“El suelo público ha sido uno de los recursos más empleados por los políticos españoles para especular, privatizar y enriquecerse; ellos y aquellos que han estado dispuestos a corromperse en armonía”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA
10/05/24. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión escribe sobre el suelo público: “En el modelo de ciudad al que camina Málaga, los malagueños estorban al negocio del turismo masivo y del ladrillazo. Es una ciudad en la que el ayuntamiento no...
...quiere árboles, no quiere plantas salvajes, no le importa que se respire aire contaminado por una cementera, etc. Y tampoco pide perdón. ¿Cómo es posible tanto atropello?”.
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Suelo público para intereses privados (sin conciencia socioambiental, por supuesto)
El suelo público ha sido uno de los recursos más empleados por los políticos españoles para especular, privatizar y enriquecerse; ellos y aquellos que han estado dispuestos a corromperse en armonía.
Ejemplos hay para aburrir. Unos son obras sin terminar (como el Algarrobico o lo de Marina Isla de Valdecañas). Otros son ejemplos desgraciadamente acabados, aunque fuera mal (como los ecocidios de Doñana y del mar Menor, o la madrileña Operación Chamartín, de la que habla un reciente libro).
También tenemos demasiados ejemplos en proyecto. Allá donde haya un gobierno del PPSOE es muy posible que existan varios proyectos urbanísticos esperando cualquier despiste público para ser aprobados, ignorando o minusvalorando las consecuencias ambientales y sociales.
El ejemplo más claro de esta plaga podría estar en la ciudad de Málaga. Aquí hay proyectos millonarios, aunque no haya agua garantizada ni para los incautos que compren su casa de lujo. Veamos unos cuantos:
- Los vecinos de Málaga se oponen a la construcción de 285 casas en Pinares de San Antón. Dicen que «es una aberración». El proyecto ya tiene luz verde del ayuntamiento (PP), pero lo que quieren los vecinos son zonas verdes y casas para los jóvenes del barrio, no chalets de lujo inaccesibles.
- Urbanización de Rojas-Santa Tecla en Churriana. Aquí quieren construir cerca de 3.000 viviendas con un campo de golf. Obviamente, no son viviendas sociales para los malagueños que malviven en Los Asperones. Tampoco nuestros gestores están pensando en los problemas del agua que amenazan a toda Andalucía. Además, algunas familias tendrían que ir a la calle, porque los ricos tienen que tener jardines.
- Rascacielos. Quieren convertir una ciudad andaluza en Manhattan. Un rascacielos en el puerto en plena crisis climática. Es obvio que el problemón climático no se lo creen los del PP. O no les importa, porque los costes los pagarán otros. Los ciudadanos están intentando costear por crowdfunding los gastos judiciales contra ese despropósito. Después de arrasar con bloques, los árboles y la esplanada de Martiricos, también quieren rascacielos en la zona aprobada para el Bosque Urbano. Tal vez piensen que Málaga no se merece un gran parque, pero su objetivo es construir, porque eso hace dinero para sus contactos (y lo que va, vuelve). El beneficio de las gentes del barrio y de toda la ciudad pasa a un segundo plano.
- Lo de Arraijanal bien puede calificarse como la barbaridad ecológica y cultural más imperdonable de la Málaga del PP, con animales únicos en peligro de extinción.
- Y en Málaga hay aún más terrenos para urbanizar cualquier espacio rentable: Distrito Zeta, Buenavista, Lagar de Oliveros, la Térmica o los Guindos…
- Para desgracia de su alcalde, la ciudad ha tenido la suerte de no haber sido elegida para la Expo 2027, lo cual hubiera sido un espaldarazo importante para afianzar la insostenibilidad manifiesta de Málaga.
En el modelo de ciudad al que camina Málaga, los malagueños estorban al negocio del turismo masivo y del ladrillazo. Es una ciudad en la que el ayuntamiento no quiere árboles, no quiere plantas salvajes, no le importa que se respire aire contaminado por una cementera, etc. Y tampoco pide perdón. ¿Cómo es posible tanto atropello? Nadie lo entiende, pero todos lo consentimos.
La técnica para privatizar suelo público es bastante simple y se resume con el ejemplo de la madrileña Operación Chamartín aludida anteriormente. El atropello de este plan urbanístico consistió en vender a bajo precio terrenos públicos a una empresa privada (el BBVA en este caso). Por supuesto, se contaba con el compromiso de una oportuna recalificación para permitir la construcción de más de 10.000 viviendas (100% privadas y para beneficio privado). Más de 25 torres con escasas zonas verdes que en realidad no lo son. Prototipo de ladrillazo gracias a «políticas urbanas insostenibles y excluyentes». Un buen ejemplo para aprender de los errores.
Encementar la ciudad sin justificar adecuadamente podría ser más que un error, un crimen. Por eso, pedimos que:
- Las ciudades deben autoimponerse límites. Cuando falten viviendas habrá que reducir los pisos turísticos, las segundas residencias, los edificios vacíos, los solares abandonados, etc. Este problema lo estudiaron los científicos Nebel y Wrigth con importantes conclusiones.
- Las recalificaciones deben minimizarse y, cuando se hagan, deben tener plena justificación social y una adecuada evaluación de impacto ambiental. Debe aumentarse el tiempo para reclamaciones y, en tal caso, dirimirse por tribunales adecuados. Debería limitarse a una por año como máximo para cada ayuntamiento.
- Todo lo que se construya en suelo público (o que fuera público 30 años antes de la recalificación), debería tener un mínimo de un 40% de viviendas sociales, que nos permitan luchar contra la turistificación, la pobreza y la desigualdad.
- Cualquier área a urbanizar debe garantizar un mínimo de 9 metros cuadrados de área verde por habitante, tal y como recomienda la OMS en áreas urbanas. Sería bueno que se incluyeran zonas para compostar.
- Los barrios deben organizarse para que estén cohesionados: que mezclen zonas de viviendas, de trabajo, carriles bici, transporte público, colegios, hospitales, mercados, zonas de ocio, etc.
- No se admitirán urbanizaciones exclusivamente «de lujo», habida cuenta de que los ricos son los que más impacto ambiental generan y de que el cemento produce excesivas emisiones contaminantes. Hay que frenar ambas cosas.
- Los árboles deben respetarse en cualquier construcción. Un árbol es mucho más valioso que un bloque de viviendas. No son aceptables los trasplantes ni las compensaciones.
Si quieres una ciudad distinta, más sostenible, tendrás que aprender y defender qué aspectos son los relevantes. ¿Para cuando dejamos el crecimiento en lo importante?
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