“El problema ambiental+climático no radica exclusivamente en lo que contamina la energía, sino también en qué se usa esa energía”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA
03/05/24. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión escribe sobre el decrecimiento: “Lo importante es saber qué tipo de sociedad queremos construir y cómo medimos si progresamos o no en esa dirección. De ahí que no debamos usar el PIB para...
...medir la marcha de la economía, por mucho que lo usen organismos internacionales. El PIB es fácil de calcular, pero no mide si avanzamos en la dirección adecuada”.
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Decrecimiento sí, pero… ¿de qué? Decrecer en unos sectores implica crecer en otros
Imagina que repentinamente ocurre algo imposible: unos científicos consiguen una forma de energía totalmente ecológica, fácil de usar y extraordinariamente barata. ¿Sería buena noticia?
Pues NO. Sería otra invención terrible para la biosfera, para todos los organismos vivos —sintientes o no— humanos incluidos. El problema ambiental+climático no radica exclusivamente en lo que contamina la energía, sino también en qué se usa esa energía.
En física, «energía» se define como la capacidad para realizar un trabajo, entendiendo trabajo como mover cosas de un sitio para otro. Y ahí está la clave. No es lo mismo usar energía para construir un colegio que para construir un tanque con sus proyectiles. Si la energía fuera barata, sería más fácil hacer colegios, pero también tanques, aviones, barcos de guerra, minería a gran escala, etc.
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Por eso, lo importante es saber qué tipo de sociedad queremos construir y cómo medimos si progresamos o no en esa dirección. De ahí que no debamos usar el PIB para medir la marcha de la economía, por mucho que lo usen organismos internacionales. El PIB es fácil de calcular, pero no mide si avanzamos en la dirección adecuada. Hay formas de medir mucho más inteligentes y realistas, como el IPG.
Un ejemplo: el hidrógeno
Ante la mala fama de los combustibles fósiles y de la energía nuclear, el oligopolio energético quiere seguir haciendo negocio con el hidrógeno o con los mal llamados biocombustibles. Con ellos no reducimos emisiones ni consumo. Cultivaremos campos para coches y aviones. Perderemos más suelo y más ecosistemas.
Para engañar más, hablan de hidrógeno «verde». Ya han convencido a la UE y a sus miembros para invertir millones en esta locura; sin planificar ni poner límites claros en sus objetivos. Solo España ha puesto más de 15.000 MILLONES de euros (planes PERTE ERHA y PERTE de descarbonización industrial; y otros con el nombre de Proyectos de Interés Común). Se pretende transportar hidrógeno entre Cádiz y Huelva hasta el resto de Europa, construyendo una red inmensa de tuberías (gasoductos), sin tener en cuenta que el hidrógeno se escapa fácilmente: hasta el 80% podría perderse en una red tan descomunal.
El objetivo de este despropósito es doble. Por una parte, la mera creación de todas estas infraestructuras es un negocio jugoso, aunque sean ineficientes o no lleguen a usarse. Por otra, lo que está implícito es aparentar que podemos seguir viviendo como si no hubiera crisis energética. Y es falso. Los vehículos de hidrógeno no son ecológicos. Las industrias que usen hidrógeno «verde» tampoco serán ecológicas.
Lo urgente es asimilar que tenemos que afrontar un decrecimiento ordenado y planificado en muchos sectores económicos. El sector de la energía y el ganadero son dos ejemplos buenos y urgentes.
Políticos y politólogos usan la palabra crecimiento para referirse (casi en exclusiva) al crecimiento económico. Sin embargo, «DECRECER» no es solo reducir dinero y energía, sino que conlleva indefectiblemente CRECER en múltiples aspectos que son auténticamente necesarios, tales como por ejemplo:
- Crecer en salud, incluyendo la menospreciada salud mental.
- Crecer en calidad de vida, en tiempo libre, y también en felicidad.
- Crecer en justicia social, equidad y ecofeminismo.
- Crecer en fiscalidad ambiental, para que no salga barato fastidiar a la humanidad.
- Crecer en respeto al diferente y a las minorías, inmigrantes incluidos.
- Crecer en respeto a los animales y en el reconocimiento a sus derechos.
- Crecer en puestos de trabajo en sectores auténticamente sostenibles (sin greenwashing).
- Crecer en zonas renaturalizadas, bosques y zonas verdes.
- Crecer en hectáreas de zonas auténticamente protegidas.
- Crecer en educación ambiental, con eco-huertos escolares.
- Crecer en la aprobación del ecocidio como delito ambiental y en su persecución judicial.
- Crecer en agricultura sostenible y regenerativa, con más cultivos de secano (imprescindibles para salvar la humanidad según el IPV 2022 de WWF).
- Crecer en usos sostenibles del agua para evitar el colapso hídrico al que nos dirigimos.
Por tanto, hablar de decrecimiento es principalmente hablar de en qué queremos crecer. Y con ese propósito, ¿quién no quiere decrecer?
Pero atención, todo esto no ocurrirá si no lo exigimos, si no elegimos a gobernantes comprometidos, y si no lo planificamos entre todas.
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