“El agua que usamos procede de la naturaleza. Los humanos la restamos de un ecosistema para devolverla luego, con frecuencia, en mal estado”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


04/04/25. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión escribe sobre el agua: “La alegre lluvia (cuando no es torrencial: tipo DANA) hace olvidar a la sociedad que el agua es valiosa, incluso aunque nos sobre. En España, la lluvia impide ver,...

...por ejemplo, que los cultivos de regadío tienen que reducirse y controlarse; y que el secano es más sensato, más ecológico. La lluvia, aunque no sea suficiente, nos hace olvidar que debemos ahorrar porque no sabemos cuánto lloverá mañana”.

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Llueva o no llueva, el agua es más que oro

Cuando hay sequía, nos lamentamos. Ante eso, hay medidas que son duras, desagradables o, al menos, costosas, como por ejemplo:

  1. Cultivos que no se pueden regar.
  2. Barrios o pueblos completos que se quedan sin agua corriente (total o por horas).
  3. Uso de camiones cuba para llevar agua donde haga falta.
  4. Prohibición de llenar piscinas y de lavar coches.
  5. Subida de precios (no solo del agua).
  6. Bajada de presión en las tuberías.
  7. Prohibición de regar campos de golf y jardines.
  8. Cierre de fuentes y lagos ornamentales.
  9. Prohibición de baldeos.
  10. Medidas de ahorro de agua en domicilios o por particulares (usar cubos en las duchas, comer menos carne…).
  11. Mejoras en la red para evitar pérdidas.
  12. Cambio de unos cultivos por otros más resistentes y reducir regadíos.
  13. Mejoras en el control de pozos y cierre de algunos (en particular, los que sean ilegales).
  14. Poner césped artificial (con todos los problemas que acarrea).
  15. Gastar dinero público en desaladoras, trasvases o nuevos sondeos.
  16. Etc.

En cambio, cuando llueve, las necesarias precipitaciones alegran el ánimo, pero dejan entre mis aurículas un quiste de tristeza. La alegre lluvia (cuando no es torrencial: tipo DANA) hace olvidar a la sociedad que el agua es valiosa, incluso aunque nos sobre. En España, la lluvia impide ver, por ejemplo, que los cultivos de regadío tienen que reducirse y controlarse; y que el secano es más sensato, más ecológico. La lluvia, aunque no sea suficiente, nos hace olvidar que debemos ahorrar porque no sabemos cuánto lloverá mañana. De hecho, una de las consecuencias de la alteración climática es la reducción de recursos, algunos tan importantes como el agua, los productos agroganaderos y también la pesca.


El informe que alertó sobre la transgresión de los límites planetarios especificaba que España e Italia son los países peor evaluados de Europa en cuanto a su gestión hídrica. California, México o la India son otras zonas con serios problemas por el agua.

Pensemos: el agua que usamos procede de la naturaleza. Los humanos la restamos de un ecosistema para devolverla luego, con frecuencia, en mal estado. En España, crece la lista de pueblos que no pueden beber agua del grifo porque está contaminada por la agricultura o la ganadería (no solo intensivas). Las macrogranjas son una máquina perfecta para contaminar acuíferos. Pero también contaminamos el agua en nuestra casa, por ejemplo, con limpiadores innecesarios. No velamos por el agua porque, en el fondo, pensamos que es barata e infinita.

El agua hay que cuidarla siempre de dos formas: reducir su consumo al mínimo y devolverla en buen estado.

Por eso, las medidas que tomamos cuando hay sequía deberíamos dividirlas en tres tipos:

  1. Medidas corrientes: las que debemos adoptar siempre, haya o no sequía. En síntesis, son las actuaciones de ahorro (como de la 9 a la 13 de la lista anterior y, en zonas de sequías periódicas, algunas más duras, como las ideas 6, 7 y 8).
  2. Medidas extremas: las que no debemos adoptar nunca, salvo causa muy justificada (p. ej., la 14 y la 15). Disponer de más agua es un mecanismo para explotar más la naturaleza y suele tener enormes costos económicos; además de impactos ambientales infravalorados.
  3. Medidas de sequía: las de urgencia, que solo se adoptarán en caso de sequía (que son las primeras de la lista).

Debemos prepararnos para una sequía terrible que podría llegar cualquier año de estos —como ocurrió en la legendaria ciudad de Ur—, aunque solo sea por si acaso, o para no quitar a la naturaleza más de lo necesario.

Todos debemos poner interés en ahorrar cada gota sin olvidar que el consumo fuerte de agua se produce en el sector agroganadero, un sector que ha contaminado con plaguicidas un tercio de las aguas superficiales de España, aguas con tóxicos por encima del máximo legal. La agricultura es la gran culpable y se puede frenar con leyes y comiendo menos productos cárnicos. Las zonas peores son: Murcia, Cataluña y la cuenca del Guadiana.

Por desgracia, los pesticidas son esenciales en ciertos cultivos, pero afortunadamente no los necesitamos. Gran parte de esos cultivos se dedican a aumentar las enormes cuentas de agroempresas, especialmente las cárnicas. Los recursos y el dinero se van fuera y la contaminación se queda. Las partes más secas de España están exportando agua en forma de comida.

No olvidemos, además, que al sobreexplotar un acuífero, baja el nivel del agua bajo tierra y, en muchos casos, esto permite que entre agua salada del mar, impidiendo entonces que se use para regar o beber.

Pensemos en las prioridades. Un grifo que gotea puede despilfarrar más de 30 litros diarios, mientras que una hamburguesa necesita 2.410 litros para producirse y solo un huevo involucra un consumo medio de 180 litros. La conclusión es clara: debemos investigar un poco sobre la huella hídrica de lo que comemos y de lo que usamos. Y por supuesto, no olvidemos lo más importante: exigir a nuestros gobernantes leyes que impidan a las agroindustrias contaminar nuestra tierra y nuestra agua.

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