuncias de los grupos ecologistas.

24- Retirar la licencia de armas y realizar un especial seguimiento a los cazadores con denuncias por violencia machista. Estos casos no son aislados y se les debe retirar la licencia de forma cautelar e inmediata. La caza es una actividad basada en el poder, en la dominación y en el sometimiento de animales y naturaleza. Así, no es extraño que esta pauta de comportamiento de los cazadores se reproduzca a diferentes escalas en su entorno, particularmente con sus parejas, como concluyen numerosos estudios. Los propios cazadores alardean de su machismo, convirtiendo a las mujeres en trofeos o dianas de sus deseos, como puede leerse en la revista Jara y Sedal (publicación que, por cierto, se edita con dinero público).

A nadie extrañará que los cazadores se definan a sí mismos como «antiveganos». Según una investigación, el colectivo de personas que así se autocalifican obtuvieron más puntos en los roles de machismo (sentirse superior a las mujeres), supremacismo (sentir que ciertos grupos son superiores a otros), negacionismo (desconfiar de la ciencia cuando no les interesan sus conclusiones), cinismo (reírse de los problemas ajenos) y especismo (despreciar los derechos de los animales y discriminar a unas especies respecto a otras).

Todas estas peticiones demuestran que la caza tiene problemas serios y numerosos. Prohibir totalmente la caza deportiva —de todas las especies, en todos los territorios— es la solución más directa y efectiva. Ahora bien, mientras eso no sea posible (porque haya que contentar a un minúsculo grupo de influyentes ciudadanos o cualquier otra excusa), entonces, tenemos que tomar medidas concretas como los puntos anteriores. Y es urgente, porque vamos muy mal en la gestión de nuestro abuso ambiental.

Nota: Agradecemos a la Plataforma No A la Caza (PNAC) su aportación a este artículo, particularmente en el último punto.

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