“Un virus podría convertir el vehículo en un arma para cometer asesinatos o secuestros. Un ataque masivo podría colapsar completamente una carretera, una ciudad o incluso un país”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


31/10/24. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión sobre el coche autónomo: “Las ventajas ambientales y económicas del coche sin conductor podrían perderse si se deja que el mercado lo controle sin legislar adecuadamente. Recordemos el conocido...

...como efecto rebote (o paradoja de Jevons), por el que se demuestra que algunos cambios supuestamente positivos acaban perdiendo sus ventajas)”.

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Las (terribles/posibles) consecuencias del coche autónomo, si no las remediamos)

El vehículo autónomo (o autoconducido) se quiere vender como alternativa más sostenible. Es innegable que tiene diversas ventajas, como mejoras en seguridad y en conducción eficiente, facilitar el compartir, abaratar el coste por kilómetro, y eliminar el requisito de tener carnet o de necesitar conductor. Sin embargo, si los empleamos mal —cosa nada descartable— podrían tener efectos indeseados como, por ejemplo, los siguientes:

  1. Podrían aumentar dramáticamente los kilómetros recorridos. Con un coche que conduzca solo, se podría viajar dormido y, por tanto, vivir aún más lejos del trabajo, e ir más lejos cada fin de semana y en vacaciones. Igualmente, el transporte de mercancías también podría hacerse sin los descansos actuales de los conductores, lo que permite hacer más kilómetros en menos tiempo y, por tanto, aumentar el consumo de energía (combustible o electricidad). Junto con la electrificación de los motores, la conducción autónoma bajará el coste por kilómetro, lo cual implica, sin duda, que se viajará más (con la contaminación subsiguiente, por supuesto).
  2. Habrá despidos (taxistas, chóferes…), como está ocurriendo en los bancos o con la robotización. Será bueno para la sociedad reducir la jornada laboral y aprovechar las ventajas de la mecatrónica. Si no se toman medidas aumentará la concentración de ganancias. Es decir, será otro factor que incrementará la desigualdad.
  3. La venta de vehículos podría aumentar, ya que no se precisaría tener carnet de conducir, ni se perdería tiempo buscando aparcamiento. Esto implica una mayor demanda de materiales y un incremento de la minería y sus perniciosas consecuencias. Tengamos en cuenta que —mirando solo a nivel energético— se necesitan más de 55.000 MJ (megajulios) para producir un único vehículo, lo cual es el equivalente a la energía contenida en casi 1.800 litros de gasolina. Es decir, los coches eléctricos también gastan gasolina y, más aún, los automáticos.
  4. Atropellos de fauna pequeña. ¿Frenan los coches autónomos para no arrollar a una ardilla o a una serpiente? A esto, bien podría alegarse que los humanos no suelen frenar ante multitud de fauna (aquí una estadística y una App para informar).
  5. Son vulnerables a ciberataques. Un virus podría convertir el vehículo en un arma para cometer asesinatos o secuestros. Un ataque masivo podría colapsar completamente una carretera, una ciudad o incluso un país. También podría espiarse a los ocupantes: saber dónde van, qué dicen, etc.
  6. Hay riesgo de manipular la información de los sensores. Téngase en cuenta que hay sistemas para engañar al GPS (spoofing y jamming), a los radares, así como a otro tipo de sensores incorporados en el vehículo. Todo esto puede, sin duda, provocar accidentes de forma intencionada.
  7. Errores de programación. Un fallo en el programa de control del vehículo podría generar multitud de problemas, desde que no encienda las luces, hasta provocar un accidente. Es muy difícil que un programa de esta complejidad no tenga ningún fallo. Por otra parte, podría asegurarse que los humanos, a día de hoy, suelen cometer aún más errores e imprudencias.
  8. Pueden tener problemas para interpretar vías mal señalizadas. Los coches autónomos dependen totalmente de las señales de tráfico y de las líneas sobre el asfalto. Una carretera mal señalizada —o vandalizada— podría provocar problemas en la conducción, incluyendo alguna desgracia.


Las ventajas ambientales y económicas del coche sin conductor podrían perderse si se deja que el mercado lo controle sin legislar adecuadamente. Recordemos el conocido como efecto rebote (o paradoja de Jevons), por el que se demuestra que algunos cambios supuestamente positivos acaban perdiendo sus ventajas. No olvidemos que el vehículo eléctrico incrementa la huella hídrica entre un 96 y 186% respecto al vehículo de combustión; y que el motor de hidrógeno es, de media, aún peor en cuanto al agua oculta que se requiere.

Medidas propuestas para paliar el problema:

  1. Los coches no deben ser privados. Ninguna persona particular debería poder poseer un coche (mucho menos, un avión o un helicóptero).
  2. Limitar los kilómetros recorridos por cada persona anualmente, o bien, encarecer los kilómetros progresiva y suficientemente a partir de un determinado umbral. Los kilómetros que alguien no gaste podrían venderse a buen precio, lo cual sería un mecanismo de reducción de la desigualdad.
  3. Encarecer el comercio autoconducido de mercancías, especialmente a largas distancias, para evitar el abuso. Los ingresos por esos impuestos deben dedicarse a fomentar alternativas locales y ecológicas. El problema de los acuerdos comerciales de productos agrarios ya se ha comentado en otro artículo de Blogsostenible.
  4. Los vehículos autónomos deben programarse para frenar ante fauna pequeña, al menos del tamaño de una rana común en una carretera convencional. Por supuesto, se debe reducir la velocidad cuando se atraviese una zona con fauna (y también poner pasos propios para los animales).
  5. Afrontar los despidos masivos. Esto implica reducir la jornada laboral y poner impuestos a las máquinas que trabajen para empresas (incluyendo, por supuesto, tanto vehículos autónomos como ordenadores y robots). Es de las pocas medidas que pueden resolver la preocupante amenaza del desempleo masivo.
  6. Incorporar sistemas de ciberseguridad de alta calidad y certificados por organismos públicos fiables.
  7. Obligar a que haya siempre un conductor humano atento que supervise la conducción automática. Esto podría ser interesante, al menos en las primeras fases de implantación masiva de esta tecnología.

Además de esas medidas, queremos recordar otras siete que propusimos en el artículo sobre ecología del transporte que, en resumen, son:

  1. Aprobar una moratoria a la construcción de nuevas carreteras.
  2. Mejorar la red de ferrocarriles, excluyendo el tren de alta velocidad, y bajar todos los precios.
  3. Desmantelar carreteras infrautilizadas.
  4. Expulsar el coche [del centro] de las ciudades. Es la mejor manera de fomentar el transporte colectivo.
  5. Poner peajes a las autopistas para reducir el tráfico y que los costes sean soportados principalmente por quienes se benefician.
  6. Encarecer el comercio de mercancías a largas distancias.
  7. Construir puentes y túneles para fauna; y que las carreteras no sean barreras infranqueables.

Hay soluciones; pero —¡oh, sorpresa!— hay que aplicarlas. El coche autoconducido traerá, como se ha dicho, bastantes ventajas, pero un buen diseño urbano y de sociedad no está garantizado por esa tecnología.

Puede ver aquí anteriores artículos de Pepe Galindo