Juan Díaz Ramos, Ángel Antich y Curro Machuca acuden en calidad de denunciados, alguno fue cargo eventual en el partido Málaga Ahora
Los sucesos tuvieron lugar la madrugada del sábado 15 de marzo de 2014: varios activistas de La Invisible rodearon al entonces periodista de esta casa, Alberto R. Aguiar, amenazándole tras publicar un artículo que les afectaba
26/06/17. Sociedad. Este miércoles día 28 a las doce menos cuarto del mediodía se dirime en juicio en uno de los Juzgados de Instrucción de la Ciudad de la Justicia de Málaga los eventos que fueron denunciados en 2014 por EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com: la madrugada del sábado 15 de marzo de ese año una docena de activistas afines al entorno de la casa okupa de calle Nosquera, La Invisible...
...rodearon al entonces periodista de este medio, Alberto R. Aguiar, y durante 45 minutos le amenazaron e incomodaron en la puerta de un bar del centro de la capital. El motivo: la publicación de un artículo en esta cabecera en la que se denunciaba una intentona de okupación de un edificio público de la Universidad de Málaga por parte de estos activistas. El periodista solo pudo identificar entre sus agresores a tres personas: Juan Díaz Ramos, Ángel Antich y Curro Machuca, de los cuales el primero ha llegado a ser cargo eventual por el partido Málaga Ahora en la Diputación provincial.
LA publicación de un artículo hace ya más de tres años en esta revista desató una monumental bronca por parte de La Casa Invisible que ahora desemboca en tribunales. El texto, Crónica de una ‘okupación’ fracasada. La Invisible y activistas universitarios se enredan durante un mes discutiendo qué hacer con una instalación del campus de Teatinos que querían 'okupar'... para nada. Ya estaba allí la UMA, denunciaba cómo los activistas de este centro social okupado habían convocado una asamblea para debatir sobre la educación en el campus de Teatinos, cuando esta era en realidad una tapadera para su objetivo real: okupar por la fuerza un edificio entonces vacío y sin uso al lado de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología, hoy convertido en el Contenedor Cultural, un local de ocio e iniciativas artísticas que gestiona el propio vicerrectorado de Tecla Lumbreras.
A las pocas horas de publicarse dicha información, activistas de La Invisible comenzaron un hostigamiento en redes tanto a esta cabecera como al propio periodista Alberto R. Aguiar, que ni siquiera la firmaba. Los mismos acusaban a Aguiar de haberse infiltrado en el colectivo de activistas que pretendía okupar el inmueble. La realidad es más sencilla: al periodista se le invitó en calidad de redactor de La Taberna Global (un desaparecido portal de información para estudiantes que él gestionaba) para que aportase información sobre la situación legal del inmueble que pretendían tomar. Algo similar a lo que ya ocurriera en los albores de 2007, con La Casa Invisible recién okupada, en la que los activistas de la misma se acercaron a la redacción de EL OBSERVADOR para solicitar información sobre la situación jurídica del inmueble (el de calle Nosquera 7) en el que acababan de irrumpir.
LOS activistas señalaban al joven periodista de haber filtrado la información tanto a esta revista (en la que ya desempeñaba su trabajo, desde 2012 hasta 2016) y a la policía. No suficiente con el hostigamiento virtual, la madrugada del viernes al sábado de esa misma semana una docena de activistas la tomaron con el redactor en la puerta de un bar de calle Nosquera que Aguiar, por entonces, frecuentaba, a varios metros de la casa okupa. El periodista había acudido con regularidad a ese local sin que nunca hubiese tenido lugar ningún percance con La Casa Invisible. Después de los hechos que ahora se dirimen, el periodista siguió frecuentando el mismo local (el bar Modernícolas) unos meses más, pero al cabo de varias semanas en las que él mismo reconoce que era incapaz de bajar al Centro de Málaga con absoluta tranquilidad.
NO es para menos. El periodista tuvo que soportar a sus 22 años que una docena de personas le estuviesen acosando en la puerta de un bar gritándole ‘borderline’ (en español viene a decir ‘al límite’) o exabruptos entre los acosadores, que se jaleaban: “¿Es que es para darle o no es para darle?”. “¿Por qué haces lo que hace que yo quiera reventarte la cabeza?”. Entre los que pronunciaban estas líneas están los únicos tres identificados, en especial el propio Antich, que rebajó el tono en cuanto el periodista le informó de que estaba grabando la conversación. “Alberto, aquí nadie te quiere reventar la cabeza. Somos muy educados”.
EL procedimiento se ha alargado más de tres años dado que los demandados llegaron a alegar que las pruebas aportadas por la parte demandante (un disco con audios de la conversación y de las amenazas que soportó Alberto R. Aguiar) no podían ser reproducidas, lo que permitió a los demandados evitar la estampa de declarar ante el juez a pocas semanas de la campaña electoral para las municipales de 2015. Se da la circunstancia de que muchos de los activistas que participaron en el hostigamiento a Aguiar fueron simpatizantes o participantes de la plataforma Málaga Ahora, partido instrumental del que se apropió Podemos pero que ahora está sumida en luchas intestinas y el particular Partido Humanista ha asumido valiosas cotas de poder. Díaz Ramos, uno de los demandados, ha sido personal técnico de esta formación en la Diputación de Málaga, al servicio de la diputada Rosa Galindo.
A raíz de lo sucedido, fueron varios los periodistas malagueños que dieron su muestra de apoyo a Aguiar, además de miembros de la oposición municipal que rechazaron todo acto de forma violenta. La Federación de Sindicato de Periodistas también emitió entonces un comunicado (AQUÍ).
ESTE no es el único encontronazo de periodistas de la ciudad con el entorno de activistas de La Invisible. Otros plumillas locales, como el columnista Gonzalo León o el redactor de La Opinión Matías Stuber también han sido víctimas de sus hostigamientos (ver La Invisible en la picota. Las críticas de un círculo de Podemos a su gestión se extienden en los medios. Se les empieza a perder el miedo, aunque acosen a periodistas que no pretendan ser sus voceros, como Matías Stuber de La Opinión).
NUMEROSOS simpatizantes de La Invisible no han llegado a entender nunca la línea editorial crítica que mantiene esta cabecera con esta experiencia de activistas malagueños. Las razones que esta revista ha dado en su particular denuncia de este caso de ‘activismo de amiguetes’ entronca, sobre todo, en la pérdida de espíritu okupa con el que nació este proyecto: lejos de ser una iniciativa subversiva o antisistema, los participantes de la misma intentaron desde bien temprano negociar con el Ayuntamiento de Málaga del PP la cesión del inmueble. Para ello, y a pesar de que hoy todavía no se ha formulado esa cesión, los activistas aceptaron sentarse a negociar con las instituciones (las mismas a las que en principio se rechaza desde el movimiento okupa) creando para ello una personalidad jurídica: una fundación con tres asociaciones en su seno. Esta es la Fundación de los Comunes. Valga recordar que las fundaciones es una de las personalidades jurídicas más opacas que existen.
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