“El hecho de pertenecer a una especie concreta no otorga derecho a maltratar a individuos de otras especies con menor inteligencia”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


04/12/24. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión sobre el libro ‘¿Mentes Salvajes?’ de Miguel A. Capó: “El profesor autor de este libro indica que: los animales que sufren y que sienten (animales sintientes) deben ser protegidos por las leyes, y...

...se queja de la ambigüedad que hay en muchas de ellas, en las que no queda claro qué es «maltrato» o «crueldad»”.

Puede ver el artículo en su fuente original pinchando AQUÍ.

Libro ¿Mentes salvajes? de Miguel A. Capó (comportamiento, psicología y psiquiatría animal) en @TebarFlores

Miguel Andrés Capó Martí, profesor en la Complutense de Madrid y experto en distintas facetas ambientales que van desde la biología o la ética, a la ecotoxicología, publica este libro sobre la mente animal (Tébar Flores, 2020). Es también autor de Ecoética.

La etología estudia el comportamiento y costumbres de los animales. En muchos casos, se ha aplicado para beneficio de los humanos. Por ejemplo, mediante la selección en granjas peleteras, tardaron 20 años en conseguir zorros mansos, que facilitasen su control. Esto demuestra que hay patrones de comportamiento que pueden modificarse. Si concretamos en un individuo particular, algunos de sus patrones son muy rígidos y no pueden ser modificados por la experiencia o el aprendizaje. En cambio, otros sí pueden ser alterados.

La conciencia de los animales ha sido tema de preocupación desde Aristóteles, Descartes o Darwin. Algunos científicos han sido criticados por afirmar que los animales son demasiado similares a los humanos. Por ejemplo, en el siglo XX, Donald Griffin perdió su estima académica por afirmar que el comportamiento de los animales no podía responder a meros automatismos. El profesor Capó afirma: «De la actinia al hombre, no aparece en el comportamiento nada absolutamente nuevo, en el sentido de desligado e independiente de todo lo anterior». Es decir, «cada etapa y fase procede de la precedente, pero no se reduce a ella».


En el tercer capítulo se resume el comportamiento de distintas especies: équidos, bóvidos, ovejas, cabras, cerdos, perros, gatos, gallinas, pavos, patos, gansos y palomas. También estudia la vida en sociedad y las jerarquías que los animales forman en ella.

Emociones animales

En el siguiente capítulo, el Dr. Capó sostiene que hablar de emociones en los animales presenta resquemor incluso entre algunos veterinarios, debido mayoritariamente al temor de antropomorfizar a los animales. Sin embargo, está bien constatada la capacidad de los animales de distinguir lo agradable de lo desagradable y desarrollar sentimientos más allá del placer y del dolor, tales como miedo, amor, ira, alegría y tristeza. Es evidente que estos sentimientos «hacen a los individuos más aptos para sobrevivir». Incluso se ha descrito la capacidad de ciertos animales (como roedores o primates) de sentir empatía (sensibilidad hacia las emociones de otros individuos) y de activar las neuronas espejo (algo que ocurre cuando se ejecuta una acción y también cuando se observa que otro individuo ejecuta esa misma acción). Y aclara: «Muchos dicen que el sufrimiento animal es distinto al del humano, porque es a corto plazo, argumentando que los demás animales no pueden anticipar el futuro ni hacer planes a largo plazo, como lo hace nuestra especie. Si este argumento es cierto, no haría más que apoyar el supuesto contrario, es decir que los animales pueden tener un sufrimiento aún más intenso que los humanos, ya que si no pueden tener la habilidad de anticipar cuando va a cesar el estímulo o la situación que les causa malestar, dolor o miedo, esto no hará más que aumentar su ansiedad, y con ello, su sufrimiento».

Cualquiera que haya convivido con animales conocerá el enorme potencial de sentimientos que son capaces de transmitir (particularmente perros y gatos). «Basados en la teoría de la evolución de Darwin, no se acepta que existan características exclusivamente humanas (cualitativamente hablando), sino que las diferencias son solo en cuanto al grado de complejidad (cuantitativas) (…). El sentido común dicta que [los animales] son capaces de experimentar no solo sensaciones, sino también estados mentales; y si algo produce sufrimiento en los humanos, también puede causarlo a los animales».

El cerebro de los mamíferos tiene tres capas que se pueden distinguir anatómica y funcionalmente:
1- Cerebro primitivo o reptiliano (archipallium). Regula las funciones involuntarias (respiración, latidos…), los reflejos, la orientación, etc.
2- Cerebro intermedio o sistema límbico. Área relacionada con las emociones, los sentimientos, la memoria y el aprendizaje, así como sentidos como el olfato y el gusto. Esta capa está presente en mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.
3- Neocórtex. Aquí radica el pensamiento abstracto y la expresión de estados afectivos. Está presente en todos los mamíferos, particularmente en primates y cetáceos. Recientemente, se ha demostrado que animales que no tienen esta capa cerebral, como reptiles y aves, tienen estas funciones en otras zonas del cerebro.

Con respecto a los efectos del abandono de animales (de mascotas), el autor sostiene que «los animales tienen la maravillosa capacidad de establecer vínculos fuertes y sanos con la persona de la que dependen». Cuando esta persona los abandona, «el animal sufre de manera intensa al no entender lo que está sucediendo y sentir en lo más profundo de su ser que lo que hasta ese momento era lo más importante para él se ha roto». En España, se abandonan al año unos 100.000 animales (contando solo perros y gatos), lo cual provoca traumas físicos y psicológicos (sufrimiento, estrés, depresión, desnutrición, etc.), a lo que hay que añadir ingentes riesgos y costes económicos (accidentes de tráfico, agresiones y suciedad en las calles, costes de perreras y otras asociaciones, etc.). Por eso, hay un número creciente de voces que piden que se limite la libertad para criar y vender animales y que se potencie la adopción.

Psicología animal

Este capítulo se centra principalmente en los perros, analizando los problemas más típicos (ansiedad, agresividad, miedo, dominancia, trastornos del sueño y de la personalidad, senilidad, etc.). También se explican algunas técnicas para intentar resolverlos (habituación, condicionamiento, refuerzo, remisión, desensibilización, saturación, etc.). Diversos estudios han concluido que no es cierto que la ansiedad esté más presente en los animales cuyos propietarios sean más atentos.

También se abordan los trastornos relacionados con la eliminación (de heces y orina), y con la comida y la bebida, como son la anorexia, la obesidad, la coprofagia o la potomanía (deseo de beber en exceso). Esto último, por ejemplo, podría estar causado por la enfermedad de Cushing, por la que las glándulas suprarrenales producen una descarga excesiva de la hormona cortisol, lo cual debilita el sistema inmunológico. Se ha demostrado que la superpoblación de animales en las granjas provoca problemas psicológicos propios, tales como bullying, anorexia, bulimia, estrés y regurgitación-reingestión de alimentos desde el estómago a la boca.

Más adelante se describen diversos trastornos sexuales y reproductivos, como son la pseudogestación (embarazo psicológico), problemas de la líbido, robo y rechazo de crías, etc. Es evidente que gran parte de las enfermedades surgen al mantener a los animales en entornos que benefician a los intereses humanos: superpoblaciones, jaulas con animales solo machos (o hembras), embarazos forzados, separación prematura de las crías, etc.

La catalepsia es la táctica de fingir la propia muerte. Resulta útil ante ciertos depredadores que no se arriesgan a comer carroña, lo cual podría intoxicarlos. También se han descrito numerosos comportamientos de duelo en distintas especies ante la separación de un ser querido (por ejemplo, por fallecimiento). Los caballos y los primates llevan mejor el duelo si pueden ver y despedirse del compañero muerto. Por eso, en algunos zoológicos ya se está siguiendo la norma de dejar a los animales tiempo para ello.

También se comenta el caso de los animales improntados (o troquelados), engañados desde su infancia para que no adquieran su comportamiento natural. Este proceso es irreversible y se ha empleado con la excusa de usar a los animales en rodajes fílmicos, aunque cada vez es menos admitido por evidentes razones éticas.

El autor coincide con Laurel Braitman al reconocer que los animales sufren maltrato animal en zoos, acuarios, circos, laboratorios y granjas, lo cual les hace enfermar. Mientras las leyes permitan mantener animales encerrados, será necesario concederles espacio suficiente y actividades variadas para evitar el aburrimiento.

Psiquiatría animal

Este capítulo empieza con los distintos tipos y causas de agresividad. Por ejemplo, cuando se mezclan grupos de animales que no han convivido antes, pueden surgir brotes de violencia entre ellos. Pueden darse comportamientos violentos por aburrimiento, por lo que el enriquecimiento del entorno es esencial en todos los animales que se quieran mantener encerrados. Para un buen tratamiento, el primer paso es un diagnóstico acertado. Tras eso, pueden usarse medicamentos o actuaciones concretas. Se sabe que la testosterona (hormona producida por los testículos) intensifica todos los tipos de agresividad. De ahí que los ganaderos recurran a la gonadectomía (castración) con frecuencia. También se han demostrado eficaces tratamientos alternativos como la acupuntura, la musicoterapia y la aromaterapia. Por ejemplo, los aromas se pueden asociar a determinados estados emocionales, de forma que la exposición a un aroma puede evocar una emoción concreta.


Con respecto a los trastornos de relación, el autor aclara que en determinadas actitudes, «un perro puede llegar a compararse con un niño». Empieza estudiando la depresión, un problema que, como tantos otros, afirma que «es similar al que padecen los humanos». Dado que los animales no hablan, hay que recurrir a la observación. En primates se ve en su mirada y en su expresión facial. El tratamiento puede utilizar medicamentos. «En Estados Unidos, unos 700.000 perros toman antidepresivos». Un dato que debe hacernos reflexionar, primero por la magnitud del problema; pero también por la enorme cantidad de mascotas con las que se comercia a nivel mundial.

Otras enfermedades que se estudian son la epilepsia, la distimia (trastorno bipolar), la tricotilomanía (arrancarse pelo), el canibalismo, las conductas suicidas y la caudofagia (morder la cola). Este último problema se da mucho en cerdos hacinados en estructuras de cemento, donde se les impide un comportamiento natural (hozar, curiosear, etc.). Como ya se ha dicho antes, el aburrimiento puede producir graves consecuencias en los animales.

Es normal que los animales se asusten ante sonidos intensos (como tormentas, música de conciertos o petardos y cohetes de fiestas), provocando episodios de terror, huida o incluso la muerte. En los casos más graves, se debe estudiar si aplicar algún tratamiento. También es normal que los animales se nieguen a hacer lo que los humanos les ordenan, desde entrar en un remolque hasta ser ordeñados. La rebeldía provoca problemas a los humanos y, a veces, se resuelve con violencia o con tranquilizantes. El Dr. Capó propone otros medios menos drásticos y más eficaces, como usar recompensas o hacer que el animal se sientan acompañado por alguien que le haga sentir mejor.

Las esterotipias son movimientos, posturas o sonidos, ejecutados de forma repetitiva y sin un fin concreto. Ocurren tanto en los animales domésticos como en los silvestres cuando viven en cautividad. Están relacionados con los TOC (Trastornos Obsesivo-Compulsivos) y son frecuentes en animales obligados a vivir en poco espacio o atados.

Ante estos problemas, el castigo físico y verbal es una fuente de estrés adicional, lo que empeorará el problema. El tratamiento general debe ser mejorar las condiciones de vida del animal, aumentar su espacio, su ejercicio físico y sus juegos… y usar el enriquecimiento ambiental (sensorial, retos para conseguir la comida, objetos que provoquen su curiosidad, cambiar su hábitat, socializar, etc.). Para todo esto, es importante conocer y respetar las cinco libertades del bienestar animal. También se puede recurrir a tratamiento farmacológico.

Bienestar animal

La Unión Europea dicta normas para proteger a los animales en tres cuestiones: en las explotaciones ganaderas, durante el transporte y en el sacrificio. El objetivo —dicen— es «evitar a los animales todo sufrimiento o daño innecesario». Si tomamos esto en cuenta literalmente, sabemos que matar a un animal les provoca un daño físico que es —en Europa— innecesario, dado que los ciudadanos pueden optar entre multitud de otros alimentos (incluso más baratos y saludables). Por ello, el veganismo y el flexitarianismo está ganando aceptación en toda Europa, y también la bioética (ecoética) —o simplemente la ética— está más presente a la hora de legislar. Recomendamos en este sentido el libro Ética práctica de Peter Singer.

El autor reconoce que «no existe una forma adecuada para valorar con exactitud el bienestar animal» y, tal vez por ello, se abusa de forma descarada. En este sentido, están ampliamente aceptadas, incluso por la WVA (Asociación Veterinaria Mundial), las cinco libertades del bienestar animal. Sin embargo, por ejemplo, la industria láctea incumple descaradamente dos de esas libertades, ya que las madres no pueden expresar su comportamiento normal para cuidar y amamantar a sus crías, lo cual provoca malestar, miedo y angustia evidentes a las madres y a los bebés. Otros ejemplos intolerables de abuso contra los animales se dan en la tauromaquia, en la caza, en la pesca y en los animales de laboratorio.

En este capítulo se estudia también el Síndrome General de Adaptación (SGA) que expresa los fenómenos que aparecen en un ser vivo sometido a condiciones para las que no está habituado (estrés, enfermedad, dolor, etc.). Con respecto a la domesticación, el Dr. Miguel Capó alaba las ventajas que aportó al ser humano, olvidando totalmente sus múltiples inconvenientes: enfermedades, contribución a la crisis climática, aumentar la potencia militar, etc. Y eso sin tener en cuenta los aspectos éticos a los que el libro hace bastantes menciones. Como contrapunto, puede leerse la opinión de Y.N. Harari en su libro Sapiens, en el que va más allá y evidencia los problemas de la invención de la agricultura.

Este científico resalta que en la ganadería «no hay bienestar sin salud» y que, de hecho, «el bienestar puede asegurar la salud», pero no solo la del ganado, sino también la humana, pues se sabe que hay malas prácticas ganaderas que abusan de antibióticos y de promotores del crecimiento, los cuales pueden ser perjudiciales para el consumidor. Además, resulta alarmante la contaminación ambiental en la ganadería (partículas de heces, amoníaco, etc.), que afecta a los pulmones del 50 % de los animales y causa el 20 % de las neumonías. Un gran número de ganaderos también están afectados con alergias y daños pulmonares.

El libro nos alerta de que es fácil caer en antropomorfismos, en pensar que ciertas consideraciones sean convenientes para los animales cuando, de hecho, sean ajenas al mundo animal. Así, hay siempre que examinar si realmente es ético obligar a los animales a vivir una vida con los humanos, separada de sus instintos naturales. Algunos casos muy evidentes son los animales empleados para trasplantes de órganos, para investigaciones, para compañía o guía para ciegos, para rescates en catástrofes, para perros policía, para espectáculos y festejos (zoos, acuarios, tauromaquia…), deportes (caza, pesca, tiro pichón, hípica…), etc. Es evidente que los humanos hacemos sufrir a los animales de múltiples formas y con objetivos diversos.

El autor confirma que «en la actualidad, los consumidores se preguntan sobre el origen de los alimentos y quieren saber si la carne, huevos o leche han sido producidos por animales «felices» y están dispuestos a pagar más por ello». Sin pretender negar esa afirmación, lo cierto es que ese interés es, en general, bastante superficial y, aunque está teniendo repercusiones a la hora de comprar y elegir los alimentos, lo cierto es que falta mucho por avanzar. Por ejemplo, ¿de qué sirve producir leche con vacas en semilibertad si los ganaderos queman los bosques para conseguir pastos?

Aunque Descartes estaba convencido de que los animales eran incapaces de sufrir, hoy día nadie lo niega. La discusión ahora está en para qué cosas tenemos los humanos derecho a hacerles sufrir y cuánto. Tengamos en cuenta que un estudio en Estados Unidos reveló que el 90 % de las personas en prisión por delitos mayores había maltratado animales en su infancia. Es decir, educar en el respeto a los animales es esencial para alcanzar una sociedad pacífica y sostenible.

El maltrato animal puede ser, básicamente, de tres tipos:
1- Maltrato físico. Incluye el dolor mediante palizas, restricción de movimientos, falta de higiene, etc.
2- Maltrato psíquico. Esto abarca restringir sus salidas o abandonar un animal domesticado, por el motivo que sea (como si fuera un objeto).
3- Maltrato pasivo. Consiste en no actuar ante una necesidad del animal: no llevarlo al veterinario, no informarse bien de sus necesidades, alimentarlo mal por ignorancia o por comodidad, etc.

Como dice el autor, «la sociedad actual asigna cierto tipo de sufrimiento necesario a los animales al utilizarlos para la convivencia humana». Así, «sometidos a nuestras reglas», vemos normal que sufran y que se vean obligados a obedecer. Uno de los casos más sangrantes es —aparte de la tauromaquia— el maltrato sistemático a los caballos.

Derechos de los animales

Esta obra es partidaria de «una nueva relación entre el ser humano y los animales en el sentido de desterrar ese antropocentrismo primigenio» (como también rogó Marta Tafalla) y evitar el «especismo» o discriminación de un ser sintiente por pertenecer a cierta especie (tema que estudió a fondo Peter Singer). El hecho de pertenecer a una especie concreta no otorga derecho a maltratar a individuos de otras especies con menor inteligencia.

La Declaración Universal de los Derechos del Animal fue proclamada en 1978 y, como sostiene el autor, no se está cumpliendo. Por ejemplo, en su art. 3a se proclama que «ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles». Muy pocos son capaces de negar la crueldad de la tauromaquia. Sin embargo, genera menos consenso la crueldad de encerrar animales y de privarles de su libertad. Es obvio que, para evitar violar los derechos de los animales, lo más precavido es evitar usar productos y alimentos de origen animal y, por supuesto, también rechazar animales como mascotas (con la sana excepción de adoptar animales que ya hayan sido previamente abandonados, algo que, por desgracia, es muy frecuente).

Como conclusión, el profesor autor de este libro indica que: los animales que sufren y que sienten (animales sintientes) deben ser protegidos por las leyes, y se queja de la ambigüedad que hay en muchas de ellas, en las que no queda claro qué es «maltrato» o «crueldad». Aprovecha para citar la ley argentina 14346 como uno de los mejores ejemplos por su claridad y completitud. En España, el hecho de que la tauromaquia y la caza sean legales obliga al poder legislativo a hacer excepciones en las leyes que afecten a ciertas especies (por ejemplo, en lo que respecta a menores y adolescentes).

El libro termina con unos anexos que tratan temas de máximo interés, tales como:

1- El Proyecto Gran Simio (PGS) es una organización que pide que ciertas especies cercanas a los humanos —chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes— tengan reconocidos tres derechos: a la vida, a la libertad y a no ser maltratados ni física ni psicológicamente. Son especies de inteligencia reconocida y que, además, tienen características como autoconciencia, empatía, cultura y su transmisión a los hijos, curiosidad, sentido de la amistad, sentido del humor, etc. Esta distinción para estas especies entraña un debate ético y filosófico. Por una parte, la noción de especie no es algo simple y, por otra, «el especismo es injustificable desde el punto de vista filosófico». Tampoco parece razonable apelar a la inteligencia, porque un gorila podría ser más inteligente que un humano con discapacidad psíquica, y un cuervo podrá ser más inteligente que gorilas enfermos. La legislación en defensa de los animales es cada día más exigente, pero solo en Estados unidos hay más de 1.200 grandes simios en cautividad con el objetivo de emplearlos en investigación médica.

2- La Declaración de Cambridge (2012) fue firmada por diversos científicos para declarar, sin ningún género de dudas, la existencia de conciencia en los animales. Antes de eso, en 2009, la Unión Europea firmó el Tratado de Lisboa con el objetivo de promover políticas en defensa de los animales. En ningún momento se pone en duda el derecho de los humanos a explotar a los animales, bastando alguna mejora en bienestar para que parezca que somos magníficos por preocuparnos por su calidad de vida.

3- La Declaración Universal de los Derechos del Animal (1978) proclama que todo animal posee derechos, entre otros, el derecho a existir. ¿Qué encaje tiene eso en una sociedad que fomenta y subvenciona el consumo de carne y pescado por encima de las recomendaciones de la OMS?
- El art. 3 mantiene que «ningún animal será sometido a malos tratos ni actos crueles» y que «si es necesaria la muerte de un animal, esta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia». ¿Cuándo se considera realmente «necesaria» la muerte de un animal? Para cumplir este artículo 3 es necesario, por ejemplo, prohibir la pesca de forma fulminante.
- El art. 4 otorga a todo animal silvestre el «derecho a vivir libre en su propio ambiente natural», lo cual obliga a prohibir la caza deportiva. También indica que «toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a ese derecho», lo cual exige cerrar zoos, acuarios, y muchos laboratorios.
- La declaración incluye artículos dedicados a las mascotas, prohibiendo el abandono y el trabajo excesivo (art. 6 y 7); y contra el uso de animales para el ocio de humanos (art. 10), lo cual choca contra la tauromaquia.

4- Finalmente, se tratan temas como la eutanasia y se aclara la terminología en psiquiatría veterinaria, incluyendo todo tipo de trastornos: de la juventud y del envejecimiento, del estado de ánimo, de ansiedad, sexuales, de alimentación, del sueño, por medicación incorrecta, etc. Se resumen los tratamientos psicofarmacológicos y los hormonales y la feromonoterapia (usando feromonas).

Puede ver aquí anteriores artículos de Pepe Galindo