“Es lógico que el derecho a convertir viviendas en negocios turísticos esté sujeto a las circunstancias locales. Tendrá sentido hacerlo con total libertad en unas localidades (o barrios) y será indignante si se permite en otras”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA
13/12/24. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión comparte ocho problemas que causan que el turismo no sea sostenible: “El turismo no es malo en sí mismo; lo malo es la forma de hacer turismo. El mayor culpable no es el turista, sino...
...los políticos que permiten los inconvenientes, especialmente cuando sabemos que hay soluciones muy sencillas”.
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Ocho cuestiones para que el turismo no sea nefasto para nadie
Siguiendo nuestra serie sobre turismo, sintetizamos ocho problemas que pueden surgir en las regiones turísticas si no se planifica adecuadamente. Insistamos: el turismo no es malo en sí mismo; lo malo es la forma de hacer turismo. El mayor culpable no es el turista, sino los políticos que permiten los inconvenientes, especialmente cuando sabemos que hay soluciones muy sencillas.
El problema principal del turismo está cuando se masifica, provocando —de forma resumida— estos ocho problemas:
1- Monocultivo o especialización económica. Cuando una región depende demasiado de un sector (sea el que sea), pueden provocarse graves consecuencias ante cualquier imprevisto (un vertido, una pandemia, una crisis climática…).
2- Estacionalidad y precariedad. El turismo masivo suele ser estacional, lo cual provoca (si no se evita) empleos precarios, inestables y a tiempo parcial obligatorio. Se tiende a abusar más de los jóvenes y de las mujeres. Por ejemplo, exigiendo horas extras sin remunerar.
3- Evasión de beneficios. En España, el turismo atrae mucho dinero (12 % del PIB), pero ni se reparte, ni se queda en la región. Los grandes beneficios vuelan lejos, hasta paraísos fiscales, de la mano de multinacionales.
4- Gran consumo de recursos. Algunos estudios concluyen que los turistas cuidan menos los recursos (agua, plástico, energía…), como si estar de vacaciones les concediera permiso para ser irresponsables. Solo en depuración de aguas, algunos municipios ven multiplicados sus gastos. Un claro ejemplo es la modalidad de «todo incluido», por la que hasta los propios turistas reconocen que abusan, que consumen de más, bajo la falsa sensación de que es gratis y que no hay consecuencias negativas. Por supuesto, este punto incide de forma directa en el siguiente.
5- Impacto ambiental del turismo (en el territorio, en la biodiversidad, etc.). Por una parte, están las macroconstrucciones turísticas: campos de golf, urbanizaciones, hoteles en zonas valiosas, puertos deportivos, etc. Por otra parte, la constante suma de pequeñas construcciones: un chalet aquí, una piscina allá, un paseo en barco o en moto acuática, un día de caza, un viaje en avión (demasiado low cost), etc.
6- Alza en los precios de la vivienda. Cuando se alquilan viviendas para usos turísticos, se están quitando oportunidades a la población local. En zonas tensionadas, esto no debe permitirse. En otras regiones, el problema está en las excesivas segundas residencias. En general, es mejor un hotel —que puede utilizar cualquiera— antes de perder territorio (ecosistemas) para viviendas infrautilizadas.
7- Molestias a los vecinos locales. Es muy incómodo estar en tu casa y no poder dormir por ruidos, luces o fuegos artificiales. A veces, desaparecen tiendas baratas, de barrio, para montar onerosos negocios multinacionales de lujo insustancial.
8- Transporte insostenible. Aunque sea de forma breve, no podemos olvidar el enorme impacto que provocan los aviones, los cruceros, las carreteras y también los trenes de alta velocidad. Las partículas y humos de los aeropuertos y cruceros afectan a la salud de las personas. Ya sabemos que las técnicas de compensación de la huella de carbono no son en realidad malas, pero tampoco fiables. Hay autopistas que han sido sobredimensionadas para que los veraneantes no se atasquen cuatro veces al año. Por otra parte, las embarcaciones de recreo provocan un impacto en el fondo marino. Y las carrozas de caballos maltratan a los animales de forma intolerable.
Un ejemplo innegable de todos estos problemas es Canarias, que tiene declaradas seis emergencias: alimentaria, hídrica, climática, energética, habitacional y social. El pueblo está clamando justicia y los gobiernos miran para el lado de las macro empresas turísticas.
Cuando alguien pregunte por qué no va a poder alquilar su piso para turistas, la mejor respuesta es que un derecho siempre está sujeto a unas circunstancias. Por ejemplo: tú tienes derecho a tener agua en los grifos de tu casa, pero si no hay agua, ese derecho lo perderás, total o parcialmente.
Por eso, es lógico que el derecho a convertir viviendas en negocios turísticos esté sujeto a las circunstancias locales. Tendrá sentido hacerlo con total libertad en unas localidades (o barrios) y será indignante si se permite en otras.
Los turistas generan gastos a las arcas públicas y molestias a la población local. Es justo, por tanto, que se paguen «ecotasas» que permitan reducir y compensar los impactos. Por supuesto, es necesario asegurar que la recaudación se dedique adecuadamente a temas ambientales y que sea razonable. Pensemos que el turismo solo lo practica el 3,5 % de la población mundial. Viajar tiene muchas cosas positivas, pero también genera graves problemas cuando no se controla.
Para terminar, nos gustaría recordar dos conjuntos de ideas para un turismo responsable. En primer lugar, aquí tienes 17 reglas generales que debieran tenerse en cuenta antes, durante y después del viaje, relacionadas con la distancia al destino, su flora, su fauna, su cultura, sus tiendas, así como con el comportamiento del turista (minimizar el consumo y los residuos, denunciar los abusos, adaptarse al destino, ser observador y humilde, no presumir, etc.). Además de eso, te dejamos una lista de ideas concretas que nos hacen ser turistas observadores del destino y de nosotros mismos.
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