Un informe de Oxfam sobre sus proveedores echa abajo la imagen de Ikea como empresa amable y comprometida

 15/05/07 MÁLAGA. El informe ‘Labour Conditions in Ikea´s Suply Chain in Bangladesh and Vietnam’ de Oxfam Magasins realizado en 2006 y consultado por el
EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com echa abajo la imagen de empresa amable y comprometida que ha conseguido la multinacional sueca de la decoración.

Un informe de Oxfam sobre sus proveedores echa abajo la imagen de Ikea como empresa amable y comprometida

 15/05/07 MÁLAGA. El informe ‘Labour Conditions in Ikea´s Suply Chain in Bangladesh and Vietnam’ de Oxfam Magasins realizado en 2006 y consultado por el
EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com echa abajo la imagen de empresa amable y comprometida que ha conseguido la multinacional sueca de la decoración. Los testimonios de los trabajadores de las fábricas proveedoras que Ikea tiene en Bangladesh demuestran que para que los europeos puedan comprar mobiliario a un precio asequible se siguen vulnerando los derechos humanos en el Tercer Mundo. Unas subcontratas en las que persiste el trabajo infantil, la discriminación, la arbitrariedad, los sueldos míseros, la falta de sindicación y los turnos de trabajo esclavizantes.

LÍDER mundial del sector de la decoración, Ikea recibe suministros de más de 1.600 fábricas subcontratadas en 55 países que dan empleo indirecto a 76.000 personas. Repartir la producción en países en vías de desarrollo donde la mano de obra es extremadamente barata y sumisa permite a la multinacional sueca reducir costes y mantener el capital, la tecnología y los procesos de diseños y dirección en Europa. Una deslocalización que también llevan a cabo otras grandes marcas para controlar en unas pocas manos mercados a escala global.

IKEA además de ser grande, se ha empeñado en construir una imagen de empresa comprometida. A finales de los noventa, después de que  varias informaciones desvelasen la cara oculta de la multinacional como uno de los símbolos de la globalización (trabajo infantil, explotación, daños al medioambiente, etcétera), la cadena sueca decidió responder con un giro radical en su política de comunicación centrándose en el programa IWAY (The Ikea Way on Purchasing Home Furnishing Products), un código de conducta que fijaba los mínimos estándares a cumplir en sus fábricas de suministro en materia de empleo infantil, condiciones laborales y compromiso medioambiental.

LOS esfuerzos por transmitir esa imagen de empresa comprometida contrastan de forma violenta con el informe ‘Labour Conditions in Ikea´s Suply Chain in Bangladesh and Vietnam’ realizado por Esther de Haan y Michael van Dyck a iniciativa de Oxfam Magasins, que se ha incluido como parte de la campaña ‘Desmontando a Ikea’ emprendida por Intermon Bélgica. “Los resultados claramente enseñan que un porcentaje de los productos de Ikea están suministrados por compañías que violan los derechos humanos y de los trabajadores, incumpliendo el propio código de conducta de Ikea. En el caso de Bangladesh, todas las fábricas estudiadas lo incumplen a gran escala”.

EL informe se realizó mediante visitas a las fábricas en cuestión y ikea2entrevistas a trabajadores y responsables tanto fuera como dentro de los centros. En el caso de Bangladesh se informa cómo la discriminación está presente ya que en todas las fábricas estudiadas (cuatro en total) a las mujeres se les paga menos y se aumenta el salario a los trabajadores de la misma región donde se ubique el centro de producción. Del mismo modo los entrevistados explican cómo los menores que trabajan en las fábricas se esconden en caso de visita o inspección. No existen sindicatos, de hecho, a la mayoría de los empleados se les escapa la idea de una unión de trabajadores. Muchos de ellos informan sobre despidos y amenazas de despidos si se afilian a algún tipo de organización sindical.

EL informe también evidencia los turnos “excesivos” de trabajo de al menos 72 horas semanales (12 horas por día y un día libre por semana) en los que se excluyen las horas extra, turnos especiales de noche y cancelaciones especiales del día libre en caso de que sea necesario un pico de producción, habitual en ciertas épocas del año. Este hecho no sólo viola el propio código ético de Ikea sino también las leyes laborales de Bangladesh.

EN cuestión de salarios se producen variaciones en función del puesto, experiencia, horas extras… aunque la conclusión es que el salario mínimo, que es el que reciben muchos trabajadores “está muy por debajo de satisfacer las necesidades mínimas”. A modo de ejemplo, el salario mínimo en Bangladesh es de 930 tk, que vienen a ser unos 13,47 dólares estadounidenses. Lo que recibe un ayudante al mes oscila entre los 1.200 y los 1.400 tks, un operador ronda entre los 2.000 y los 6.000 tks.

EN tres de las cuatro fábricas investigadas se ha informado que regularmente los jefes de línea y supervisores abusan psíquica y en ocasiones físicamente de los trabajadores; en uno de los centros se habla también de acoso sexual en este mismo sentido a las trabajadoras.

EN su biografía autorizada, el fundador de Ikea, Ingvar Kanprad, declaró: "Para mantener estos precios en su nivel más bajo no deberá ahorrarse ningún esfuerzo (...) estos bajos precios siempre justificados imponen pues enormes exigencias a todos nuestros colaboradores. (...) Sin una estricta limitación de nuestros gastos, nunca podremos cumplir nuestra misión".

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Reportaje publicado en el nº 44 (octubre/noviembre 2004) de la revista EL OBSERVADOR:
- Ikea: La tienda de los horrores