“Si no transitamos hacia una agricultura más respetuosa, seguiremos contaminando el agua y la tierra, además de trastocando el clima y la biodiversidad, y todo de forma catastrófica, según han advertido miles de científicos”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


31/01/25. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión escribe sobre la agricultura: “Tengamos en cuenta que la agricultura convencional no puede alimentar a la población indefinidamente, porque sus técnicas no son sostenibles (recordemos...

...la tragedia de Ur). En este contexto, más nos vale aprender cuanto antes cómo ser sostenibles o, en otras palabras, cómo hacer que la agricultura ecológica sea suficiente. Y jamás lo conseguiremos sin reducir el consumo de carne y de pescado de forma bastante radical”.

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La agricultura de hoy debería ser como la de mañana

Las Lamentaciones de Ur —de la ciudad de Ur— es un poema sumerio compuesto aproximadamente 2000 años antes de Cristo. Está grabado con caracteres cuneiformes en unas tablillas de arcilla y cuenta que hubo un largo período de sequía y desertización que prácticamente destruyó Ur con una gran hambruna. Es posible que fuera una catástrofe natural producida por el efecto de un «mega-Niño» en el Océano Pacífico meridional de aquella época, afectando a la región de Asia de Ur. Otra teoría apunta a una salinización del suelo producido por el simple hecho de regar. Al evaporarse, el agua deja en la tierra las sales que lleva disueltas. Si los niveles de sal o de evaporación son altos y se riega durante muchos años, la salinidad podría acumularse en la tierra de forma peligrosa.

A día de hoy, aquella región sigue siendo un desierto y sus ruinas pueden visitarse en la zona sur de Irak. Gracias al inventario que llevaban los sumerios en sus tablillas, sabemos que la agricultura fue próspera en un momento, pero que fue empeorando año a año. Empezaron disminuyendo el cultivo de trigo (que necesita mejor tierra) y aumentando el de cebada. Ni siquiera eso les salvó del colapso, tal vez porque no supieron cultivar de forma sostenible. ¿Estamos haciéndolo hoy mejor? ¿O nos pasará como a los sumerios de Ur?


Todos estamos de acuerdo en que la agricultura es esencial. Es lo que nos da de comer y detrás de ella hay multitud de personas y esfuerzos. Cada vez que comemos deberíamos dar las gracias al sistema (con todos sus defectos) y sobre todo a las plantas que lo hacen posible (a través de la fotosíntesis solar). Ahora bien, si no queremos que nuestra sociedad colapse, tenemos que abordar y solventar al menos tres grandes retos.

Los tres grandes retos de la agricultura

1. Alimentar a una población humana que sigue creciendo a un ritmo de auténtico espanto. El ecofeminismo, además de reclamar justicia elemental, también podría ayudar a rebajar las tasas de natalidad.

2. Reducir la superficie agraria para poder devolver territorio a la naturaleza (renaturalizar). Este es uno de los objetivos de la UE. Añadimos aquí el reto de no tirar comida en ninguno de los eslabones de la cadena, así como evitar la sobrealimentación.

3. Reducir el impacto en multitud de aspectos: pesticidas, abonos, consumo y contaminación del agua, erosión y degradación del suelo, etc. En este sentido, recordemos que el consumo de agua doméstico es mínimo en comparación al gasto en la agricultura (que se lleva el 80 % del total). Y encima, el 85% de las tierras de cultivo se utilizan para alimentar ganado y produce solo el 32% de las calorías.

Por otra parte, los fertilizantes sintéticos han permitido incrementar la producción de forma importante (más de un 350 %). Algunos cálculos indican que si no se emplearan estos abonos, dejarían de comer entre 2.000 y 3.000 millones de personas (salvo que se restringiera de forma importante el consumo de carne). Sin embargo, la UE pide usar menos fertilizantes sintéticos, porque tienen dos problemas muy serios:

  1. Consumen mucha energía en su fabricación (petróleo que emite mucho CO2).
  2. Contaminan los acuíferos con nitrógeno (eutrofización). Las aguas se vuelven verdes, pierden vida y dejan de ser potables. La eutrofización es solo uno de los problemas del mar Menor o de la desembocadura de los grandes ríos, donde vemos ecosistemas degradados por la agricultura y la ganadería.

Por si fuera poco, de algunos fertilizantes (como los fosfatos) se ha superado el pico de producción, lo que quiere decir es que ya estamos decreciendo, queramos o no. Si encontramos nuevas minas de fosfatos, solo se conseguirá retrasar el problema (pero no resolverlo).

La UE y la FAO fomentan —de forma muy tímida aún— la agricultura ecológica, aunque opinan que no puede alimentar a la humanidad. Algunos expertos afirman que si se reducen los fertilizantes sintéticos y la superficie agraria, entonces bajará la productividad; y la UE se verá obligada a importar más alimentos. Esto aumentaría la dependencia europea del exterior, lo cual afectaría a países pobres que se quedarían sin comida, puesto que los países ricos pagan mejor.

En cambio, si no transitamos hacia una agricultura más respetuosa, seguiremos contaminando el agua y la tierra, además de trastocando el clima y la biodiversidad, y todo de forma catastrófica, según han advertido miles de científicos. Y atención: a mayor cambio climático, menos productividad, más patógenos y menos agua disponible. ¿Podrá la agroecología alimentar a la población? En 2021, Sri Lanka decidió seguir las recomendaciones de la FAO y usar exclusivamente agricultura ecológica. Los cultivos redujeron su producción, el hambre generó disturbios y tuvieron que volver a cultivar con agroquímicos. Aunque hay que tenerlo en cuenta, un experimento fallido no sirve para sacar conclusiones (tal vez hubo muchas cosas que no se planificaron bien).

Tengamos en cuenta que la agricultura convencional no puede alimentar a la población indefinidamente, porque sus técnicas no son sostenibles (recordemos la tragedia de Ur). En este contexto, más nos vale aprender cuanto antes cómo ser sostenibles o, en otras palabras, cómo hacer que la agricultura ecológica sea suficiente. Y jamás lo conseguiremos sin reducir el consumo de carne y de pescado de forma bastante radical.

Por tanto, la agroecología es esencial para el desarrollo futuro y debemos caminar en esa dirección, aunque no sea en línea recta ni de aquí a mañana. Hay técnicas que son muy útiles, por su bajo impacto y precio, tales como: mantener la biodiversidad, conseguir suelos orgánicos, alternancia de cultivos, minimizar el riego, usar más agricultura de secano y reducir la superficie de regadío, control biológico de enfermedades (plagas), agricultura de precisión, uso de sensores, mejora genética, etc. Al menos, debiera ser urgente aplicar la agroecología en cultivos que sepamos que no van a afectar a la seguridad alimentaria.

Otras cuestiones: mundo rural y transgénicos

Aunque sea positivo que algunos pueblos se vacíen y se abandonen sus tierras, lo cierto es que necesitamos un mundo rural vivo, bien instruido y consciente de la problemática ecosocial. Las tierras abandonadas deben renaturalizarse; y controlar que no sean usadas como zonas de sacrificio para ganadería intensiva, minería u otro tipo de industrias contaminantes.

Algunos proponen usar técnicas de manipulación genética, prohibidas en general en la UE (salvo en los cultivos autorizados expresamente). Las ventajas son, en principio, aumentar la producción y liberar así tierras de cultivo. Esto plantea serios problemas éticos y contables. Por una parte, el principio de precaución nos exige no liberar en la naturaleza genes modificados sin saber las consecuencias directas e indirectas a largo plazo (es la llamada contaminación genética). Por otra, tenemos suficiente experiencia para saber que cuando se aumenta la producción o la eficiencia de un producto, la ganancia no se aplica en mejoras ambientales, sino en beneficios económicos o de calidad de vida (efecto rebote). Con lo cual, sabemos que ese camino siempre termina con el medioambiente perdiendo.

Como es de suponer, los expertos genetistas defienden las técnicas de manipulación genética. Es obvio: su opinión es sospechosa de estar sesgada por sus intereses. Ellos están deseando que se les permita hacer todo tipo de experimentos, tanto con los cultivos como con el ganado y la población. Algunos también abogan por permitir ciertos pesticidas sintéticos en la agricultura ecológica. Ahora están prohibidos con toda lógica, ya que no son naturales.

Resumiendo: nadie está en contra de la agricultura en sí, ni de los invernaderos, ni de las innovaciones cuando supongan ventajas claras sin costes ocultos. Estamos en contra empecinarse en usar técnicas insostenibles que provocan grandes ingresos a unos pocos y graves daños a otros, incluyendo a las generaciones que aún no han nacido. Sabemos lo que deberíamos estar haciendo para que no nos pase lo mismo que a Ur.

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